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La pobreza creció en toda la Argentina, la mida quien la mida

A pesar de que el Indec no difundió las cifras del último semestre de 2013, sus ex técnicos, la UCA, el gobierno porteño y hasta la CTA cercana al Gobierno dicen que aumentó a entre el 18 y el 36,5% de la población. Inflación, la gran causa.

Realidades. Los asentamientos y las villas ya no son sólo patrimonio de las grandes ciudades. Cartoneros, trabajo precarizado.
| Cedoc Perfil

En medio de la polémica por la falta de datos oficiales precisos y recientes sobre la situación de la pobreza en la Argentina, PERFIL relevó las diversas mediciones llevadas a cabo por instituciones privadas y organizaciones gubernamentales que en las últimas semanas publicaron informes vinculados al último trimestre del año pasado.  
Las cifras son dispares, aunque en todo caso más altas que en 2012: las estimaciones más positivas observan que la pobreza es del 18%, mientras que los cálculos más alarmantes marcan que alcanza a un 36,5% de la población. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), única voz oficial, publicó por última vez sobre el primer semestre del año pasado, y ubicó a la pobreza en un 4,7%.
Los datos del segundo semestre de 2013, cuya publicación estaba prevista en el calendario de difusión del organismo, no están disponibles. El Indec modificó a partir del mes de enero de 2014 la metodología de elaboración del índice de precios al consumidor, pasando de medir precios en el Gran Buenos Aires a hacerlo en la totalidad del país (...). Se discontinuó la publicación de la serie histórica de la medición de incidencia de pobreza e indigencia por ingresos monetarios que el instituto venía realizando desde 1993 por contar con severas carencias metodológicas”, es el argumento oficial colgado en la página web del organismo. Habrá que esperar.
Por su parte, un grupo de ex técnicos desplazados de ese organismo arrojó que hay 8.250.000 pobres: el 20,7% de la población total.
Pero hay más: de todas las estimaciones sobre pobreza e indigencia, la que llevó a cabo la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), alineada al Gobierno, fue la más llamativa por su cercanía a la Casa Rosada: semanas atrás, la central que encabeza Hugo Yasky publicó un informe llevado a cabo por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) que indicó que en el país hay alrededor de 7,5 millones de pobres, lo que representa un 17,8% de la población. La indigencia, según el estudio, es de 4,2%. Es decir, bien cerca de las demás mediciones no oficiales y lejos de la del Indec.
Según la central obrera, para no ser considerada pobre una familia tipo (dos adultos y dos menores) debe ingresar al hogar al menos $ 4.267; mientras que para no estar por debajo de la línea de indigencia hay que ganar más de 1.783 pesos.

Según quién lo diga. De todos modos, el estudio de la CTA marca la diferencia de las cifras en la “década ganada”: pasó de afectar al 49,7% de las personas en 2003, al 27,2% en 2007. Y en 2013 bajó un punto con respecto al año anterior (17,8 versus 18,8). Esa tendencia a la baja es cuestionada. Según explicó a PERFIL Marcela Almeida, una de las coordinadoras del estudio de los ex Indec, “la tendencia de reducción de la pobreza que se observó en los últimos años comienza a cambiar. En el segundo trimestre de 2011 medimos la pobreza y dio alrededor del 18%, y ahora nos da casi tres puntos más”, señaló, y agregó un dato en el que todos los investigadores coinciden: aún no se conocen los datos de cómo influyó en los índices de pobreza e indigencia la explosión inflacionaria y el aumento de precios de principio de año, aunque todos los especialistas advierten que los porcentajes serán mayores.
Además, para los ex técnicos del Indec hay un 3,7% de hogares del país que se encuentran por debajo de la línea de indigencia, lo que implica que alrededor de 1.800.000 personas no pueden cubrir el costo de la canasta básica de alimentos. Esta medición fue realizada en 31 aglomerados urbanos del país. Si se toma en cuenta tan sólo el área comprendida por la Capital Federal y el conurbano bonaerense, la cifra de pobreza desciende apenas cuatro décimas, hasta 20,4%.
De todos los informes sobre pobreza, los que arrojan resultados más alarmantes son los llevados adelante por la Universidad Católica Argentina (UCA) y el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), que lleva el sello del diputado opositor Claudio Lozano (Unidad Popular). Desde el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA aseguraron que la pobreza es del 27,5%, y ubicaron la indigencia en el orden del 5,5% para el último trimestre del año pasado, en un informe publicado hace varias semanas. Según esta estimación, una familia tipo debe ingresar al hogar al menos $ 4.200 para no ser considerada pobre, casi un 50% más de lo que indicó el Indec en la última publicación, cuando informó que aquellos hogares con ingresos inferiores a $ 1.800 pesos estarían por debajo de la línea de pobreza. “Más allá de la cifra, lo importante es que la pobreza está creciendo y probablemente el próximo trimestre sea más alta por la devaluación y el incremento de precios de principio de año”, analizó en diálogo con PERFIL el investigador de la UCA Eduardo Donza. “Cuando se habla de pobreza, se habla del nivel mínimo de ingresos por familia para vivir de una forma digna. A veces se la asocia a un sector de la población que está totalmente desamparado. Para no ser considerado pobre, alguien tiene que tener el suficiente dinero para poder comprar los alimentos, pagar servicios, mandar a los chicos al colegio, comprar ropa y tener gastos de esparcimiento”, detalló.
En relación con los datos de indigencia, Donza precisó que ése es el porcentaje más importante para analizar: para la UCA, en 2012 la indigencia era de 5,8%, 0,3 puntos más alta que la actual. En 2011 era de 6,2; y en 2010, 7,3.
En cambio, para el diputado Lozano las cifras de la pobreza son mucho más elevadas: el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas, que él coordina, midió que un grupo familiar que ingresa menos de $ 6 mil debe ser considerado pobre. En este sentido, Lozano evaluó que un 36,5% de la población está en esa situación (alrededor de 15 millones de personas). La línea de indigencia la colocó en $ 3.400, y por debajo de ese índice se encuentra un 12% de los argentinos (cerca de cinco millones de personas).
“Hay un núcleo duro de pobreza que no baja del 20%, que está hace más de dos décadas. Pero también hay un 15% de la población que se involucró en los procesos de pobreza en el último tiempo. Por eso es importante diferenciarlos”, remarcó a PERFIL. Entre 2002 y 2007 los índices se redujeron. En 2009, con la implementación de la asignación universal por hijo, volvieron a descender, pero a partir de 2011 la pobreza y la indigencia subieron otra vez, indica.

