“¿Nisman? No. Acá estamos preocupados por las posibles represalias de Irán por la muerte de Qasem Soleimani; la prensa no habló de la miniserie sobre el caso del fiscal y nosotros apenas nos enteramos de la producción de Netflix a través del noticiero argentino internacional”. Un amigo argentino que vive en el sur de Israel, pegado a la Franja de Gaza, resume desde su cotidianeidad la mirada local sobre el caso del fiscal Alberto Nisman y el quinto aniversario de su muerte, que se cumplió ayer.
Nisman, en Israel, siempre estuvo relacionado con Irán. Y cada vez que el gobierno de Jerusalén mostró interés por el tema fue como parte de su estrategia multifrente contra Teherán, una campaña que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu despliega en cualquier escenario que se le presente.
Políticas de Estado. “Bibi” se mantiene todavía en el poder, y las encuestas para las elecciones de marzo no marcan ningún posible vencedor. De todas maneras, gane Netanyahu o su rival de centroizquierda, Benny Gantz, la posición frente a Irán no va a cambiar.
Con esa posición se va a encontrar el presidente argentino, Alberto Fernández, cuando pase por Israel para participar del masivo acto de la semana próxima para conmemorar los 75 años de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, del que participarán desde Putin hasta Macron, pasando por Mike Pence y el rey de España.
El sorpresivo anuncio de la Casa Rosada fue recibido con satisfacción en Israel, donde el gobierno y los referentes de origen latinoamericano habían adoptado una actitud de wait and see frente a la nueva administración argentina. La precaución se explica en particular por el temblor que causó en su momento el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner al firmar el fallido Memorándum de Entendimiento Argentina-Irán para esclarecer la muerte del fiscal, con el que esperaba que las autoridades de Teherán ayudasen en la investigación. Nisman investigaba si con ese memorándum el gobierno argentino impulsaba un acto de encubrimiento de los autores del atentado a la AMIA.
A ese sacudón le siguieron cuatro años de muy buenas relaciones durante el mandato de Mauricio Macri. Cuando terminó esa luna de miel, los encargados de la política israelí para América Latina se sentaron a esperar las señales.
Expectativas. Hasta que se anunció que el de Israel será el primer viaje de Fernández al exterior –con toda la carga política y simbólica de la visita–, en ese país se miraba al nuevo presidente argentino con expectativas discretamente positivas.
Nisman es apenas un elemento en el juego geopolítico en el que le toca participar a Israel, y en estos momentos de guardia en alto por la muerte de Soleimani y la cumbre por Auschwitz, la muerte del fiscal se encuentra más que nunca en el asiento trasero de las preocupaciones de Jerusalén.
La ficha se acomoda a las circunstancias, y así como en este 2020 el aniversario de la muerte del fiscal transcurre en relativo silencio –aunque seguramente será tema de las conversaciones que mantenga Fernández en Israel–, en 2019, cuando aún gobernaba Macri, la situación fue muy distinta. En ocasión del cuarto aniversario, aquellas muy buenas relaciones bilaterales envolvieron un acto de recordación importante, que incluyó la inauguración de un monumento a la memoria del fiscal en el Parque de la Amistad Argentina-Israel en Ben Shemen, unos pocos kilómetros al sudeste de Tel Aviv.
Del acto participaron el entonces embajador argentino, Mariano Caucino, y varios dirigentes judíos, como el presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, y el entonces titular de la AMIA, Agustín Zbar, quienes viajaron especialmente para la inauguración del monumento y aprovecharon para disparar contra las investigaciones y las causas jurídicas sin resolver sobre los atentados contra la mutual israelita, de 1994, y la Embajada de Israel en Buenos Aires, de 1992.
Asesinato. Respetando las costumbres diplomáticas, que imponen no entrometerse en los problemas de las justicias de otros países, el Ejecutivo israelí mantuvo un bajo perfil al inaugurarse el monumento a Nisman. En público, la reacción se limitó a una visita que la madre del fiscal, Sara Garfunkel, realizó al presidente israelí, Reuven Rivlin. Del encuentro resultó un breve comunicado, que se limitó a calificar a Nisman de “héroe” por su trabajo en la causa sobre el atentado a la AMIA.
En cambio, sí hablaron más libremente Yuli Edelstein, el speaker de la Knesset, el parlamento israelí, y Hernán Felman, vicepresidente del Fondo Nacional Judío (Keren Kayemet LeIsrael o KKL), una fundación pública que se dedica a forestar y preservar parques en el país.
Tanto Felman –de origen argentino– como Edelstein apuntaron contra Irán como la matriz de los ataques terroristas contra la AMIA y la embajada de Israel y también de la muerte de Nisman, que no dudan en calificar como “asesinato”.
Muchos se preguntan cómo seguirán tras la visita del Presidente los temas que lastiman las relaciones entre los dos países: los atentados y la muerte de Nisman
Nisman, dijo en aquella oportunidad el diputado Edelstein, “sabía que los terribles atentados que sacudieron al pueblo argentino en los años 90 habían sido cometidos por Hezbollah por orden de Irán”. También “sabía que factores de alto rango de esa época quisieron desdibujar esa verdad, porque sencillamente no les era cómoda”. Al fiscal “le dijeron que se ocupara de otra cosa, pero él no estaba dispuesto a abandonar” su tarea, añadió. Y el 18 de enero de 2015, “seres despreciables apagaron la luz de su vida”, concluyó Edelstein, según el cual “quizás alguien pensó que la verdad se apagaría junto con él, pero se equivocaron”.
