El libro de Federico Lorenz tiene –entre muchos otros– un interlocutor fundamental: el pensamiento de izquierda, del que él mismo proviene. Es más, un pensamiento con proximidad al kirchnerismo, una experiencia política con la que el autor tiene coincidencias, más allá de ocupar un cargo hoy como director del Museo Islas Malvinas. Historiador, investigador del Conicet, su libro aparece en un momento en el que la idea sobre los 70 (la cantidad de desaparecidos, la “juventud maravillosa” mencionada en los discursos del 24 de marzo) está en discusión. Al punto de que el periodista Jorge Fernández Díaz le dedicó un extenso artículo en La Nación. Aparece, también, cuando Martín Caparrós publicó también una reflexión sobre su generación (que es la de Ana María González, la de Cristina, también la de Macri) en la que se adjudica la responsabilidad generacional por el que fue el fracaso de un proyecto. Un proyecto político y uno de país.
Mensaje. Lorenz habló de estos temas con PERFIL. “Tanto a Ana María, como por ejemplo a Martín Caparrós, uno podría caracterizarlos como Montoneros tardíos. El momento en el que se entraba a la organización, en años tan vertiginosos como esos, condicionaba mucho tu visión del mundo y de la organización a la que entrabas. Anita entra a una Montoneros que ya está en una tendencia a la militarización en un contexto represivo mucho mayor al que tuvieron los que entraron antes. Anita es de los que vivieron ya el enfrentamiento con Perón”. ¿Qué tiene de interesante el planteo de Caparrós? Es interesante que los protagonistas de esos años empiecen a hacer lecturas generales sobre la época. Si bien hay algo de provocación en lo que dice –no se puede hablar en nombre de una generación que era muy heterogénea–, se puede decir que él habla desde lo que llamo Montoneros ilustrados. Muchos de sus compañeros no tenían tanto bagaje. Me gusta del artículo que habla de la responsabilidad de una generación. Entendiendo sí que no es lo mismo Caparrós que Firmenich o Videla que Dimitri, el conscripto que muere en el tiroteo con Ana María González. A veces, las generalizaciones pueden llevar a romper la pregunta por la historia que, siempre, es una pregunta política.
Lorenz coincide con Caparrós en que “lo que sí es cierto es que hubo un fracaso en el proyecto de país. Evidentemente, hay una cantidad de indicadores que demuestran que este país está bastante peor que hace unos cuarenta años. A mí me parece que obliga a discutir un montón de cosas. Y en ese contexto hay dos hitos para pensar: la dictadura y la derrota militar en Malvinas”.
Memoria.Para Lorenz “los militantes políticos de los 70 tenían una idea de país. Luego se puede discutir desde esa idea hasta los métodos empleados. Por eso, el esfuerzo de mi libro es retomar la idea de los elementos que tenían los actores de la época para tomar decisiones.
Las discusiones hoy son con un capitalismo hegemónico fuerte. Y sin posibilidad de discutir ese capitalismo y esa hegemonía. Eso no existía en los 70 y en los 80. Y todavía hay que analizar la derrota de entonces. A mí me hubiera gustado conocer las razones de Anita, del personaje del libro. Pero no puedo, por la propia decisión de ella, pero también por las condiciones de la represión”.
Vigencia. “Mi pensamiento –dice Lorenz– es un pensamiento de izquierda. Lo más de izquierda que se puede ser hoy. La lógica emancipatoria es desde dónde yo pienso la política. De ahí a coincidir con la violencia, hay un camino enorme. Las ideas de Anita no están en el universo de la política hoy. Una cita que pongo en el libro, al comienzo de un capítulo, de Antonio Tabucchi, se pregunta si se puede ser bueno para combatir a los malos. La pregunta es hasta dónde la racionalidad de la política puede justificar cualquier cosa. Yo no pienso como Gómez Centurión, que relativizó el terrorismo de Estado. Mi perspectiva es otra”.
El caso de Anita es emblemático. La única mirada con la que se cuenta es con la de los represores. “Los militares armaron una vulgata sobre su propia represión –explica–. Anita entra perfectamente en esa vulgata”.
El 24 de marzo se habló de los militantes que dieron la vida. ¿se puede reinvidicar esos ideales? Para el autor “desde un pensamiento de izquierda se puede reinvidicar el compromiso, pero no la acción. Lo del 24 no fue una reivindicación de la lucha armada. Cuando empecé a escribir el libro, me preguntaba cómo muchos militantes no hablaban de ella. La respuesta es que a veces, da la impresión de que Anita estuvo en el lugar incorrecto en el momento incorrecto. Si en la Argentina seguimos discutiendo de manera circular, sigue triunfando la represión. Hay un tema que también vincula el hecho de la represión con las Malvinas: somos una sociedad que se come a sus hijos: algo que sigue hasta hoy”.
Hay temas en la discusión que están pendientes: “en el campo de la discusión cabría preguntarse cuándo empezó realmente la represión: qué pasó en el 74 y en el 75”.