Algunos no lo veían desde el lejano día del adiós. Había sido él quien los había puesto a salvo. Algunos habían partido hacia Europa, otros del otro lado de la frontera, y hubo quienes se escondieron en el baúl de un automóvil mientras él desafiaba el toque de queda. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales, creyentes o no. Eran decenas. Durante cuarenta años todo permaneció en un secreto, guardado por él y por quienes habían escapado a la suerte segura de ser desaparecidos. Ahora, ellos han decidido contar su historia. Hacer saber al precio de qué riesgos personales aquel hombre arrancó jóvenes vidas de las manos del verdugo. Surge así la verdad de una organización clandestina que funcionaba para dar reparo y una vía de escape a los perseguidos, burlando a la Junta Militar. A su frente estaba un hombre hábil, valiente, insospechablemente desprejuiciado. Ese hombre era el padre Jorge Mario Bergoglio.
Un interrogante permanecerá sin una respuesta contundente. ¿Cuántos fueron? El padre Miguel La Civita, uno de los de la “lista”, afirma haber visto a Bergoglio “ayudar a muchas personas a dejar el país”. No sólo sacerdotes o seminaristas. “En el Colegio Máximo se presentaban varios personajes, solos o en pequeños grupos, que estaban algunos días y después desaparecían. Decía: ‘Vienen por un retiro espiritual’. Y los ejercicios duraban una semana. Comprendí que se trataba de laicos que el padre Jorge ayudaba a escapar. ¿Cómo? De cualquier manera, y siempre asumiendo muchos riesgos.
Mientras trabajaba en este libro, hallé documentos y testimonios que excluyen cualquier colusión con el régimen. Pocas horas después lo reafirmaron sin sospechas de simpatías católicas, como Amnistía Internacional, cuyo documento interno se publica a continuación.
Amnistía Internacional
Preguntas y respuestas - interno - Documento interno - para no ser utilizado públicamente Declaraciones o informes de prensa - sólo para uso reactivo - 14 de marzo 2013. La Iglesia Católica y el papel del nuevo papa durante el último régimen militar argentino (1976-1983).
El miércoles 13 de marzo de 2013 un nuevo Papa –la más alta autoridad de la Iglesia Católica– fue elegido. La persona designada para esa posición es el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, que eligió el nombre de Francisco. Hasta su elección, el cardenal Bergoglio era el arzobispo de Buenos Aires, Argentina.
—¿Qué piensa Amnistía Internacional de la elección del nuevo Papa, que ha sido vinculado a violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar argentino?
—La tragedia vivida en la Argentina entre 1976 y 1983, cuando el régimen militar fue responsable de sistemáticas violaciones a los derechos humanos, destrozó las vidas de miles de personas. Amnistía Internacional trabajó durante años en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes cometidos por el gobierno militar en la Argentina y por otros regímenes militares en países de la región (como Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia) durante los años 70 y 80. Durante ese período, Amnistía Internacional documentó y denunció miles de casos de desapariciones, tortura, asesinatos extrajudiciales y secuestros de niños, e hizo campañas para llevar ante la Justicia a quienes perpetraron tales actos.
Amnistía Internacional no toma posición sobre la persona que ocupa la posición de Papa, o sobre cómo es elegido.
En relación con cualquier vínculo posible del ex arzobispo de Buenos Aires con la comisión de violaciones de los derechos humanos, la organización afirma que deben ser investigados imparcial e independientemente como se haría con cualquier otra persona. Esta declaración no debe ser interpretada en ningún caso en el sentido de que Amnistía Internacional avala o niega credibilidad a esos posibles vínculos.
—¿Cuál fue el papel de la Iglesia Católica en Argentina durante el régimen militar?
—Amnistía Internacional es consciente de las acusaciones que vinculan a la Iglesia Católica con las autoridades del régimen militar en la Argentina y su posible responsabilidad o participación en violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, Amnistía Internacional no cree que sea posible generalizar sobre el papel de la Iglesia Católica, en Argentina o en cualquier otro país de la región. Ha habido diferentes tipos de quejas sobre el papel jugado por la Iglesia Católica durante el régimen militar. Abarcan un espectro que va desde no haber actuado contra las violaciones a los derechos humanos (por ejemplo, omitiendo el apoyo a la búsqueda de quienes habían desaparecido, o no intercediendo en casos especiales ante las autoridades) hasta entregar opositores al régimen.
Algunos miembros de la Iglesia han sido procesados en Argentina. La cadena perpetua impuesta a Christian Von Wernich, ex capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, es de conocimiento público. Von Wernich fue condenado en octubre de 2007 por su papel en 42 secuestros, siete asesinatos y 31 casos de tortura (ver http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/americas/7035294.stm y http://www.amnesty.org/es/region/argentina/report-2008).
No debemos olvidar que en el seno de la Iglesia en la Argentina y en la región había muchos que se opusieron a esos regímenes y sufrieron intimidación, tortura, desaparición o ejecución. Muchos de ellos trabajaron y aún trabajan por la promoción y la protección de los derechos humanos para todos sin discriminación.
—¿Cuál fue el rol del nuevo Papa durante la dictadura? ¿Estuvo involucrado en violaciones a los derechos humanos?
—En el caso de Jorge Mario Bergoglio, Amnistía Internacional sabe de un caso abierto en 2005 por la desaparición de dos sacerdotes jesuitas, pero no tiene documentación para probar o desestimar la participación del nuevo Papa en estos hechos. Ninguna imputación o acusación formal se ha hecho contra Jorge Mario Bergoglio y no tenemos registros en nuestros archivos de una implicación del ex arzobispo de Buenos Aires en otros casos. Un análisis caso por caso de cualquier posible vínculo del nuevo Papa con cualquier caso de violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar argentino es papel del sistema judicial de Argentina. Nadie puede estar por encima de la ley cuando se trata de violaciones a los derechos humanos. Ni siquiera el Papa.
—¿Ha hecho algo la Justicia argentina acerca de los crímenes contra los derechos humanos cometidos durante el régimen militar?
—Amnistía Internacional ha expresado varias veces su satisfacción con los progresos hechos por el sistema judicial argentino respecto de la persecución de los perpetradores de violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar en el país y en la región. La Argentina es el país más avanzado de América del Sur al respecto. Casos emblemáticos han sido resueltos en los años recientes: en julio de 2012, los ex presidentes argentinos Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone fueron condenados por el secuestro sistemático de niños y sentenciados a 50 y 15 años de prisión, respectivamente. En octubre de 2011, el ex capitán de navío Alfredo Astiz y otros 15 hombres recibieron condenas de prisión de entre 18 años y cadena perpetua por su implicación en 86 crímenes de lesa humanidad cometidos en centros de detención secretos en la Escuela de Mecánica de la Armada, en Buenos Aires.
Recientemente, en la Argentina se abrió el juicio contra los líderes sudamericanos responsables del Operativo Cóndor, una conspiración internacional entre las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay para arrestar, intercambiar y eventualmente asesinar a opositores a esos regímenes en los años 70 y 80. Reynaldo Bignone, el último presidente del régimen militar argentino, fue condenado a cadena perpetua por el caso de Campo de Mayo esta semana.
Amnistía Internacional continuará apoyando a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y sus familiares en la búsqueda de verdad, justicia y reparación. La organización confía en que la Justicia argentina mantendrá su papel ejemplar contra la impunidad de estos crímenes cometidos en el pasado. Fin
*Periodista italiano, autor de La lista di Bergoglio.