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Musulmanes contra el yihadismo

El terrorismo de EI ha provocado la reacción de jóvenes islámicos en Occidente, que rechazan las críticas al Islam en su conjunto. En nuestro país, además, enfrentan el estigma de los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA, reavivados por el caso Nisman.

Familia. “Se han apropiado de una religión pacífica y armónica”, dice Christine, una musulmana británica que creó una página de Facebook contra EI, que tiene miles de seguidores.
| AFP

Más de mil millones de personas profesan el islam en la actualidad, pero hoy el foco de los medios está concentrado en una minoría que interpreta el concepto de yihad como una guerra santa contra los infieles  y que ha conquistado esa atención a fuerza de crueldades inauditas como las decapitaciones o acciones bárbaras, como la destrucción de ruinas milenarias en nombre del Profeta. El más notorio –aunque no el único– de estos grupos es Estado Islámico, una organización  terrorista de la rama sunita, asentada en Irak y Siria, que pretende establecer un califato, tipo de gobierno extinguido tras la Primera Guerra Mundial. Su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, se autoproclamó califa de todos los musulmanes. Sin embargo, gran parte de la comunidad islámica grita a viva voz que no se siente representada por este grupo y lo condena ya que sus acciones repercuten en su vida cotidiana. Entre ellos, los representantes de la comunidad musulmana argentina (ver recuadro).

Cerca y lejos. Muslims against ISIS (Musulmanes contra Estado Islámico) es una página de Facebook que creó Christine, una musulmana conversa de Inglaterra, para demostrar a través de la red social que el islam nada tiene que ver con el terrorismo.
“Estado Islámico se apropió de una religión pacífica y armónica. Debería formarse una coalición internacional para frenarlos o se tendría que fortalecer lazos con otras religiones. Eso es más importante que hacer una manifestación porque a estos grupos terroristas no les importa si un millón de personas los repudian en la calle. Ellos están en Siria y no van a escuchar. Nosotros compartimos más valores e ideales con cristianos y judíos que con EI”, explica a PERFIL esta licenciada en Química de 52 años que tiene cinco hijos y no quiere develar su apellido por temor. En julio de 2014, ella y un turco crearon la página, que hoy cuenta con cinco administradores de diferentes países. Christine explica que en las redes sociales las personas no sólo se manifestaban en contra de EI, sino también del islam. Es por eso que ella quiso mostrar los buenos valores de su religión.

Los bárbaros. Los musulmanes en España son una comunidad muy integrada. Mohamed Said Alilech, de 33 años, nació en Marruecos, pero hace muchos años vive en Madrid. Hoy es presidente de la Asociación Jóvenes Musulmanes de España, una entidad cultural juvenil que busca la integración social y la educación de los jóvenes. Alilech hizo su carrera en Estudios Islámicos, Farmacia y Derecho, y ahora estudia Sociología. “Como jóvenes musulmanes y ciudadanos españoles, dejamos en claro que estamos en contra de cualquier acto terrorista y de la violencia de cualquier índole. Lo que importa para nosotros es la sacralidad de la vida humana”, dice.

En relación con el terrorismo, Alilech cree que los principales perjudicados son los mismos musulmanes porque estigmatiza su imagen y genera dudas y fobia. Explica: “El mal llamado Estado Islámico es una milicia armada que corresponde que todos combatamos. Los países musulmanes tienen que hacer frente a esas organizaciones. Hay una cierta unanimidad de rechazo entre las autoridades religiosas. En el caso de que existieran las amenazas, no nos van a amedrentar. Confiamos en que somos la mayoría, que nuestro mensaje es el correcto y que ellos son los bárbaros”.

Musulmán, árabe, francés. Nassim Gacem, de 28 años, vive en París. Sus padres son de origen tunecino. Estudió Ciencia Política en Lyon, tiene una maestría en Relaciones Internacionales y trabaja en la embajada argentina. Explica que en Francia hay una fragmentación social que se generó a partir de las migraciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Los migrantes se ubicaron en los suburbios o banlieus de las ciudades francesas. “Hoy, el 80% de los barrios que están fuera de la ciudad son africanos o árabes. Las otras comunidades pudieron integrarse con más facilidad. El hecho de ser musulmán y árabe fue siempre un obstáculo para sentirse francés. Hoy, con los actos terroristas, es aún peor”, destaca Gacem.

