ELOBSERVADOR
un almuerzo con Sabat

El tango, el barrio de La Boca, la fugazzeta y la tradición en el arte

Cierta vez me pidieron que escribiera una crítica al último libro que había escrito Hermenegildo, Rebelde ileso, en el año 2016.

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Juntos. Un diálogo de Sábat y Temes: de Uruguay a La Boca, de la música a la pintura rioplatense. | P.T.

Cierta vez me pidieron que escribiera una crítica al último libro que había escrito Hermenegildo, Rebelde ileso, en el año 2016.

Me mandaron el texto, lo leo y hago un comentario desde mi costado de pintor, con esa mirada. Cuando lo publicamos, supe que a Sábat le había emocionado tanto lo que escribí que llegó casi a quebrarse. “Te va a llamar”, me dijeron.

Así fue. Unos días más tarde me suena el teléfono y era Sábat. Me dijo “no te encuentro nunca”. Y sí, uno a veces hace tantas cosas que no atiende el teléfono. Le contesté: “bárbaro, maestro. Cuando usted quiera”. Su respuesta fue: “¿te parece bien tal día a tal hora?”. Una vez que le dije que sí, le pregunté dónde quería que nos veamos. Y allí tuve una pequeña sorpresa cuando me contestó: “en Banchero de La Boca”.

Dibujos. Llegué puntual y llevaba conmigo un dibujo mío, a raíz de la censura en la época del kirchnerismo, que fue la tapa del suplemento Domingo de PERFIL. Allí se lo ve a él con una piña en el ojo. El original de esa obra ahora está en poder de su familia.

En ese encuentro hablamos. Mucho, más de dos horas. Menchi fue muy frugal, muy austero. Quizás en esas dos horas consumió solamente dos porciones de fugazzetta y una gaseosa light. Nada más.

Allí me contó su historia. Que él tenía el barrio de La Boca como su lugar de pertenencia. Me contó que allí vivía su abuela. “Porque yo soy de Montevideo –aclaró–. Pero mi abuela vivía por aquí, a unas cuadras”.

Luego, me contó la historia de la Rubia Mireya, porque también era muy tanguero. También hablamos, y mucho, de pintores, de caricaturistas. Hablamos de todo un poco, en un diálogo de dos personas a las que les gusta esto.  

La Opinión. Me contó sus peripecias, sus idas y vueltas para entrar en Clarín.

Mi primer recuerdo de su obra, en realidad es previo.

Nos vimos pocas veces, en realidad. Unas tres o cuatro veces. De hecho, junto con otra persona somos jurados de Adepa.

Hermenegildo Sábat fue una persona que entendió muy bien el arte. En mi crítica, yo hablaba de muchos pintores que cuando dibujan están de alguna manera presentes.

Un elemento interesante es que Sábat, cuando pintaba era muy diferente a cuando dibujaba. Como pintor –a mi juicio– era mucho más expresivo, más plástico. Lo considero aún mejor pintor que dibujante.

A veces, por trabajar en un diario puede hacer que la exigencia de hacer un dibujo todo los días resulte cansador. A veces, incluso podía perderse algún parecido.

Sábat, además de su capacidad como pintor, tuvo también una enorme capacidad de relacionarse con la cultura, con diferentes instancias de la cultura: desde la música hasta cartearse con Cortázar, con García Márquez, con Jorge Luis Borges. También era muy jazzero. Tenía la capacidad de llegar a muchos lugares al mismo tiempo. También supo oupar un lugar como un dibujante del establishment, de alguna manera.

A mí me interesa mucho el Sábat de La Opinión, de Primera Plana.

Desde su espacio en Clarín pudo continuar su obra –hizo muestras y tuvo su taller de Artes Visuales.

*Director de Arte de Editorial Perfil.