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entrevista a thad dunning

El asistencialismo no garantiza votos

Especialista de la Universidad de Yale, estudia hace años las relaciones entre clientelismo y política. Dice que los punteros siguen siendo muy influyentes y advierte que las políticas distributivas no convencen a los indecisos.

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San Juan. Ayuda distribuida por el entonces vicegobernador Sergio Añac y el gobernador José Luis Gioja. No ayuda mucho a ganar voluntades. | cedoc

En todo el mundo, los votantes carecen de acceso a información adecuada sobre sus políticos, los servicios públicos y el desempeño gubernamental. Los esfuerzos realizados para mejorar estos déficits son numerosos. Sin embargo, ¿las campañas informativas influyen en el comportamiento de los votantes y aumentan la responsabilidad democrática ciudadana?

Estudio comparado. En su paso por Buenos Aires, Thad Dunning, politólogo del Instituto de Estudios Sociales y Políticas (ISPS) de la Universidad de Yale, se reunió con PERFIL para hablar sobre el adelanto del proyecto “Metaketa I”, una nueva investigación comparativa que relaciona el comportamiento de los votantes, el acceso a la información y el clientelismo político.

—¿Qué significa Metaketa y por qué ese nombre para un estudio sobre conductas sociopolíticas?

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—Metaketa es una palabra vasca, que quiere decir “acumulación”. Es una forma novedosa de trabajar en ciencias sociales. Por lo general es muy difícil formar grupos colaborativos, porque lo que se premia es la velocidad, “salir primero con la novedad” y no así la calidad en la profundidad del estudio. Esta palabra fue elegida porque nuestro objetivo es fomentar la acumulación de conocimiento cualitativo, en forma sinérgica.

En conjunto con el Centro de Evidencias en Políticas y Gobernabilidad (EGAP), hemos desarrollado un estudio en seis países diferentes del mundo. El proyecto se llama “Información y Rendición de Cuentas de Metaketa”. Trabajamos con una serie de proyectos experimentales en paralelo, para estudiar el rol de la información y del control ciudadano sobre la actividad política.

—¿Qué países eligieron y qué aspectos comunes se plantearon indagar a priori?

—Buscamos culturas disímiles de países en desarrollo, para ver si las respuestas eran consistentes a pesar de los contextos particulares. Brasil, México, India, Benín, Burkina Faso y Uganda fueron elegidas para la primera etapa.

Si bien las organizaciones civiles reclaman la necesidad de acceder a información pública de alta calidad para evaluar el desempeño de los políticos, nos preguntamos si esa información podría tener alguna relevancia en sociedades con contextos de instituciones más débiles. La pregunta clave del estudio es: ¿lleva esta información a mejores resultados en las elecciones o las decisiones de voto son dominadas por afinidad étnica o relaciones clientelares?

—¿Y la respuesta?

—Lamentablemente no es muy alentadora. Comparando casos en México, nordeste de Brasil, India y países del Africa donde se publicaron auditorías que reportan casos de corrupción o malversación de fondos en reparticiones públicas,  nuestras investigaciones demuestran que los candidatos no pierden el favor de sus seguidores en las elecciones.

—¿Y en el caso opuesto, donde se demuestre buen desempeño de alguien sospechado?

—Es igual, porque el mecanismo de relacionamiento con las evidencias es el mismo. En el caso de una administración que sea sospechada y se demuestre que no hubo nada irregular, el votante sigue dudando, no termina de reconocer las evidencias. El rechazo del político no llega a ser revertido. Como dice el dicho, malo conocido siempre es mejor que bueno por conocer.

—¿En todos los países dio el mismo resultado?

—Hicimos siete estudios, en seis países, en contextos muy diversos y todos dan resultados similares. Hubo un gran trabajo de replicación y capacitación de los investigadores que participaron en cada región. La conclusión fue siempre la misma: la información no cambia las opiniones de los seguidores leales en política.

—¿Cómo es la dinámica en estos países cuando entre político y votante se distribuye más que simple información?

