El pasado martes, la charla “Fake news, política, derecho y periodismo”, organizada por la diputada Victoria Donda, y de la que fueron disertantes el ministro de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti y el fundador de editorial Perfil y presidente de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, terminó con una foto. La cumbre de líderes del G20 es una de las tantas demostraciones de que los gestos –y el registro, por ejemplo, fotográfico de los gestos– son una manera de hacer política. Un gesto, una foto, son manifestaciones políticas: algo que saben los estrategas electorales o el community de cualquier partido político. Y esa foto es, puede ser el germen de varios hechos políticos de cara a la ya inminente campaña electoral de 2019.
En la imagen puede verse a políticos y legisladores de distintos partidos políticos junto a los dos oradores: desde Emilio Monzó a Wado De Pedro, pasando por Facundo Moyano y la misma Victoria Donda. Todos –tal como se verá unas líneas más abajo– con el compromiso de no usar fake news en la campaña. De repudiarlo como recurso electoral.
La política no se mancha. Bajo el hashtag #LaPolíticaNoSeMancha el enfoque que plantean políticos como Victoria Donda, el concepto es comprender que las fake news son, esencialmente, corrupción: “Cuando hablamos de fake news hablamos de corrupción. Y de corrupción política de un sector que no puede llegar al poder sin mentira ni manipulaciones. Estos tiempos nos exigen un compromiso ético. El sistema democrático nos exige ética. Hagámoslo. Vamos a impulsar un compromiso político para que en la próxima campaña electoral no se usen noticias falsas”, dijo la diputada.
En la misma línea, el legislador de Cambiemos, Daniel Lipovetzky, dijo que “la democracia debe ser mejorada. No podemos permitir que las fake news sean utilizadas para generar un descreimiento en el
sistema político. Tenemos que tener un fuerte compromiso para erradicarlas de las campañas electorales”.
Transversalidad. En diálogo con PERFIL, el diputado del PRO dijo que “el espíritu del evento fue precisamente ése. Este fue el objetivo de la organización de Vicky Donda, charlamos mucho con ella en la previa. Por eso, pese a que era un día muy complicado, traté de hacerme un tiempo para estar. Me parecía que más allá de la participación presencial nuestra, mostremos que hay una transversalidad en este objetivo”.
Lipovetzky utilizó la palabra preocupación para definir el sentimiento de los legisladores al respecto de las fake news: “con ellas y con el efecto que se genera en toda la sociedad. Sobre todo con el uso y las réplicas tan fuertes en las redes sociales. Por supuesto, que todo esto aumenta, en relación a una campaña electoral. Es una buena iniciativa sentar una base sobre este tema y creo que éste fue el primer evento de otros que debemos hacer para llegar a un acuerdo previo al año electoral”.
¿Dónde terminan las opiniones y cuándo empiezan las fake news? Para Lipovetzky “una cosa es expresar una opinión o una calificación que uno puede expresar acerca de una persona, de un político y otra cosa es cuando brindás informaciones que son falsas, incluso malintencionadamente falsas. Te diría que si hacés una encuesta en el Congreso, la mayoría de los diputados hemos sido víctimas de esto. Nos pasó a varios de los que defendimos el aborto, que fuimos acusados de estar financiados por George Soros”.
Para el diputado es clave que los medios periodísticos “tengan cuidado en lo que toman de las redes sociales que muchas veces actúan de manera microclimática”.
Lo complejo es que todo sucede en el contexto para comprender el fenómeno de las redes sociales, de la verdad, los contenidos, lo que se puede hacer y lo que no en las redes presenta desafíos, tanto para quienes trabajan con los contenidos que circulan –especialmente los periodistas– y para quienes deben legislar.
Del otro lado de la circulación de mentiras, que, en definitiva es lo que constituye las fake news también está el problema de la libertad de expresión, y sus límites.
Preocupación. Ricardo Lorenzetti comenzó su discurso comentando que para él es un tema que está generando mucha preocupación a nivel global. Y la necesidad de una regulación: “En primer lugar –dijo– hay que entender que la libertad de expresión es algo que ha perdurado a través del tiempo. Resistió las dictaduras, los autoritarismos, el discurso del odio. Lo hizo gracias al sacrificio y la valentía de muchísima gente, entre ellos, muchos periodistas, la clase política, los movimientos sociales”.
Para el ministro de la Corte es uno de los pilares de la democracia, que no puede ser afectado ante la regulación que, por otra parte es imprescindible.
