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17 de Octubre especial

El Día de la Lealtad que fue bisagra entre dos peronismos

Hay una línea que va de 1945 a 1949 para pensar al movimiento creado por Juan Perón. Si bien en un principio se convirtió en la fuerza social contestataria, simbolizada por las "patas en la fuente", siete décadas atrás se consolidaba ideológicamente.

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Movimiento. El peronismo representó una protesta social en sus orígenes. De lo heterogéneo consiguió una unidad política y una doctrina. | cedoc

Hace setenta años, la cuarta celebración de la fecha fundacional del peronismo tenía un carácter netamente estatal y de lealtad no solo al “líder de los trabajadores” sino al jefe de Estado y su esposa, Eva Perón, la “abanderada de los humildes”. Ya no era la pueblada con “misas de campaña” de años anteriores: se deja de lado la participación de la Iglesia y nace además la Marcha peronista. El movimiento de reclamo y reivindicación se había transformado en una fecha festiva con sello oficial, programación gubernamental centralizada y organización meticulosa. Al año siguiente se incorpora la CGT a la organización de los actos del 17 de Octubre, con la participación de Perón y Evita en su congreso confederal. Partido y sindicatos se integraban al Estado peronista.

Por eso también aquel 17 de Octubre, el del 49, marcó una bisagra histórica. Si en el 45 se había presentado como una expresión contestataria, semiespontánea y heterogénea de las columnas de trabajadores que irrumpían en la escena política (había allí gente proveniente de distintos universos ideológicos, desde el socialismo hasta el nacionalismo, que tributarían al naciente laborismo), en el 49 tomaba otra dimensión, una imponente demostración de fidelidad y encuadramiento dentro del régimen peronista.

En el 46, el Congreso había declarado la fecha como feriado nacional, el Día del Pueblo, que luego sería bautizado como Día de la Lealtad. A partir de entonces, los edificios públicos se ornamentarían con los símbolos patrios. Un año más tarde, en el 47, gana protagonismo en la celebración la figura de Eva Perón. Muchos manifestantes llevan pancartas con sus retratos, mientras los diarios enfatizan que “el 17 de Octubre” se hizo “sin conductores ni directivas”. Perón se quita allí el saco para simbolizar su condición de “descamisado”.

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Durante los festejos de 1948, el ministro de Relaciones Exteriores de España, en representación del dictador Francisco Franco, ocupa el balcón de la Casa Rosada al lado de Perón, a fin de enfatizar los vínculos de amistad entre ambos países. “Frente al edificio en construcción para el Banco Hipotecario Nacional –describe la crónica de La Prensa [...] se situaron delegaciones de la Corporación de Transporte con una banda de música formada por guardas de tranvías y colectivos y en un lugar visible de esa obra se colocó un cartel que decía: ‘Lo mas grande que hizo Dios en nuestra tierra bendita: Perón y Evita’. [...] Cerca de las 18 se reunieron en el salón contiguo (al balcón) el primer magistrado, su esposa [...], el ministro de Asuntos Extranjeros de España, señor Alberto Martín Artajo, miembros de su comitiva y el embajador español, señor José María de Areilza”.

El primer trabajador. En su discurso alusivo, Perón dialoga con los asistentes que colman la plaza: “Hago esta pregunta porque mi autoridad emana del pueblo y yo solamente al pueblo he de rendirle cuentas. [...] ¿Y qué me dicen ustedes de los dirigentes socialistas? Se llamaban a sí mismos obreristas, y hoy, cuando se les presenta la oportunidad de reformar la Constitución para darles al pueblo y al trabajador lo que en justicia les corresponde ellos se abstienen, no quieren intervenir. [...] Compañeros: como se encuentran en Buenos Aires una cantidad de descamisados que han viajado [...] desde largas distancias [...], mañana...”. El público cortó la frase del orador y empezó a corear “¡Mañana es san Perón!”. Tras esas repeticiones, el orador tomó la idea: “Sí, mañana es san Perón”.

Al finalizar su discurso pidió que no hubiera actos de violencia. Guardias de policía y de la CGT se apostaron frente a los edificios de La Nación y La Prensa para evitar incidentes. Tampoco se registraron acciones de provocación por parte de la Alianza Libertadora Nacionalista, como las había habido en años anteriores. El 17 de octubre de ese año, Perón hizo entrega por primera vez de las “medallas peronistas” en reconocimiento a servicios extraordinarios prestados al país o al movimiento. Como señala Mariano Plotkin, estos reconocimientos a suboficiales del Ejército y a policías por “acciones heroicas”, o a deportistas que habían representado al país exitosamente en competencias internacionales, borraban la distinción entre el partido y el Estado: ser leal a la nación implicaba ser leal al movimiento, y viceversa.

