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boda civil monegasca

El hijo mayor de Carolina de Mónaco dio el “sí, quiero”

Andrea formalizó su relación de ocho años con Tatiana Santo Domingo, con quien tiene un bebé de siete meses. La ceremonia fue privada, en el palacio de los Grimaldi.

Felices. Tatiana y Andrea, ya casados.
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Si hay algo que tiene la realeza es que todo, pareciera, está hecho a medida. Así fue el casamiento de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, quienes dieron ayer el sí en el palacio de Mónaco. A las 11.45 de la mañana comenzó la boda del primogénito de Carolina de Mónaco. La pareja, ambos de 29 años, contrajo matrimonio en el Salón del Trono, en una ceremonia privada y ante más de 350 invitados. Fue en el mismo lugar donde, el 19 de abril de 1956, contrajeron matrimonio Grace Kelly y el príncipe Raniero.
La ceremonia civil duró unos 20 minutos y fue celebrada con un almuerzo en los jardines del Palacio y alrededor de la inmensa piscina. Los invitados llegaron a pie al palacio, a orillas del Mediterráneo. Entre los invitados, estuvo toda la familia real monegasca.
Sin dudas, la que deslumbró fue Tatiana, quien tuvo uno de los secretos mejor guardados: su vestido de novia. Siguiendo fielmente su estilo, lució un sencillo atuendo blanco bordado, con su pelo suelto y ondulado, y con una corona de flores, mientras que Andrea llevó un elegante traje azul.
Casiraghi no cuenta con ningún título nobiliario; por eso, para Mónaco, se trata de una ceremonia sin tanto público, ya que Andrea está en la línea sucesoria sólo porque su tío no tiene aún hijos reconocidos por la monarquía.

La novia. Casiraghi y Santo Domingo se conocieron gracias a Charlotte, estuvieron ocho años de novios y se comprometieron en julio de 2012. Tatiana es hija de la brasileña Vera Rechulski y del empresario Julio Mario Santo Domingo Jr., quien al morir, en 2009, ranqueaba en el puesto 108 de la lista de multimillonarios mundiales que publica anualmente Forbes. El apellido de la nuera de Carolina está asociado a empresas como la línea aérea Avianca, la radio y televisión Caracol, el periódico El Espectador, la telefónica Celumóvil y la cerveza Bavaria.
Varias revistas, como Vanity Fair, destacan el uso de sus joyas y su estilo vintage hippie chic. Tatiana mantiene un perfil bajo, aun cuando pasó a ser objeto de los paparazzi por ser la novia de quien podría ser el próximo príncipe de Mónaco y, sobre todo, porque Andrea –por su estilo y por ser hijo de Carolina– es uno de los personajes adorados por la prensa del corazón.
“Cuando vamos a un desfile y hay tantos fotógrafos, pienso: ‘Dios mío, deben estar quedándose sin celebrities…’”, explicó sobre su propia fama Tatiana en una entrevista, concedida a la edición española de Vanity Fair en marzo último.“Ella se ve igual de bien con un pareo en Barú, descalza, que con un traje de terciopelo en el Baile de la Rosa, en Montecarlo”, explicó la colombiana Pilar Castaño, experta en moda.
Pese a que nunca ha vivido en Colombia, ella –dicen– se siente orgullosa de sus raíces tanto colombianas como brasileñas. Aunque en su país esto le ha valido más de una crítica. Allí los Santo Domingo son considerados –y lo son– multimillonarios, filántropos y grandes coleccionistas de arte.
A cierre de esta edición, se esperaba que los novios ofrecieran por la noche una fiesta para los invitados más jóvenes. El lugar elegido: el Sporting Club de Invierno de Montecarlo. La boda religiosa se celebrará en enero en Gstaad, Suiza, donde también bautizarán a su hijo, Sasha.