En la cobertura de casos narco, el periodista necesita un aliado central: la Justicia. Los fiscales y jueces muchas veces intercambian información. Algunos defensores oficiales han ayudado a demostrar que ciertos acusados eran “perejiles” utilizados por los verdaderos señores de la droga. Por supuesto que existen casos en los que el Poder Judicial opera como un obstáculo. Pero encontrar aliados en los tribunales es vital: cubre además a los medios para la publicación de artículos e investigaciones que, de no estar basados en información de una causa judicial, serían blanco de litigios, denuncias de calumnias e injurias y demandas millonarias a los medios. De hecho, muchas veces, incluso en el caso de notas realizadas con datos judiciales, los involucrados en causas narco se dan el lujo de denunciar a los periodistas para presionarlos y obtener sus fuentes de información.
A excepción de Rosario y otras ciudades, donde la violencia es cada vez más visible, el periodista que trabaja en medios grandes o medianos todavía se mueve con cautela pero en terreno firme: los tribunales, los abogados, las fuerzas de seguridad, los expertos, las entrevistas a acusados y denunciantes. Los más desprotegidos son aquellos periodistas de medios zonales o barriales que se animan a destapar lo que sucede cuando los vecinos deben convivir con el narcotráfico. Adam Ledesma fue asesinado en 2010 en la Villa 31. Tenía un canal de TV y se había enfrentado a los proveedores de droga.
*Subeditora de PERFIL. Coautora de La ejecución (Sudamericana).