“El Congreso tiene la enorme responsabilidad de regular la democracia. Especialmente, con este tema, el de las fake news, que en todo el mundo está generando muchísima preocupación –dijo Lorenzetti–. Una de las claves para entender el tema es que la libertad de expresión resistió a las dictaduras y los autoritarismos. El problema de las redes sociales es cómo se afecta la credibilidad. Lo que se dice puede ser afectado a través de lo que se haga en las redes sociales, de una manera sistemática y anónima. Eso hace que el discurso político y social pueda ponerse en duda”.
Funcionamiento. Vivir en las redes plantea un problema y un desafío. Previamente, Jorge Fontevecchia había sostenido: “Voy a hacer un diagnóstico básico: el consumo de medios es el mismo que en tiempos de nuestros abuelos, pero las redes sociales cambiaron el modelo de negocios. Venden nuestras conversaciones privadas. Google y Facebook concentran el 89% de los recursos publicitarios del mundo. Es una extracción colonialista que ya ni necesita barcos para llevarse recursos. Nuestro uso del tiempo habitual es más o menos el mismo que el de nuestros abuelos, pero ésas entre cuatro o seis horas de tiempo de ocio está llena de nuevos medios. Uno llegaba a su casa y había conversaciones privadas que podían extenderse entre una y dos horas: con el vecino, con los integrantes de la familia, en el bar de la esquina, en el club, en la Iglesia. Esas conversaciones o eran cara a cara o eran por teléfono. A partir de las redes sociales, el modelo de negocios, la cuestión económica de todo esto, varió. Ahora, en las redes estamos. Y ellas monetizan ese contenido privado de sus consumidores, que son, a su vez consumidores productores”.
Lipovetzky señaló en la nota con PERFIL que “es interesante lo que planteó Fontevecchia en cuanto a la producción de las noticias. Lo digo a título personal: hay que cuidar a los que producen las noticias, porque después son los que en definitiva terminan beneficiando a los que las difunden en las redes. Me parece que ahí hay un punto en el que la Unión Europea está trabajando y nosotros, tendríamos que empezar a dar el debate. Es una manera de cuidar a los medios de comunicación, a la prensa independiente. Es un tema que incide también en la creación de puestos de trabajo. Es un punto al que el mundo va. Con el tema de las redes, hace diez años pensamos una cosa, que iban a democratizar la información, que eran una panacea. Después descubrimos que ese crecimiento exponencial, ese desarrollo, nos llevó a otra parte”.
Ricardo Lorenzetti lo expresó desde el punto de vista legal: “cualquier persona tiene hoy toda su vida puesta en internet –dijo–. Y eso puede hacer que en unos años no consigamos trabajo por esos mismos datos (el riesgo de enfermarnos, por caso). Y eso puede expandirse a lo que hagamos. E incluso, a lo que opinamos. Se pone en riesgo la vida privada de las personas. Se puede condicionar la vida de las personas”.
Marcos y juridicciones. Este mismo mecanismo hace que, según el ministro de la Corte “las redes tienen una estructura tecnológica que difiere de las leyes de cada país. Y esto lleva a la polarización. Es un riesgo para la estructura democrática. Si imaginamos que la opinión de las personas, puede ser orientada, estamos frente a un problema. Esa orientación no solo puede estar en manos de las grandes empresas. También pueden hacerlo los estados. Que al actuar sobre los ciudadanos pueden influir también en los países. Otro problema es cómo influye todo esto en la parte escrita, en internet. El mundo reacciona de diversas maneras ante estas amenazas. Y aquí, cada modelo regulatorio tiene un riesgo. Un modelo regulatorio sería la sanción penal: decir, como sucede en Malasia, que la noticia falsa es un delito. Pero el tema es cómo determinar cuándo empieza una noticia y cuándo ya es opinión. En Francia, Alemania e incluso en Italia se aplicaron otro tipo de estrategias”.
Ley contra las fake news. Para el diputado Facundo Moyano “es muy importante que los representantes de todas las fuerzas políticas asuman el compromiso de combatir la utilización de las 'noticias falsas' como herramienta electoral“. La complejidad estaría determinada por cómo considerar a las noticias falsas”.
Lorenzetti dijo que la Corte discutió esta cuestión vinculado al tema Google: “les dijimos que si tienen la tecnología para conocer los datos de las personas, podrían desarrollar otra para que si cualquier ciudadano pudiera manifestar que una noticia lo perjudica o afecta su prestigio pudiera defenderse en este mundo en el que existen continuamente opiniones y contraopiniones. Las redes sociales tienen una dinámica muy acelerada, muy fuerte y hay que crear un mecanismo preventivo. En este sentido, el mecanismo alemán, lo que se implementó en Alemania es muy interesante. Cualquier ciudadano puede dirigirse al administrador de la red y si esa cantidad de quejas supera un límite tiene la obligación de corregirlas”.
