Durante la década de gobierno de Alberto Fujimori en el Perú (1990-2000), Vladimiro Montesinos, un ex militar expulsado del ejército, fue nombrado asesor presidencial. Ni su dudoso título de abogado ni su temprana vinculación con el narcotráfico impidieron que se convirtiera en jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Desde esa posición, y utilizando hábilmente sus contactos en la CIA, llegó a ejercer un control casi total sobre las instituciones del Estado peruano, entre ellas las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial y el Congreso.
Una sala, una cámara oculta y varios fajos de dinero sobre una mesa ratona fueron elementos clave para consolidar a Montesinos como el hombre más poderoso del Perú. A cambio de pasar a integrar las filas del oficialismo, el asesor llegó a ofrecer desde favores políticos hasta el pago de millonarias sumas de dinero a diversas figuras de la política, las Fuerzas Armadas, el espectáculo y la empresa privada. Sobornos, frases indiscretas y polémicos acuerdos: todos fueron captados por cámaras de video colocadas por orden de Montesinos en las instalaciones del SIN. Fue especialmente importante para los intereses del fujimorismo la compra de medios de comunicación. El asesor se aseguró de que los dos canales más importantes de señal abierta sometieran su línea periodística a los dictados del gobierno.
Bajo las órdenes de Montesinos, el SIN llevó a cabo actos represivos contra opositores del régimen fujimorista, que incluían espionaje telefónico, censura, secuestros, torturas y asesinatos.
La televisión peruana en esa época se caracterizó por la gran cantidad de programas chatarra, que ocultaban lo que pasaba en política.
Además, se relacionó al organismo con las actividades del Grupo Colina, el mismo que fue responsable de la Masacre de La Cantuta y la de Barrios Altos, entre otros atentados contra civiles en el contexto de la lucha contra el terrorismo. Más adelante, las investigaciones señalaron al asesor presidencial como el fundador y principal dirigente de dicha agrupación paramilitar. En septiembre de 2000, recién iniciado el tercer mandato de Fujimori, los “vladivideos” salieron a la luz. Ese octubre, en medio del mayor escándalo de corrupción en la historia peruana, Fujimori desactivó el Servicio de Inteligencia. Luego de refugiarse en Japón, renunció vía fax a la presidencia del Perú. Las filmaciones sirvieron más tarde como evidencias en el procesamiento judicial de todos los implicados en los casos de corrupción durante su gobierno.