En la vereda del jardín público al que Gimena lleva a sus hijos hay varios padres y madres esperando que abran las puertas para que sus niños ingresen a la institución. En un rato tendrán una clase abierta de educación física, la primera desde 2019. De un grupo de diez adultos, dos o tres todavía llevan barbijo, aunque la mayoría dejó de usarlo en las últimas semanas. Sin embargo, casi todos se siguen saludando con el puño. Julieta, mamá de Antonia (4 años) llega con mate y convida tímidamente (“si alguien quiere, yo ofrezco”, dice). La mamá de Pedro estira una mano y acepta la invitación, sacándose el barbijo por un rato. En tanto, la mayoría prefiere no compartir mate todavía, y muchos llevan los propios.
Durante la pandemia, las políticas preventivas para evitar el contagio del coronavirus impusieron no sólo el mandato de quedarse en casa sino también toda una serie de nuevas formas de regulación de la interacción, como el saludo con codo o puño, el uso de barbijo y la distancia entre los cuerpos. Desde la sociología de la cultura, nos preguntamos cómo se transformó la vida cotidiana durante el aislamiento y qué cambios llegaron para quedarse. Después de un extenso período de reclusión y cuidados, ¿cómo se construye hoy la interacción social en presencia?, ¿cómo nos saludamos y qué estamos dispuestos a compartir?, ¿se está produciendo un retorno masivo a las salidas a cines, teatros, recitales o bares?
Para explorar estas preguntas, desde el Núcleo de Estudios en Cultura y Comunicación en conjunto con Pascal hicimos una medición a través de una encuesta sobre el retorno a prácticas de sociabilidad y salidas culturales presenciales, sobre las formas de saludarnos, el uso o no del barbijo, y la persistencia del miedo al contagio. La encuesta fue realizada en junio de 2022, con 959 casos. El perfil de los encuestados es de mayores de 16 años, residentes en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, con una muestra aleatoria estratificada y balanceada según la distribución poblacional. Los resultados nos muestran un nuevo escenario signado por la vuelta a prácticas prepandémicas, pero también de nuevas formas de sociabilidad y el a-ggiornamento de algunos comportamientos.
Saludo, barbijo y mate. Pasaron más de dos años, casi tres desde que comenzó oficialmente la cuarentena en el contexto de la pandemia. Si bien pronto se recuperaron prácticas que parecían olvidadas, las marcas de la crisis sanitaria son claras a la hora de indagar en el escenario pospandémico. Un claro ejemplo de esto es el uso del barbijo, algo impensado unos años atrás y que solo veíamos en algunas películas de ciencia ficción.
Recordemos: durante la pandemia se estableció el uso obligatorio de barbijo o tapabocas cubriendo nariz, boca y mentón tanto en la Ciudad como en la Provincia de Buenos Aires. Con el tiempo se fue liberando su uso en diversos espacios y cada vez se lo ve menos, aunque en espacios cerrados, en el subte o en colectivos, y en espacios sanitarios se sigue utilizando. En la encuesta preguntamos por la frecuencia de uso actual de barbijo: el 60% respondió que lo usa sólo en espacios cerrados, el 29% dijo que lo usa todo el tiempo y el 11% dijo que no lo usa nunca.
El uso de barbijo varía en función del lugar de residencia: en CABA el 37% dijo usarlo todo el tiempo, contra un 27% en el Gran Buenos Aires. También varía en relación con el género, puesto que el 33% de las mujeres respondieron “todo el tiempo”, contra un 24% de los hombres. El porcentaje de personas que responde que no usa nunca el barbijo es más alto entre los jóvenes (15%), que entre los adultos y adultos mayores (6%).
Uno de los hábitos culturales de los argentinos que se vio afectado por la pandemia fue el compartir el mate. En la encuesta preguntamos si en los últimos tiempos las personas estaban compartiendo, o no el mate y en los resultados generales, se observa que el 56% de las personas no lo comparte, el 37% sí y el 7% no toma mate. La conducta con respecto al mate varía en función del lugar de residencia: en CABA, sólo el 29% dijo compartir el mate, mientras en la Provincia de Buenos Aires, lo hizo el 39%. También es más frecuente compartir el mate para los hombres (45%) que para las mujeres (30%). La edad incide, siendo más frecuente compartir mate entre jóvenes (el 52% comparte) que entre adultos (30%) o adultos mayores (22%).
En la misma línea, con la pandemia se instaló un cambio en la distancia entre los cuerpos y en las formas de saludo: se impulsó, desde las comunicaciones oficiales y desde los medios de comunicación, primero el saludo con el codo y luego con el puño. En la encuesta preguntamos cómo saludaron con más frecuencia a las personas durante las últimas semanas. El 53% dijo saludar con el puño, el 30% con un beso, el 12% con un abrazo y el 6% sin contacto alguno. La conducta al saludar varía entre hombres y mujeres: sólo el 1% de los varones dijo que saluda sin contacto, mientras que el 10% de las mujeres eligió esta respuesta.
Prácticas culturales y retorno a espacios cerrados. Durante la pandemia estuvieron cerrados los espacios culturales como cines, teatros y museos, se suspendieron los conciertos y muestras, y estuvo restringido el acceso a bares y restaurantes. En forma paulatina desde noviembre de 2020 estas restricciones se fueron levantando y en la actualidad, ya no hay ninguna restricción. Para evaluar los comportamientos en función de esta reapertura de espacios, en la encuesta preguntamos si durante los últimos seis meses (entre enero y junio de 2022) habían asistido a cines, teatros, recitales, bares o restaurantes, museos o centros comerciales.
El 65% dijo que retornó a bares y restaurantes, mientras que el 58% volvió a frecuentar los shopping o centros comerciales. Algo más de la mitad (56%) volvió al cine después de la pandemia, el 39% asistió a un museo o centro cultural, el 35% volvió al teatro y el 33% asistió a un recital.
Los más jóvenes (entre 16 y 24 años) son los que más volvieron a salir a bares (77%), entre los de 25 y más años el porcentaje oscila entre 60 y 62%. Algo similar ocurre con la salida al cine: el 67% de los jóvenes volvió a asistir; mientras que los adultos de entre 41 a 55 años, lo hizo el 55%; y entre los de 56 a 64 años, el 39%. En cuanto a los mayores de 65 años, el 42% volvió al cine.
Con respecto al teatro, asistieron en mayor medida las mujeres (39%) que los hombres (31%), algo que en encuestas previas sobre prácticas culturales ya se observaba. Tanto con el cine como con el teatro, observamos que los que tienen hijos menores a cargo volvieron en mayor medida (40%) que quienes no los tienen (31%).
En la interpretación del retorno o no a las salidas culturales en espacios cerrados se cruzan diversos factores. La percepción del riesgo según la edad juega un papel importante, pero también incide la capacidad adquisitiva en el caso de salidas que requieren pagar una entrada o una consumición. En contraste con los espacios cerrados que implican un mayor riesgo de contagio, se valoriza la opción de salir a parques y plazas (el 72% volvió a frecuentarlos), así como también a clubes con espacios al aire libre (el 53% volvió a asistir en los últimos seis meses).
Por último, el uso de plazas y parques fue algo más frecuente entre residentes de CABA (79%) con respecto a los residentes del GBA (70%). Casi no hay diferencias por género. Por grupo etario, cuanto más alta la edad, se registra un menor retorno a plazas y parques.
*Eidades-Unsam/Conicet.