Mientras Gacem habla con PERFIL, muestra que en su casa tiene la revista Charlie Hebdo que salió después del atentado. “Todos los franceses estábamos en shock con lo que pasó. Charlie Hebdo no me resultaba gracioso porque no ayudaba a disminuir la fractura que hay entre árabes y franceses”. Gacem no participó de la marcha que convocó a más de 3,7 millones de personas cuatro días después del atentado. El piensa que fue organizada por los partidos políticos y no por los propios ciudadanos franceses, y además subraya que participaron de ella presidentes del mundo que están en contra de la libertad de expresión en sus propios países.

“Me indignó la utilización política de lo ocurrido en Charlie Hebdo. Millones de personas participaron de la marcha por el atentado, pero la misma gente nunca se manifiesta por los miles de problemas que tiene el país todos los días, como los sin techo, u otros atentados como el que provocó Mohammed Merah  contra judíos en el sur de Francia. Al mismo tiempo de los atentados de Charlie, unas mezquitas fueron atacadas, pero nadie habla de eso. Si no hubiese esta utilización por parte de los partidos, la gente seguiría  trabajando sin mirar lo que pasa en el país”.

Posiciones ambiguas. Norberto Méndez, profesor de la Universidad de Buenos Aires en la carrera de Ciencias Política y doctor en Relaciones Internacionales, explica la situación ambigua de los países en relación con Estado Islámico.
“Estados Unidos tiene una política dual con respecto a  EI. Ellos fueron los primeros que promovieron el despertar del fundamentalismo islámico al fin de la Guerra Fría. A la gran potencia imperial no le importa mucho lo que pueda suceder con la caja de Pandora que abrieron. Hoy tienen una política ambigua con estos grupos porque no los están atacando mucho. Lo que en verdad le interesa a Estados Unidos es derribar al gobierno sirio, que se enfrenta a los grupos islamistas”, dice.

¿Cómo se posicionan los países de la zona? “Turquía dejaba pasar a una gran cantidad de militantes islamitas con sus armas a la frontera siria y ahora tomó una postura no colaborativa con ellos. Arabia Saudita, Qatar y Kuwait se hacen los desentendidos. De alguna manera, fueron ellos quienes crearon Estado Islámico para combatir a Siria e indirectamente a Irán, al que consideran el gran enemigo de todos los países de las petrocracias del Golfo. Por otra parte, Egipto reaccionó ahora porque mataron a unos cristianos coptos egipcios en Libia y por eso atacaron con operaciones aéreas en algunas bases de EI. Por último, Jordania no se involucró hasta que tuvo lugar el caso del piloto. En este contexto, las alianzas cambian continuamente. Hay movimientos tan vertiginosos que resulta difícil definir de qué lado está cada uno”, detalla Méndez.

En materia económica también se generan dualidades. El politólogo recuerda que “Estado Islámico tiene aliados circunstanciales según le convenga en cada zona. Se apoderan del petróleo de los lugares que ocupan, por ejemplo, en el norte de Irak, y lo venden directamente en el mercado negro. Por lo tanto, de ahí sacan los fondos necesarios para la lucha que desarrollan. El mejor cliente es China, que también se manifiesta contra ellos. De todos modos, en el extremo noroccidental del gigante asiático, hay un grupo separatista yihadista y algunos de ellos ahora forman parte de EI. Ellos son fácilmente detectables por los rasgos orientales”.

 

“Quieren que seamos los judíos del siglo XXI”

Los musulmanes argentinos no sólo tienen la carga de las repercusiones del terrorismo en Medio Oriente y Francia, sino también el peso de dos atentados en su propio país. “Hace 150 años que la comunidad vive acá y hoy está con temor, alarmada y angustiada. No viene a la mezquita y reza en su casa porque nos sentimos perseguidos. A partir del caso Nisman, esa persecución, que se aligeró en estos veinte años, está otra vez encima de nosotros. A los chicos de la comunidad en la escuela los apuntan con el dedo, les dicen terroristas. Ellos también son argentinos y crecen con miedo”, explica Galeb Moussa, presidente de la Federación de Entidades Argentino Arabes de Buenos Aires y Conurbano (Fearab).
Según Moussa, la persecución se debe al deseo de potencias extranjeras que necesitan apuntar a Irán para condenarlo por Estado terrorista y así tener derecho a futuras invasiones. Dice: “Todos los actos terroristas van en perjuicio del islam. Nosotros denunciamos a grupos como EI desde que empezó la invasión en Siria. Lo dijimos cuando Estados Unidos los estaba financiando y creando. Ellos quieren que seamos los judíos del siglo XXI, los del gueto de Varsovia. No lo vamos a permitir”.
Moussa afirma que en Argentina no existen los problemas con los judíos, que eso viene instigado desde afuera. Cuenta que judíos y musulmanes viven en el mismo barrio, comparten instituciones, clubes, pupitres en el colegio y jugaban al fútbol en la calle.