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cambios en el periodismo

Medios: ya hay noticias que se escriben solas

El periodista Andrés Oppenheimer acaba de publicar un libro: ¡Sálvese quien pueda! sobre el futuro del trabajo. Allí reflexiona acerca de cómo cambia el periodismo en la era de la digitalización y los algoritmos que editan.

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Washington Post. La digitalización produjo un cambio en el sistema de trabajo de todo el medio y un cambio económico. | cedoc

Andrés Oppenheimer, el columnista de The Miami Herald, el periodista de la CNN viajó a Buenos Aires para presentar un elemento casi contracíclico, casi anacrónico: un libro.

Sí, un libro de papel. Y que habla precisamente de un cambio que sucede de una manera vertiginosa, tal como parece sugerir el mismo título de la obra: ¡Sálvese quien pueda! El texto habla de la transformación del trabajo y sostiene una hipótesis que da, al menos, para inquietarse. En lugares como Argentina, el 64% de los trabajos que conocemos hoy dejarán de existir como tales. En China, el cambio será más fuerte (el 77%) y en los Estados Unidos llegará hasta casi la mitad. Oppenheimer analiza este cambio y lo hace tal como corresponde al género periodístico: hablando con especialistas globales, contando experiencias propias, como ir en Japón a un hotel atendido casi –éste casi no es un elemento para desdeñar– por robots. Sí, los robots y la inteligencia artificial (ésa que aprende y ya escribe artículos periodísticos, por ejemplo –ver recuadro–) parecería que están consiguiendo una transformación que hace de lo humano algo nuevo. O muy antiguo: hasta la revolución industrial, el trabajo no tenía el valor que tiene ahora. PERFIL habló con el periodista sobre cómo cambia el mundo. Y, especialmente, el periodismo.

—Sigmund Freud decía que una persona mentalmente sana es quien puede amar y trabajar. ¿Sigue siendo válida esta idea?

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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—Lo es para una generación. La tuya, la mía. Somos de una generación en la que el trabajo nos define. Pero no siempre fue así. Antes de la revolución industrial, el ideal de cualquier persona era no trabajar. Los que trabajaban eran los plebeyos. Con la revolución de automatización, va a haber mucha gente que será desplazada y será una transición que puede generar problemas. Creo que luego de esa transición aparecerán otros propósitos en la vida. Y habrá muchas personas que no se sientan frustradas por no trabajar. Creo que a la larga predominará el sentido comunitario y social de lo que hagamos. Soy bastante optimista a largo plazo. Pero tengo mucho miedo en el corto plazo.

—¿Piensan los gobiernos en esta situación?

—En América Latina no demasiado. No incluiría a Argentina en esto. En la mayoría de los países no tienen idea del tsunami que se nos viene. El que no se prepare para esto, la va a ver muy mal. Hay que pensar cómo es la transición del trabajo humano. Hay que educar más para el trabajo mental que para el manual. Por ejemplo, China es el país que compra más robots en el mundo. Pero ellos son una dictadura. Este cambio es más complejo en una democracia.

—¿Argentina es un país viejo en materia de trabajo?

—Creo que Macri, que tendrá errores como otros presidentes, tiene el mérito de haber mirado este tema con atención. Para el G20, fue Argentina el que propuso tomar el tema del trabajo del futuro. Cuando empecé a preparar el libro, en 2013, pensé que era un problema que afectaría a los países más desarrollados. Pero no. Justamente. Yo te aseguro que en cinco años nadie se va a acordar del nombre de Oscar Centeno. Pero todos los cirujanos, los abogados, los periodistas, estaremos pensando en esta cuestión. Creo que va a ser el gran tema del siglo XXI. Así como hubo un momento antiglobalización, pronto vamos a ver un momento antirrobotización.

Periodismo. “Nuestro trabajo también cambia. Nosotros empezamos haciendo nuestro trabajo de manera completamente diferente. Y ahora debemos incorporar a los videos, al sonido, a las redes sociales”, dice Oppenheimer.

—Hace unos años, la clave del trabajo periodístico estaba en la diferenciación de los demás. Ahora, parecería ser necesario para ser detectado por los algoritmos, buscar palabras y términos que otros usan…

—A mí me enseñaron en Columbia, donde estudié periodismo, que el 99% de los periodistas cubren el 1% de la información. Que yo debería ser del 1% que buscara el 99% de temas. Y eso ya no es así. Si vos cubrís lo que nadie cubre el algoritmo de Google no te detecta y no te lee nadie. Es un conflicto que tenemos todos los días. Pero es algo que les pasa a todos. El algoritmo se usa para la medicina, para la ley, para muchas especialidades.

—Y todo sucede a una velocidad muy vertiginosa.

—El tema del libro es ése: que todo se está acelerando. Cuando el alumbrado público se cambió por el eléctrico, quienes trabajaban de encender las lámparas tuvieron 70 años para reconvertirse. El tipo que hoy en día tiene un trabajo, puede perderlo por un robot en un día. Siempre hubo cambios tecnológicos. La novedad es que los tiempos se han acortado. Los avances son mayores a las capacidad de la sociedad de generar empleos. Y los robots son cada vez más baratos y más inteligentes.

—Se suele decir que el diario de papel va a durar unos diez años más, hasta el 2028. ¿Se pueden poner fechas?

—Creo que el diario de papel va a seguir existiendo. Seguramente como algo para menos gente, más lujoso. Creo que en la transición el esquema de papel para los fines de semana y lo digital para la semana sea una buena transición. Pero aún somos muchos los que nos gusta leer el papel.  Mi libro es de papel. Yo leo en papel. Mi mujer, que lee más en el Kindle, muchas veces, no se acuerda el nombre del libro que está leyendo. El simple hecho de que no aparezca el nombre en todas las páginas ya marca un cambio.

 


 

Heliograf, el escriba

Muy pocos se enteraron en ese momento, pero The Washington Post quebró un hito tecnológico en las elecciones de noviembre de 2016 en Estados Unidos, cuando reportó que el congresista republicano había ganado la muy disputada contienda en el distrito cuatro de Iowa. A primera vista, la noticia parecía una más de las muchas que habían escrito los periodistas ese día. El artículo decía que “los republicanos retuvieron el control del Congreso” y puso la noticia en contexto, señalando que la votación “significó un asombroso giro político, ya que muchos líderes del Partido Republicano habían expresado temores de que podían perder el 10% de sus bancas”. Acto seguido, el artículo decía que ya se había contabilizado la votación en 433 distritos y que los republicanos ganaron en 239 de ellos y los demócratas en 194.

(...) Efectivamente, el artículo no estaba firmado por ningún periodista. Al final del texto decía: “Staff y agencias de noticias, activadas por Heliograf, el sistema de inteligencia del Washington Post. Esa línea final del artículo pasó completamente desapercibida. En medio de la conmoción que significó el triunfo de Donald Trump, contra las prediccciones de las encuestas, muy pocos repararon en el hecho de que uno de los principales periódicos del mundo había empezado a publicar noticias políticas escritas por robots.

 (Fragmento de ¡Sálvese quien pueda!, de Andrés Oppenheimer).