Este año, el aniversario de la muerte del fiscal coincide con el reacomodamiento de las relaciones bilaterales tras la asunción de la administración peronista/kirchnerista en la Argentina y la llegada del nuevo embajador, Sergio Urribarri.
Cuando todavía no se conocían las intenciones de Fernández de viajar a Israel, las señales se venían generando lentamente pero eran vistas en general de manera positiva desde Jerusalén. Las autoridades israelíes le concedieron rápidamente el plácet a Urribarri y el ex gobernador de Entre Ríos ya habló con algunos referentes latinoamericanos en Israel. Se prevé incluso que participe de los actos de la semana próxima, aun cuando no está en funciones y espera la confirmación del Senado.
Uno de los que conversaron con Urribarri es precisamente Felman, quien calificó al ex gobernador como “una persona muy positiva, que viene a tener éxito”. “Me impresionó mucho por su predisposición a las buenas relaciones” con Israel, dijo Felman a PERFIL. A la llegada de Fernández la calificó de “excelente noticia”, y afirmó que “debe ser un orgullo para todos los argentinos que el Presidente concrete su primera visita al exterior en Israel, y aún más en recuerdo de la Shoá”. “Sin lugar a dudas es un buen síntoma”, redondeó Felman, mientras que para Caucino se trata de “un gran acierto” de la política exterior de Fernández.
Conversando con PERFIL, el ex embajador en Israel también resaltó que el viaje esté relacionado con la conmemoración del Holocausto, lo que –indicó– “es una muestra del compromiso de Argentina con la lucha permanente por los derechos humanos que constituye una política de Estado desde el año 1983”.
Realismo. Pero suficiente con las buenas noticias. Incluso con los buenos augurios del viaje del Presidente, muchos se preguntan cómo quedarán los tres temas que lastiman las relaciones entre los dos países: los bombazos a la AMIA y la Embajada de Israel, y la muerte de Nisman.
El vicepresidente del KKL avisó que si bien se sigue “sintiendo argentino”, habla como israelí y prefiere no profundizar en las cuestiones internas del país donde nació.
De todas maneras, dijo esperar que la designación del nuevo embajador sea uno de los elementos que “ayudarán a que las cosas continúen por el buen camino” entre los dos países. “Desde un punto de vista personal –señaló–, espero que este nuevo gobierno argentino aliente las investigaciones” sobre la muerte de Nisman, para que “se pueda descubrir la verdad y esclarecer quiénes fueron los causantes del asesinato”.
Después de más de cuatro años de terminado el gobierno de Fernández de Kirchner, en Israel obviamente no pasa inadvertido que Cristina ocupa ahora el sillón de la vicepresidencia.
Frente a esos resquemores, no faltan quienes buscan recordar a los políticos israelíes interesados en América Latina en general, y en Argentina en particular, que la ex presidenta ensayó una especie de autocrítica en su libro autobiográfico, Sinceramente, publicado en abril del año pasado. El memorándum fue una “ilusión” y “una verdadera ingenuidad de nuestra parte, que nos hizo olvidar de los intereses geopolíticos en pugna”, escribió la ex senadora en su libro, que muy pocos dirigentes israelíes leyeron.
A partir de allí, el restablecimiento de relaciones entre el kirchnerismo y la diplomacia israelí venía marchando lenta y cuidadosamente, con avances –como la decisión de mantener a Hezbollah en la lista de organizaciones terroristas– y titubeos, como el giro del presidente Fernández en su posición sobre la muerte del fiscal. Entrevistado en 2017 para el documental de Netflix, Fernández había dicho tener “dudas” sobre el presunto suicidio, pero apenas empezado 2020 viró hacia un “las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar en que hubo un asesinato”.
De todas maneras, en Jerusalén no son demasiado pretenciosos, y si las relaciones con un país como Argentina pasan de “calientes” a “tibias”, eso sigue siendo un éxito. Rodeado por naciones enemigas desde su creación y patria moderna de un pueblo siempre perseguido, Israel hace todos los amigos que puede, donde puede.
Agenda consistente. Ahora quedará por verse cómo encaja la “ficha” Nisman en las relaciones bilaterales y en el juego más amplio de la disputa con Irán.
Caucino reconoció que “la agenda de Israel” frente a Irán “es muy consistente y la política de rechazo al accionar de Teherán continuará así cambie el gobierno en las próximas elecciones israelíes de marzo”. Según el ex embajador, “el régimen iraní constituye la única amenaza existencial para el Estado de Israel” a causa de su programa nuclear, “y por lo tanto es natural que todo lo que se relaciona con su accionar sea un tema prioritario en la agenda” de Israel.
Felman, por su parte, puede darse el lujo de ser un poco menos diplomático. “No es solamente por nosotros”, los judíos israelíes o argentinos, dice. Es “Argentina la que necesita saber qué pasó con Nisman, porque el esclarecimiento de la verdad es lo mínimo que cualquier hombre de bien necesita reclamar”, concluyó.
*Periodista argentino radicado en Israel.