Muchachos peronistas. En los actos del 48, “más de un millón de personas aclaman el nombre del líder y de su esposa”. Pero es en el 49 cuando el peronismo exhibe otros atributos como marca de identidad asociada a una nueva Argentina, desde una nueva Constitución hasta la marcha Los muchachos peronistas. Ese año, la reforma constitucional incluye los derechos del trabajador. La confirmación de la identidad peronista culmina con la adhesión oficial de la CGT al partido gobernante, un año más tarde. 

Mientras esto ocurría en la Argentina, en China las tropas del Ejército Rojo ocupaban Pekín y se había proclamado la República Popular China, eligiendo a Mao Tse Tung como presidente y líder del pueblo.  En el recién creado Estado de Israel, en tanto, el líder judío, Jaim Weizmann, era elegido presidente.

En la Plaza de Mayo, aquel lunes 17 de octubre del 49, tiene lugar desde las primeras horas del día una imponente concentración de trabajadores. La encabeza el titular de la CGT y dirigente del gremio de la Alimentación, José Espejo. Lo acompañan los miembros del consejo directivo de la central sindical, José Alonso –del gremio del vestido– y David Diskin –de los empleados de Comercio–, entre otros. También el coronel Domingo Mercante, y por supuesto, Evita. Al iniciarse el acto fueron entregadas las condecoraciones otorgadas por el Consejo Superior de la Medalla Peronista, entre otros a Juan Manuel Fangio, quien recibió emocionado el galardón acompañado por una clamorosa ovación. La multitud asiste a la exhibición del Ballet del Teatro Colón, en la que sus integrantes  interpretan El sombrero de tres picos, de Manual de Falla, y Bolero de Maurice Ravel.

En su discurso, Perón apela a su habitual estilo de diálogo directo con la plaza para realizar un balance de sus tres años de gestión, y reitera: “Solo rendiré cuentas al pueblo”. La multitud se entusiasma con la interpretación de la Marcha peronista.

Varios cantores populares la habían entonado, entre ellos Jorge Vidal y Héctor Mauré. Pero fue Hugo del Carril, actor y director de cine, quien le puso el ritmo y la animación. Además de Del Carril, en el festejo de ese año tienen participación otros cantantes: Charlo, Alberto Gómez, Azucena Maizani y Juanita Larrauri.

Sobre el origen de la marcha hay distintas versiones. Si bien la música se adjudica a una comparsa denominada El Rosedal, otros se la atribuyen a la comparsa Los Amantes de la Suegra, que en los Carnavales de Barracas también desfilaba, pero en el corso de la Boca. La letra coincide en algo así como “Pa qué tomás si te hace mal. Tomá café que te hace bien…”. Lo que está confirmado es que Juan Raimundo Streiff, electromecánico del Club Barracas y bandoneonista, fue el autor de la música. La autoría de la letra no registra discusión: es de Oscar Ivanissevich, dos veces ministro de Educación de gobiernos peronistas. La escribió en Tucumán, donde se encontraba en visita oficial, y allí mismo el conjunto musical de una fábrica la ejecutó, como respuesta oficial a una supuesta conspiración contra Perón atribuida a Cipriano Reyes, en septiembre de 1948.

El 17 de octubre de 1950, Año del Libertador General San Martín, en el acto de Plaza de Mayo Perón enuncia las llamadas “Veinte verdades del justicialismo” y finaliza con el anhelo de “una Argentina socialmente justa y políticamente soberana”. El congreso de la CGT, que inauguró ese día su sede en el edificio de la calle Azopardo, aprobaba cinco resoluciones. La primera, apoyo a Perón y a la reelección presidencial. La segunda, fortalecer a Eva como expresión de gratitud por su obra. La tercera, felicitar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Domingo Mercante, por su gestión. La cuarta, el compromiso de ser “misioneros de Perón”. Y la quinta contempla “la eliminación en los puestos de dirección de las organizaciones sindicales de elementos comunistas y perturbadores”.

*Periodistas e historiadores, autores de La lucha continúa. 200 años de historia sindical en la Argentina (Ediciones B, 2012), y ¿Quién mató a Vandor? Sindicalismo y violencia en la Argentina de los 60 (IndieLibros.com). Investigación y colaboraciones de Vittorio Petri y Gabriel Lerman.