El sábado 26 de marzo, Pepe Eliaschev demostraba que para hacer buen periodismo (y buena escritura, en general) no es necesario apelar a recursos impactantes. A veces, basta con brindar una información con economía de recursos, tal como la recibió y chequeó el periodista, para conmover a toda una sociedad. Comenzó su artículo con los siguientes dos párrafos, como un estilete: “El gobierno de la presidenta Cristina Kirchner estaría dispuesto a suspender, de hecho, la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994, en los que fueron destruidas las sedes de la embajada de Israel y de la AMIA en Buenos Aires, según revela un documento hasta hora secreto, recientemente entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Majmud Ajmadineyad. Para la diplomacia de Irán, las investigaciones argentinas habrían quedado cerradas. El canciller iraní le asegura en su informe al presidente Ajmadineyad que “la Argentina ya no está más interesada en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio, prefiere mejorar sus relaciones económicas con Irán”.
La información dada por el periodista había llegado a la tapa del diario. El artículo se llamó “Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”. Los sucesos posteriores demostraron el rigor con el que trabajó el colega. Y también funcionaron como un detector de síntomas (sociales y políticos), que demuestran cómo actúa la sociedad y sus representantes.
El mismo Alberto Nisman en un primer momento descartó lo publicado por PERFIL. El canciller Héctor Timerman reaccionó duramente y mantuvo una polémica pública con Pepe. Lo cierto es que el artículo contaba con información y datos, tenía detalles de encuentros con precisión: el informe secreto, al que ha accedido PERFIL porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países, fue redactado luego de la reunión que el canciller argentino, Héctor Timerman, mantuvo con su contraparte de Siria, Walid al-Mohalem, y con el propio presidente Bashar al-Assad el 23 y 24 de enero último en la ciudad siria de Alepo.
“El gobierno de la presidenta Cristina Kirchner estaría dispuesto a suspender, de hecho, la investigación de los dos ataques terroristas que sufrió este país en 1992 y 1994”
Sugestivamente, Timerman se apartó de la delegación argentina que encabezó Cristina Kirchner en Kuwait, Qatar y Turquía, para conversar con el dictador sirio en una ciudad convenientemente ubicada a 400 kilómetros de la capital, Damasco. El cable de la agencia oficial de noticias siria dijo en ese momento que Timerman y Al-Assad abordaron el proceso de paz en Medio Oriente “paralizado a causa de las políticas israelíes y el fracaso que ha demostrado la administración estadounidense en presionar a Israel para que cumpla con la legalidad internacional”.
Memorándum. Eliaschev daba detalles de cómo se habría urdido el entendimiento. Señalaba vinculaciones comerciales detrás de la firma, dos años más tarde, se firmaba el Memorándum de Entendimiento con Irán. Fue votado y aprobado por el Poder Legislativo en 2013. El Memorándum constaba de nueve puntos, entre los cuales se destacaba la creación de una Comisión de la Verdad, que estaría compuesta por juristas internacionales para cooperar con la investigación. Además, establecía que el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral y el fiscal Alberto Nisman, argentinos, podrían interrogar a los sospechosos iraníes con notificación roja de Interpol.
En su momento, Cristina Kirchner consideró que el acuerdo era un paso histórico para el esclarecimiento de la causa AMIA. Mucho más tarde, en su libro Sinceramente, la actual vicepresidenta consideró que era una “ingenuidad” haber firmado el Memorándum, más allá de la denuncia por traición a la patria que hizo el fiscal en 2015 pocos días antes de morir.
La fuerza del texto de Eliaschev seguía siendo contundente. Y usaba el mismo significante: ingenuidad: “Según las conclusiones de la inteligencia iraní, que hace suyas la cancillería de Teherán, el gobierno argentino habría renunciado a llevar ante la Justicia al actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, y otros funcionarios iraníes sospechados de complicidad en esos episodios terroristas. La cancillería iraní considera que si estos temas son dejados de lado, ambos países pueden encarar una nueva etapa que permita superar dos décadas de frialdad total, lo que permitiría a Irán recuperar terreno en el desarrollo de unos vínculos que se han venido de todos modos fortaleciendo en los últimos años. El informe secreto iraní, filtrado al exterior por medios opositores al régimen de Teherán, subraya el interés del régimen fundamentalista en la situación del ministro de Defensa, Vahidi, un personaje clave en el esquema de poder, ya que era el comandante de la llamada Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios cuando la embajada israelí en la calle Arroyo de Buenos Aires fue demolida con un coche bomba en marzo de 1992. Siguió ostentando esa posición militar clave en julio de 1994, cuando el turno le tocó a la AMIA.
“El informe secreto al que ha accedido PERFIL, porque ha comenzado a ser analizado en las cancillerías de varios países, fue redactado luego de la reunión con el canciller”
Las propias investigaciones que se hicieron en la Argentina detectaron años después que Vahidi fue uno de los principales organizadores de estos ataques, de los que el gobierno iraní ha tratado de despegarlo hace ya años, pero sin éxito. En sus recomendaciones a Ajmadineyad, el canciller Salehi propone que autoricen a su contraparte argentina para solicitarle que revoque las órdenes de arresto que el Gobierno ha solicitado a Interpol contra Vahidi y otras figuras prominentes del régimen. El informe que ha trascendido sostiene que para la inteligencia iraní ya es un hecho que, incluso si una tercera parte demandara secretamente la extradición de Vahidi, la Argentina lo rechazaría. El ministro de Defensa incriminado ya puede viajar al exterior sin problemas, porque el asunto de los ataques contra la Argentina ha quedado muy olvidado a nivel mundial y a nadie le interesa mucho, ni siquiera a Interpol.
