ELOBSERVADOR
lelio Marmora

“En algunos países, las deportaciones son un negocio”

default
default | Cedoc

El director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero analiza la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. La crisis puntual del caso sirio tiene origen en un complejo de cuestiones derivadas de los intereses relacionados con los recursos naturales de la región, como el gas o el petróleo. Según Mármora, la injerencia de potencias occidentales, a través de la venta de armas, ha sido determinante para el desarrollo de esta tragedia.
—¿Cuáles son las principales contradicciones de la crisis migratoria?
—Por un lado, nos encontramos con que los países que durante la Segunda Guerra Mundial fueron expulsores de población ahora tienen que recibir migrantes en forma masiva. En la actualidad, el principal problema no es entrar a un determinado país, sino integrarse a la sociedad. Hay un aumento de ciertos sentimientos xenófobos en relación con los migrantes que son vinculados con sectas extremistas religiosas. Alemania es el país que mostró mayor vocación solidaria a partir de la recepción de refugiados, pero allí la integración no es fácil. La migración turca que lleva generaciones en el país europeo todavía no pudo integrarse totalmente. Siguen siendo extranjeros en el territorio donde han nacido.
El caso de Francia es un gran ejemplo de esta situación. En los suburbios de París encontramos verdaderos guetos de hijos y nietos de migrantes. Ellos se quedaron en determinados barrios y se encuentran desfavorecidos o discriminados.
—¿A partir de esta problemática crece la xenofobia en Europa?
—Si bien se mantiene una posición de tolerancia, porque los grupos xenófobos son minoritarios, el problema crece y se están institucionalizando en partidos políticos. Hoy las migraciones son un tema de campaña política. El caso del estadounidense Donald Trump es el más extremo, pero en Europa hay partidos de extrema derecha que son una traba para la integración. La islamofobia está muy extendida en muchos países de Europa.
—¿Por qué considera las migraciones como un negocio para Estados Unidos y Europa?
—El tráfico de migrantes es un negocio floreciente. Se calcula que los refugiados sirios pagan entre 6 mil y 8 mil euros para poder atravesar de Turquía a una isla griega. También es un negocio para las empresas que se ocupan de deportar migrantes y para aquellos funcionarios que dejan entrar o no a una persona de acuerdo a lo que puedan conseguir. Los grandes negocios están vinculados con las multinacionales de armamentismos. Se realizan ventas de armas a grupos como ISIS a cambio de obtener gas y petróleo a mitad de precio. A su vez hay multinacionales que se ocupan de construir muros para no dejar pasar a los migrantes. Hay mucha gente que se dedica a ganar plata con esa tragedia.
—¿Qué opina de los cercos que levantan algunos países europeos?
—En su momento, todo el mundo festejó la caída del Muro de Berlín. Se consideraba un triunfo de la democracia. Hoy en día tenemos muros de más de 17 mil kilómetros. Es una vuelta a la Edad Media en un mundo que se dice globalizado. Las personas cada vez se pueden mover menos. Los muros no sirven para nada porque fomentan el contrabando humano. Lo único que se ha logrado con estas trabas es la creación de verdaderas sociedades clandestinas con millones de personas en situación irregular con alta vulnerabilidad, y con grandes posibilidades de ser explotadas.