—Aunque la teoría y la literatura en ciencia política distributiva cree que invirtiendo en programas que favorezcan a los indecisos hay posibilidades de ampliar la base de seguidores a futuro, nuestros estudios demuestran lo contrario. También en los países más desarrollados se ofrecen favores. Como hemos visto, se puede brindar desde ayuda a sectores en emergencia, subsidios para víctimas de huracanes hasta instalaciones deportivas comunitarias. Todo puede ser distribuido con criterios selectivos, que están lejos de responder a una “razón de bien público”.

Clientelismo y punteros. Dunning también es director del Programa Leitner de Yale en Economía Política Internacional Comparativa y está bien familiarizado con la realidad política de nuestro país, donde supervisó hace años estudios sobre “Intermediarios, votantes y clientelismo”, con foco en la actividad de punteros políticos, la cual estima que continúa con poco cambio en la actualidad.

—¿Qué peso tiene el rol de los intermediarios para cambiar los apoyos políticos?

—Bueno, acá en Argentina se ve con claridad. Hace unos años hicimos un estudio con los investigadores Marcelo Nazareno y Valeria Brusco, que se sumaron al equipo de Yale. Evaluamos la relación entre los políticos partidarios y los líderes de base, así como las implicaciones entre ambas partes. Para el puntero es prioritario demostrar poder y garantizar la lealtad de los seguidores a su figura. El dirigente nacional no accede a las bases sino a través de este puntero. Esto crea una relación en tensión entre ambas partes. Ya sabemos que donde hay una necesidad, nace un negocio.  

—A pesar de que muchas veces las promesas no se cumplen, ¿la lealtad al puntero queda intacta?

—El puntero por lo general ofrece más de lo que puede garantizar, es parte de la dinámica. Le promete a los candidatos el voto de su gente y a sus seguidores que les va a mejorar la vida. Frente al conflicto de intereses, la solución es buscar nuevos aliados. Cuando vemos el apoyo incondicional que reciben los punteros a cambio de magros favores, no se le puede echar la culpa a un votante de un segmento que apenas está sobreviviendo. Realmente no tiene capacidad para mucho más que buscar su beneficio inmediato.

Nuevas intermediaciones. Para el politólogo doctorado en la Universidad de Berkley, desde la Caja PAN de los 80, pasando por el peronismo y el kirchnerismo hasta llegar hoy en día al macrismo, “el clientelismo no disminuyó, sino que se reprodujo desde su propia lógica”. Fue sistemáticamente sostenido por medio de nuevas formas asistenciales y distribución de beneficios.

“Los líderes de base se fortalecen cada vez más. Esto es posible porque se fraccionaron y enfrentaron los líderes políticos tradicionales. La lealtad de la gente es al puntero y el puntero no tiene lealtad garantizada a ninguna facción, solo busca consolidar su propio poder por medio de lo que puede transaccionar” subraya Dunning.

—En otras sociedades donde no vemos los punteros como engranaje clientelar, ¿surge la intermediación de otro tipo de agentes?

—En países en desarrollo es común ver la figura del agente intermediario. Por ejemplo, tomemos el caso de Brasil donde frente a una gran crisis política y económica, surge una nueva figura como la de Jair Bolsonaro. El factor determinante en esta elección fue la intermediación de nuevos agentes para garantizar los votos: los líderes evangelistas llegaron para quedarse y tienen una clara agenda política también.

—¿Si la presencia del intermediario es tan determinante, por qué no se los suma al partido o gobierno?

—Los agentes intermediarios resuelven algunos problemas esenciales para los líderes del partido, pero les causan nuevos inconvenientes en el gobierno por sus formas de manejo. La dinámica líder-agente explica cómo funciona el clientelismo y también por qué los dirigentes lo abandonan en cuanto las condiciones se lo permiten.

Finalmente, el especialista destaca que cuando hay evidencias de corrupción política en países desarrollados, con instituciones fuertes, los resultados son bastante similares. A pesar de las evidencias en contra del presidente Donald Trump en la reciente investigación del caso Stone y los correos electrónicos para dañar a Hillary Clinton, esto no parecen afectar mucho a sus seguidores más convencidos. “Volvemos al principio, la información en contra no cambiaría las opiniones de los seguidores leales en política”, concluye Thad Dunning.