Francia avanzó aún más en la cuestión específica de las fake news: “y fue incluso al tema electoral –dijo Lorenzetti. En Francia lo que se ha dicho es que nuestra cuestión no es definir lo que es una noticia falsa. La verdadera cuestión es el universo, los cauces, los canales de difusión de las noticias falsas en la actualidad. Es un tema clave, porque si uno dice que una noticia falsa puede generar riesgos. La clave entonces estaría en regular los canales a través de los cuales pasa todo esto. En Francia los llaman vectores. También es clave la cuestión de la influencia de los Estados Extranjeros en determinados estados nacionales. Allí hay una ley de confianza en la información”.
Confianza. Comprender de dónde y cómo viene una noticia es una base probable para no ir en contra de la libertad de prensa.
“No se trata de censurar el contenido –algo que puede pasar con la reciente ley de Malasia–, sino de buscar confianza, transparencia. Hay muchísimos artículos en la ley en este sentido. También, desde la perspectiva de los derechos del consumidor. En Italia también hay otro proyecto legislativo y mucha discusión al respecto. Allí se habla de la misma manera de difusión de noticias falsas. Y esto también tiene un problema de definición”.
Para el ministro de la Corte, “es clave que la legislación esté diseñada para preservar valores. Muchos de los proyectos regulan específicamente con Facebook o con Google. Pero tenemos que tener en cuenta la aceleración del mundo”.
“El avance tecnológico crece exponencialmente. Pensar una ley hoy tiene que regirse más que nada en los principios que una sociedad defiende”, concluyó Ricardo Lorenzetti.
“El periodismo es hijo del sistema liberal”
Jorge Fontevecchia señaló que la crisis de los medios sucede en el contexto, también, de una modificación del ecosistema político a partir de los algoritmos “lo que resulta adecuado a un servicio de música o de cine, como lo hacían los antiguos almaceneros, pero aplicado a las noticias, es un desastre. Se recomienda a las personas las mismas informaciones que confirman su sesgo. Lo que hace es pronunciar su sesgo. Las personas reciben informaciones que confirman los prejuicios que traen. Esa es la retroalimentación”.
Para el presidente de Perfil Network: “el ecosistema juega con el ecosistema político. Cuando se critica a los medios, cuando se critica al periodismo, no se está criticando al periodismo. Se está criticando a algo mucho más importante. El periodismo es apenas un significante. Lo que se hace es criticar a un sistema, que es la división de poderes. Escuché el otro día al actual presidente de la Corte decir que la responsabilidad de la mala imagen de la Justicia tenía que ver con el tratamiento que le da el periodismo. Le quiero decir al doctor Rosenkrantz que en realidad somos víctimas de la misma situación. La Justicia y el periodismo somos primos hermanos. Nacimos juntos”.
Medios que median. El periodismo, tal como lo conocemos, nace en la Revolución Francesa. “El rol del periodismo es el de mediación entre los distintos poderes. Este sistema que tiene cerca de 400 años y que ha sido muy útil para generar un Estado de Bienestar, que mejoró la vida de nuestros abuelos y nuestros bi-sabuelos, incluso de nuestros padres, en la mayoría de los países desarrollados y en algunos países emergentes, no está produciendo beneficios económicos", señaló Fontevecchia. "Por primera vez, en los países desarrollados, la clase media vive peor que sus padres y teme que sus hijos vivan peor que ellos. Esto generó que haya una desazón con la democracia. Lo que genera es que haya cada vez más líderes que son críticos del sistema de división de poderes”, agregó.
Populismo. Para Fontevecchia, no es una cuestión de derechas o de izquierda. “No es un tema de Chávez o Bolsonaro, o de Trump o de otro líderes de izquierda populista. Todos ven a la prensa como un peligro. Lo que demuestra es que no estamos en un problema de derechas o de izquierda. Lo que está en discusión en el ámbito de las ciencias políticas en el mundo es el tema de la división de poderes. Si sigue siendo eficaz para mejorar la calidad de vida de todos, frente a China, o a Rusia, que tiene un modelo económico muy exitoso, que crece un promedio de 6 o 7% al año”.
"Los regímenes que creen que hay una sola verdad, piensan que no se puede mediar nada. A diferencia de los que piensan que en la sociedad los conflictos se resuelven a partir de la mediación que hacen los medios. Pero aquel sistema que cree que no hay nada que mediar es el que piensa que, por ejemplo, el Parlamento tiene que cumplir funciones protocolares, de escribanía. O que la Justicia tiene que limitarse a juzgar los juicios entre civiles. O el periodismo debiera limitarse a la difusión de lo que dice esa verdad. Esos sistemas están en conflicto con el sistema liberal, del cual el periodismo es hijo”.