El blanqueo de Vahidi es un asunto delicado que solo puede prosperar si la cuestión permanece en la oscuridad o se mantiene en silencio, dicen fuentes familiarizadas con estos sombríos espacios de marginalidad internacional. En Teherán, lejos de toda ingenuidad, saben que el gobierno argentino jamás admitirá este retroceso en público y menos aún que ha cambiado de posición”.
Comunidad. La nota también tenía otro efecto esclarecedor. Analizaba cómo afectaba a la comunidad judía: “En su ahora filtrado documento secreto a Ajmadineyad, el canciller Salehi elogia la estrategia –originalmente concebida por el llamado “Líder Supremo”, Alí Jamemei, y luego adoptada por el gobierno iraní– de no ceder a las acusaciones argentinas. Dice Salehi que fue un acierto no cooperar con la Justicia argentina durante esas investigaciones, que siempre terminaron abortadas.
Un poco de historia. Los seguidores del tema dicen recordar que luego de la sorprendente sentencia exculpatoria de la conexión local emitida por el Tribunal Oral Federal Nº 3, el entonces canciller Rafael Bielsa habría admitido en privado la existencia de una política de acercamiento de la Casa Rosada con Irán. E, inclusive, habría dado a entender que había un intermediario trabajando secretamente para lograr el reconocimiento argentino al Estado palestino, lo que finalmente anunció el actual canciller Timerman. Todo parecería revelar una clara diferencia entre la postura pública de los Kirchner y su proclamado acercamiento a Israel y a la comunidad judía argentina, y las claras muestras de acercamiento a Irán, Siria y –en cierto modo– Libia, con cuyos regímenes el kirchnerismo tiende a sentirse más cercano. En el acto del 17 de marzo, en recordación del 19º aniversario del atentado contra la embajada de Israel, los asistentes vieron a Timerman del brazo con Sergio Burstein, a quien invitó oficialmente a que participe de su próxima gira a Israel. Burstein no solo no es formalmente dirigente de la comunidad judía, sino que sus vínculos con los Kirchner no son un misterio para nadie. Pero ahora el delicado problema que confrontaría la Casa Rosada es que Timerman está en vísperas de un viaje a Israel y Cristina Kirchner siempre se ha preocupado por mostrar una imagen pública de simpatía y comprensión”.
“En Teherán, lejos de toda ingenuidad, saben que el gobierno argentino jamás admitirá este retroceso en público y menos aún que ha cambiado de posición”.
Pepe Eliaschev murió el 18 de noviembre de 2014. Casi inmediatamente después se desató el proceso de la denuncia de Alberto Nisman que, antes de morir, reconoció que le hubiera gustado darle el reconocimiento por ser el primero que mencionara el tema.
La denuncia abrió una de las ventanas para el reconocimiento de la verdad, que sigue vigente. En marzo de 2011 se publicó en las páginas de este diario una investigación cuyas consecuencias cambiaron la política argentina de los últimos años.
En un principio, Nisman desestimó la investigación
La primera reacción del entonces fiscal de la UFI AMIA, en pleno marzo de 2011 fue muy diferente a la que haría cuatro años más tarde. En un reportaje concedido al periodista Hernán Dobry dijo que: “El hecho que plantea la nota (de Eliaschev) es absurdo, descabellado y de imposible cumplimiento. Hacía tiempo que no leía algo tan disparatado”.
Argumentó sus presunciones con el siguiente comentario: “Los iraníes no resultan creíbles en nada de lo que dicen y hacen, pero no me sorprende que puedan plantear algo así. Ellos creen que todo se maneja como su gobierno teocrático en donde el líder espiritual dice algo y todo el mundo obedece. Yo ya expliqué que no es así, que el Poder Judicial se maneja por unos carriles, el Poder Ejecutivo por otro, y hay una investigación independiente ajena al Poder Ejecutivo más allá de que ese poder ha hecho mucho reclamando las extradiciones y las capturas y juicio en un tercer país”.
También opinó que: “Es absolutamente imposible que el Ejecutivo ejerza una acción así. No basta una orden de ese poder para que un fiscal deje de investigar, para que un juez deje de hacerlo. Esto no es así. Podrá ser en Irán, pero aquí no puede ser. Para que quede claro: es absolutamente falso que el Gobierno esté detrás de eso. Pero para seguir por la vía del absurdo, si fuera cierto es algo totalmente imposible. Es como si yo dijera: me subo arriba de una escalera y voy a tapar el sol con las manos. Es de locos. Y me llama la atención en este periodista que no conozca una circunstancia así. Puede haber un documento de los iraníes que afirme que es una negociación política”.
Antes de morir, el mismo fiscal reconoció que el periodista tenía razón.