ELOBSERVADOR
una propuesta para la argentina

Hay que dar vuelta la coparticipación federal

Un fragmento del libro en el que el reconocido empresario sostiene que el sistema de cobros de impuestos está detrás del flagelo inflacionario que azota a la economía de nuestro país. Propone un modelo que considera más equitativo y reactivador de la economía.

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Situación. La economía, paralizada entre planes sociales y fábricas con capacidad ociosa. | obregon / afp

Estamos frente a un nuevo gobierno. Quienes piensan que Cambiemos puede volver a serlo no son realistas. Comprendo su desazón. La misma que tuve yo a partir de abril de 2016, cuando decidieron tratar de volver a ser gobierno en vez de hacer las cosas por las que los habíamos votado, que era un cambio estructural que permitiera a la Argentina salir del pozo en el que nos metimos.

Fue cuando dijeron y explicitaron que no bajaría más el nivel de población que trabajaba en el Estado, y donde el ministerio de Carolina Stanley pasó a ser el más importante y a su vez nos dijeron a los industriales que nuestras empresas eran obsoletas y nos íbamos a salvar en nuestro país con servicios y turismo. Fue también cuando la independencia del BCRA pasó a ser dependiente del control del dólar como único recurso para tratar de  bajar la inflación.

Ahí comencé a escribir este libro, que sale con el nombre de Revolución impositiva. El nombre algo rimbombante es porque las palabras “reforma impositiva” se malograron en este gobierno pues se las asoció a una pequeña y nada importante, y fracasada, modificación en los impuestos que, en teoría, en cinco años desaparecerían.

Modelos. En 2016 comencé primero un trabajo de modelación de la economía usando un lenguaje llamado Sistemas Dinámicos para tratar de captar las esencias de funcionamiento real de nuestra economía, la caja negra donde suceden las cosas, mecanismos que, mal que les pese a economistas de renombre de Argentina, no funcionan igual que en otros países por una serie de diferencias que tenemos, como el bimonetarismo, gastos altísimos e improductivos del Estado, límite superior de impuestos cobrados, complejidad y, no menor, una población altamente cínica y conocedora de nuestra historia, que no se comporta ni como nuestros vecinos ni como nadie en el mundo que yo conozca.

Este trabajo, que para mí mostraba con claridad el origen del problema, lo mostré varias veces a ministros y funcionarios y noté que lo que pensé que era fácil de interpretar no lo era para la mayoría y era tratado con sorna. Por desgracia demostró ser mucho mejor predictor de lo que sucedió en nuestro país, y por tenerlo por lo menos pudimos ir sorteando los obstáculos que se nos presentaban y llegar al final de este gobierno (con un costo altísimo en sacrificio y personas que perdieron su empleo) que, como otros malos, dejó la Argentina peor de lo que la encontró.

El punto principal de la tesis desarrollada es que la inflación argentina no es por emisión del Estado, esa es una consecuencia. No es por déficit del Estado, esa es una consecuencia. No es por falta de recaudación, esa es una consecuencia. Tampoco por el gasto público, ya que esta es una consecuencia también.

Unitarios. La causa está más cerca de ser que aquellos políticos que más gastan, tradicionalmente y mientras pueden volver a ser reelegidos, más elecciones ganan. Y esto se da, y esta es la real causa, porque en el sistema nuestro no hay una correspondencia fiscal entre quienes pagan los impuestos y quienes perciben los beneficios, aunque sean los mismos, entre quienes cobran los impuestos y quienes los gastan.

Nuestro país tiene el peor de los sistemas impositivos posibles, es de recaudación unitaria y de gasto federal. Y este gobierno no solo no hizo nada en el sentido de mejorar esta situación , sino que la empeoró.

Entonces comencé a hacer un plan que, tomando en cuenta lo que el modelo mostraba, en vez de someter a la población a la vejación de decirle que estamos así pues culturalmente no tenemos remedio, o de darle pan y circo, pusiera los incentivos impositivos al servicio del país promoviendo el empleo de los recursos humanos, productivos, la tierra y la minería al servicio del crecimiento económico, y con ello al mejoramiento de la salud, la educación, la seguridad y la justicia.

Este libro con el plan, corto, muestra por supuesto un ideal, pero también muestra cómo propongo que se haga, por qué propongo una cosa y no otra, cómo y cuáles creo serán las consecuencias de las modificaciones, y les digo a los actores qué creo que sucederá con ellos.

Cada vez que lo leí le hice cambios, por lo que no me extrañaría que pueda ser mejorado. Su intención no es ser la última palabra. Es mostrar a periodistas y economistas, a empresarios y políticos que dicen que no hay otra forma que el ajuste violento, o el regalar dinero, que existe una alternativa mejor que es contar con un sistema impositivo que promueva el correcto funcionamiento de las fuerzas económicas, llevando sin esfuerzo en la dirección correcta, explotando la biomasa extraordinaria que tiene nuestro país y aprovechando la gran capacidad de nuestro territorio de generar, junto al trabajo de los argentinos, el desarrollo tan mentado que siempre pensamos podíamos tener.