Indice porteño. Si a nivel país las cifras de la pobreza son consideradas altas, en la Ciudad de Buenos Aires el conflicto no varía demasiado. En un informe difundido hace poco menos de un mes, la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad evaluó que el 28,4% de la población porteña no puede cubrir la “canasta total”, compuesta por gastos en alimentos, mantenimiento del hogar, aseo, educación, salud, esparcimiento y transporte público, entre otros elementos que la transforman en una canasta “menos restrictiva” que la que utilizaba el Indec hasta el año pasado. En total, hay 860 mil personas que no pueden cubrir el gasto de esa canasta. El índice de indigencia es del 4%.  
En este sentido, el informe difundido por el gobierno porteño ubica que una familia tipo necesita $ 8.500 o más para acceder a la canasta total y no ser considerada pobre. “Estos indicadores van a aumentar cuando se haga el relevamiento del primer trimestre de 2014 debido a la escalada inflacionaria que hubo en los primeros meses de este año”, evaluó José María Donati, director del área de estadísticas de la Ciudad.

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Indec: “cambios metodológicos”

Como si de barrer bajo la alfombra se tratara, desde hace casi un año el Indec no informa sobre pobreza e indigencia. La última vez que lo hizo, a mediados del año pasado, informó una cifra más que engañosa: 4,7% de pobres y 1,4 de indigentes, muy por debajo incluso de la medición de la CTA alineada con el propio Gobierno. A mediados de abril, el Gobierno debía brindar los datos del segundo semestre de 2013, pero para entonces los dirigentes kirchneristas ensayaron una rápida respuesta: “Hubo problemas técnicos y de empalme por la aplicación del nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC)”, dijo por entonces el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Por la falta de datos oficiales, al Gobierno le llovieron cientos de críticas de parte de la oposición, pero también de especialistas en pobreza e indigencia. “Esto expresa lo que todos sabíamos: que los datos oficiales eran poco creíbles en relación con lo que observa en general la población”, señaló a PERFIL Eduardo Donza, de la UCA.
Semanas atrás, en la exposición de Capitanich en la Cámara alta, el senador radical Ernesto Sanz le cuestionó al jefe de Gabinete la falta de información oficial sobre la pobreza y denunció que “el Gobierno oculta los índices”.
Por su parte, la ex directora del IPC del Indec Graciela Bevacqua consideró un “papelón” la falta de publicación de los datos oficiales sobre la pobreza. “Lo sorprendente es que haya estado en el calendario. Si la intención era no publicarlo lo hubieran quitado del calendario previamente”.
A responder las críticas salió Capitanich, quien cuestionó los duros informes llevados a cabo por la UCA, el Gobierno de la Ciudad, los ex técnicos del Indec y el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas. “Es absurdo creer en los índices de pobreza que se publican desde el sector privado”, sostuvo. “Más allá de la metodología que se adopte, todos los indicadores determinan clara y contundentemente que las condiciones de carácter social han mejorado de modo sustancial”. Y agregó: “Si observamos que en los últimos diez años se aumentó el trabajo en seis millones de puestos, existen paritarias que generan incremento en el poder adquisitivo real, obviamente se reduce cualquier indicador de pobreza e indigencia”, analizó por entonces Capitanich.