Gabriela Oliván es una equilibrista que balancea su manera de entender y representar el mundo con iguales dosis de mentalidad corporativa y conciencia ciudadana. Al otro lado de la pantalla, suena siempre criteriosa; puede volverse reflexiva sin dar sermones, puede hablar de negocios sin dejarse fascinar por el dinero.
“Será que siempre tuve una sensibilidad para mirar no solo mi carrera profesional, sino también lo que ocurría a mi alrededor ( ) Soy de Monte Grande, y vengo de una familia en la que no hubo antes nadie que tuviera título universitario. Y mi fuerte formación cristiana siempre me mantuvo con los pies en la Tierra y tratando de ayudar a los demás”. Okey. Entonces va quedando claro por qué ahora, sin una corporación que la cobije, su capacidad de impulsar proyectos sigue intacta, al punto de que está liderando una red de más de 3.500 mujeres de todo el mundo, brindándoles capacitación, alianzas estratégicas, y dotándolas de herramientas para encarar la era de la comunicación algorítmica de la mejor manera.
Durante seis años, Gabriela fue la Directora de Comunicaciones de Accenture para toda Hispanoamérica. Al relatarlo, reconoce que ocupar posiciones de poder le costó muchísimo, más aún en su primer empleo, cuando trabajaba en la industria del petróleo, masculina por excelencia.
Sin embargo, se define "feminista moderada, porque creo en la complementariedad" y agradezco a muchos hombres que creyeron en mí a lo largo de mi carrera. Pero también, cuando cursaba una beca Eisenhower sobre el futuro del periodismo, tuvimos acceso a estudios que señalaban que las mujeres teníamos que amigarnos con la tecnología. Entonces entendí que eso aplicaba a los medios de comunicación, y yo tenía una red enorme de periodistas, por mi rol en Accenture. Bueno, ahí pensé "chicas, esto aplica a ustedes; si yo empiezo una red, y pienso formas en que podamos comunicar los cambios tecnológicos que estamos viviendo, ¿se enganchan?" Y ahí nació WINN.
Ajá. De eso se trata hoy la vida de Gabriela. Woman in the News Network es la fundación que ella preside, porque la creó mientras era la responsable de la comunicación de una de las empresas líderes del mercado tech, pero se la llevó consigo cuando "comprendí que era tiempo de dar un paso en mi carrera, y profundizar este proyecto que ahora ene que ser sustentable, pero, además, no defraudara tantas personas que esperan de nosotras todo el apoyo para ser mejores en sus profesiones".
WINN ene un consejo asesor de lujo -Marna Rúa y Silvia Fesquets se destacan allí- además de periodistas femeninas de los principales medios del país colaborando para ofrecer mentorías, seminarios, cursos, y una red de contactos que vincula organizaciones como la Asociación de Periodistas Venezolanos en el Extranjero (Apevex con instituciones académicas y un sin número de etcéteras.
Es interesante comprender que Oliván, en los años que lleva dirigiendo WINN, eligió no poner el foco en lo que podría haber mejorado su perfil como ejecutiva. No apostó por su crecimiento en tanto responsable de un área, ni siquiera invirtió tiempo, esfuerzo o dinero en ello.
Poco antes de que estallara la crisis sanitaria, publicó un libro en el que analiza cómo la inteligencia artificial (las plataformas, los algoritmos, las redes sociales, las Big Tech) se vuelve decisiva en el modo en que nos comunicamos. Su ópera prima se llama Comunicación 5.0: del impacto tecnológico a la colaboración, y ofrece reflexiones de corte antropológico alrededor
de los vaivenes que las empresas periodísticas, los y las periodistas, y el público (que dejó de serlo, porque pasó a poder comunicar sin pasar por los medios tradicionales).
Hay allí otro signo del perfil singular de esta ejecutiva de una multinacional que se sale de lo esperable, se deja llevar por sus inquietudes, se permite trazar caminos paralelos.
“Estoy muy agradecida con la empresa, porque me dejaron desarrollar mis proyectos, e incluso cuando resolvimos que yo tenía que dar un paso al costado, me dijeron ‘WINN es tuya, nosotros te acompañamos, nada más’ así que hoy es mi responsabilidad no defraudar a quienes forman parte de esta red”.
En la plataforma de la organización que Gabriela dirige, es posible obtener sin costo una membresía, y gracias a ello acceder a webinars, como el que dictarán este fin de mes, acerca del desarrollo de marcas personales, uno de los grandes tópicos de la comunicación de este tiempo.
“Desde la empresa y también desde los medios masivos de comunicación empezamos a entender hoy que la manera de llegar a nuestro público estaba cambiando completamente a partir de que se establecieron los sistemas algorítmicos. Fijate que Elon Musk cerró la oficina de prensa de Tesla, porque decidió comunicarse hoy con su público directamente, mediante redes sociales, ¡pero luego además se compró Twitter! A mí no me convence del todo que sean esas enormes empresas privadas las que definan hoy qué es lo que podemos o no podemos decir”.
Gabriela tiene la amabilidad de dejar pensamientos flotando en el aire y hacer el silencio necesario para que uno analice sus palabras. Baja la vista, se retoca el peinado levemente, y cuando uno menos lo espera, ofrece una sonrisa amplia, acompañada de una frase de ocasión con la que volvemos al tono que dejamos en suspenso.
Pero entonces, sus ojos negros proyectan en los míos una profundidad insondable. Es el calibre de su templanza. Es su fe y son sus convicciones. Con ellas tejerá, de seguro, todas las redes que se proponga.