Distribución. Está en definitiva basado en un sistema de coparticipación inversa donde los intendentes, que considero la gran mayoría es muy capaz, cobren impuestos (sobre ventas al consumidor 7% y sobre las propiedades, 2% sobre el valor verdadero) y coparticipen al gobernador el 30% de lo recaudado.

El gobernador podrá cobrar 2% sobre el real valor de las tierras en su provincia y 5% sobre la facturación de las mineras como royalties (incluso Corrientes sobre la generación de energía) y toda industria extractiva, como la pesca. Coparticipará el 30% de lo recaudado a la nación, que distribuirá a provincias necesitadas o las guardará para emergencias.

La nación cobrará impuestos a la distribución de dividendos (50%) cuando pasen de una sociedad anónima a una persona humana o una persona jurídica al exterior, al envío al exterior sobre los servicios de la deuda de las empresas (20%) o sobre servicios de empresas globales como Google, Rappi, Netflix o Amazon, por ejemplo (20%). Cobrará además para el sistema de jubilación un impuesto sobre el consumo domiciliario de energía, también un impuesto para infraestructura sobre el consumo de naftas y combustibles, y para el sistema de salud sobre tabaco, alcohol, azúcares y juego. Sobre comercio exterior, tanto a importadores y exportadores para el sistema de puestos (a tanto por tonelada o contenedor), y junto a esto podrá no cobrar más aranceles de importación.

Y derogará y eliminará todos los demás tasas e impuestos, que según dicen superan 150 ítems.

No habrá más impuestos sobre el valor agregado ni sobre el trabajo, los productos costarán menos de la tercera parte en dólares (igual que en el resto del mundo). Exportaremos, será barato vivir en el país, y recibiremos turismo. El Estado disminuirá en un primer momento al 50% en dólares y luego bajará su población empleada por demanda del sector privado, a una población administrativa de no más de 1,5 millones de personas. La sociedad votará que la edad jubilatoria suba pues la estará pagando con la energía, y desaparecerá la inflación pues los impuestos propuestos no la alimentan; por lo contrario, cuantos más impuestos haya, menos dinero disponible habrá.

Recetas. Para que este plan se ponga en marcha, debemos como primera medida comprender que las recetas planteadas para resolver problemas en economía deben tomar en cuenta la sociedad y sus experiencias previas, el contexto mundial, la geografía y el estado de la situación de las empresas, los ciudadanos y los políticos y las reglamentaciones actuales que los afectan, con todo ello hacer algo que mejore las condiciones de su población y no las empeore. Como en medicina, lo importante de una acción es que no empeore el enfermo, y como en medicina, es fundamental comprender el origen de los problemas.

Atacar solo las consecuencias es y ha sido mala praxis.

Los continuos parches que en los últimos años se han hecho atacando síntomas y no causas han debilitado nuestro país y lo han empobrecido, y es por eso que se requieren cambios importantes, que en la mayoría de los casos significarán simplificar y sacar impuestos y regulaciones. En términos políticos esto requiere de coordinación entre las partes, siendo las partes los distintos partidos políticos que representan a la sociedad, pero también las partes son la relación entre gobiernos nacional, provincial y municipal, y entre sector empresario y sector político.

La dirección de un país está en manos del Poder Ejecutivo, y es el responsable de que lo expresado en el párrafo anterior ocurra. La separación en grietas ficticias, el encono con los adversarios políticos, la falta de capacidad de escuchar a quienes saben y especialmente los errores de pensar que las inversiones responden a voluntarismos son fallas en la administración del país que generan pobreza.

La conducta de los elementos que generan la riqueza de un país se mueve por factores económicos, y así empresas, Estado y sociedad pueden generar riqueza si los incentivos están bien alineados. No es cierto que nuestro comportamiento económico esta signado por la cultura. Si fuera así, no tendríamos remedio. Está signado por lo que los impuestos y reglamentaciones nos impulsan a realizar. En Argentina, estos van en el sentido contrario a lo que necesitamos para crecer y desarrollarnos. Y es por ello que, desde hace muchos años, hemos ido perdiendo posiciones en el contexto de lo que sucede en el mundo.

Coparticipación. Esta propuesta es simple, pero las implicancias son muchas y en distintos órdenes. Es simple pues, como lo que sucede con un brazo de palanca bien utilizado, trabaja con el origen del problema, que es el sistema de coparticipación federal y sus implicancias políticas donde, por no haber correspondencia fiscal, promueve el gasto de los actores políticos pues así ganan las elecciones. Todo lo demás, la inflación, la pobreza, la corrupción, etc., parte de este comportamiento promovido por el sistema.

La implementación no es dificultosa, pero requiere de un salto de imaginación, el salto que el gobierno nos suele pedir a los empresarios, y que los empresarios se lo debemos pedir a los integrantes del Estado y, más precisamente al Poder Ejecutivo. Requiere de análisis pero, más importante que todo, requiere, de que quien dirija tenga claro el norte, pero también tenga alrededor a quienes pueden llevar el país por el camino correcto sorteando las dificultades que aparecerán. Espero haber podido generar algunas ideas.

*Empresario (fragmento del libro, Revolución impositiva).