Así como en el año 2015 la elección se definió en Córdoba, en el 2019 se ganó en primera vuelta en la provincia de Buenos Aires.
El escrutinio provisorio de la provincia de Buenos Aires indica que en la elección para Presidente el Frente de Todos tuvo un 52,13% (5.032.267), mientras que Juntos por el Cambio un 35,93% (3.468.667). En la elección del gobernador hubo un porcentaje similar en el FT (52,28%) y al antiguo oficialismo le fue un poco mejor (38,39%). La diferencia de casi un millón y medio de votos fue indescontable en el resto del país. Ni siquiera la buena performance de Mauricio Macri en Córdoba alcanzó para frenar una derrota que se generó esencialmente en ese resultado.
La provincia de Buenos Aires fue, en la oferta electoral, el espacio del “kirchnerismo puro” más el massismo: Axel Kicillof gobernador, el mismo Massa liderando la lista de diputados, Máximo Kirchner y la propia Cristina en un lugar esencial en la confección de las listas. Así se vio en los festejos del mismo domingo: una fiesta –por identidad e iconografía– con menos rasgos del justicialismo clásico.
Pero si se aproxima la mirada, si se acerca la lupa, el lugar donde realmente se gestó el triunfo fue en el conurbano bonaerense. Y allí el mapa es menos K. Es más el espacio de la vicegobernadora Verónica Magario, y de muchos intendentes que parecen más próximos a Alberto que a Cristina. Estos mismos intendentes que, según algunos analistas, aceptaron al gobernador más como el resultado de una negociación que por convicciones. ¿Es el origen de conflictos con la gobernabilidad futuros? Para algunos analistas es una posibilidad.
Uno de ellos es el analista político Daniel Bilotta. Para él, “la ventaja en la Primera y en la Tercera Sección Electoral fue definitoria –explica–. Aún así le sirvió para retener algunas intendencias como Tres de Febrero o Lanús. En algunos lugares de la Provincia, antes, la performance de María Eugenia Vidal había sido particularmente buena. Y este año, más allá del crecimiento de la pobreza, del crecimiento del desempleo, hubo elecciones muy reñidas también en Quilmes, Morón y Pilar. Un hecho notable de la política argentina: un desempeño más que aceptable considerando los antecedentes y también los resultados de las PASO”.
Para el analista “el 40% de Juntos por el Cambio representa el voto histórico antiperonista. Es cierto que en las elecciones precedentes el peronismo fue dividido, con la presencia de Florencio Randazzo y del massismo lo que facilitó el triunfo de Macri. Esas opciones no estuvieron esta vez. Lo cierto es que hay un sector social, que no es necesariamente de clase alta (podría dar muchos ejemplos al respecto, pero sería muy largo) que defiende una agenda que no es únicamente económica. El Frente de Todos, de las PASO en adelante centró su agenda en la economía”.
Relaciones peligrosas. Bilotta sostiene que existe ya una tensión que puede resultar en alguna distancia entre los intendentes del Conurbano y el gobernador Kicillof que, como en otras experiencias históricas de Argentina termine en una relación directa entre ese conjunto de dirigentes y la Casa Rosada, sin pasar por La Plata. “No me extrañaría que en el reparto de poder del futuro haya una relación directa de los intendentes con Alberto Fernández como parte de un contrapeso del poder”, dice.
Néstor Kirchner gobernó de esa manera, con ese vínculo directo: “Es algo histórico –dice Bilotta–. Carlos Menem también hizo algo similar con Eduardo Duhalde. Es cierto que en este caso hay muchos votos, especialmente en la Tercera Sección Electoral, que son de Cristina. Y esto también tiene historia: los intendentes aceptaron a Kicillof como candidato precisamente porque Cristina es la dueña de los votos. Habrá que ver realmente cuál será el rol de Cristina también en ese reparto del poder”.
Personajes. Dentro del nuevo equilibrio, hay algunos intendentes que van a ocupar roles estelares. Son quienes tienen línea directa. Uno de ellos es Gabriel Katopodis, el intendente de San Martín.
El analista considera que “Katopodis, junto a Juan Zabaleta, de Hurlingham, estuvieron junto a Alberto Fernández en la campaña de Randazzo. Juntos representan un lugar que claramente no es el de La Cámpora en la Provincia. Los veo con un lugar preponderante en el espacio político que viene”.
Para Bilotta son personajes contrapuestos con Mayra Mendoza, por ejemplo, la electa intendenta de Quilmes. “Ella, con María Fernanda Raverta, constituyen un caso paradójico. Ambas terminaban su mandato como diputadas y fueron obligadas a trabajar en el territorio. Y se encontraron con el triunfo. Es bastante probable que lo que vaya a suceder ahora es que establezcan una línea directa con la intendencia de Avellaneda, que conserva Jorge Ferraresi, constituyendo así un corredor que va de la Casa Rosada a La Plata. Raverta representa en su origen una línea divergente dentro de La Cámpora. No hay que olvidar que fue pareja de otro opositor interno, Juan Ottavis”.
Juntos por el Cambio. Néstor Grindetti, a juicio de Bilotta, representa un tipo de gestión muy ligada a su lugar. Más allá de que gestionó en la Ciudad de Buenos Aires, nunca dejó de vivir en Lanús. Eso explicaría en parte su triunfo, además de un estilo de gestión muy diferente al de Darío Díaz Pérez. “Edgardo Depetri está más referenciado como sindicalista de ATE que como dirigente de la ciudad. Grindetti pudo remontar la derrota en primera vuelta, tal como sucedió con Diego Valenzuela en Tres de Febrero. En este último caso, logró aprovechar también algunas disidencias dentro del peronismo, como para remontar lo que fue un mal resultado en las primarias”.