¿Por qué los 72 muertos y 340 heridos que dejó el reciente atentado suicida en Lahore, Pakistán, no recibió la misma atención, de parte de los medios, que las 35 víctimas y los cientos de heridos en Bélgica en los atentados del martes 22 de marzo? No es la primera vez (ni será la última) que estamos ante una cobertura asimétrica de lo que sucede en el mundo. Y que, además, se hace eco y se debate en las redes sociales.
Algo similar ocurrió en enero del año pasado respecto del atentado al semanario satírico Charlie Hebdo y el ataque de Boko Haram en el noroeste de Nigeria, en el que hubo miles de muertos y en el que incluso se envió a una niña de 10 años a un mercado con explosivos atados a su cuerpo, lo que provocó su muerte y la de otras 19 personas. Lo mismo sucedió con el siniestro del avión de Germanwings, en el que murieron 150 personas, y la poca atención que prestaron al asesinato de 147 estudiantes en la Universidad de Garissa, en Kenia, llevado a cabo por la milicia islamista somalí Al Shabab. En todos estos hechos, se cuestionó el amplio tratamiento informativo (en extensión, profundidad, espacio, etc.) que se les dio a los sucesos europeos y la poca atención que prestaron a los atentados ocurridos en Nigeria, Kenia o Pakistán.
Pregunta. ¿Qué es lo que hace que un hecho se convierta en noticia para las secciones de internacionales o, dicho de otro modo, cuáles son los criterios noticiables o news values (como se denominan en la cultura anglosajona) que determinan que un suceso pase a ocupar un lugar en el espacio disponible del periódico, del noticiero o de las ediciones digitales. Si nos guiamos por las características de los hechos anteriores, veremos que todos tienen en común la violencia, el conflicto y la muerte de gente inocente. Es decir, todos son susceptibles de convertirse en noticia.
“La información se guía por redes de poder. Por eso, 150 muertos en Kenia importan menos en Europa que 13 en París. La moral le es ajena”, tuiteó el periodista y profesor de la escuela del diario español El País, Miguel Angel Bastenier, dejando al descubierto uno de los factores que convierten un hecho en noticiable: importa lo que pasa en las naciones centrales; en este caso, Francia.
“Es evidente que al lector medio español le interesa mucho más París que Nairobi. ¿Y quién tiene corresponsal en Kenia?”, continuó do Bastenier en su cuenta de Twitter.
Proximidades. Es cierto, no sólo al lector español le importa más lo que sucede en París, sino también a cualquier otro cuyo país sea miembro de la Unión Europea, porque tanto la proximidad geográfica como la cultural o la psicológica se convierten en otra de las razones que determinan la noticiabilidad de un hecho internacional. (Se podría decir lo mismo de un diario argentino y su interés respecto a lo que sucede en España o en Italia, por nuestras raíces históricas y culturales).
La respuesta de otro usuario no se hizo esperar: “¿Al cliente lo que pida? ¿Es la información un producto más?”, tuiteó @AJBarriosM cuestionando la respuesta del periodista de El País.
“Por supuesto que no –respondió Bastenier– pero tampoco pasarse de listo. ¿Qué son Francia y Kenia con respecto a España?”.
“Entiendo –le contestó @AJBarriosM– pero ¿no cree que sería más honesto que los medios acabaran con la pretensión de que todas las vidas valen lo mismo?”.
“Eso es asunto de editoriales –respondió Bastenier–. Y al keniano seguro que le importan más las vidas ugandesas que las españolas. Y no se lo discuto”.
“Tiene Ud. razón, la proximidad es importante –condescendió @AJBarriosM– pero aparte de eso, ¿qué hacer con la verdadera tragedia, la causa de esas muertes?”.
Y con esa simple pregunta dejó al descubierto la arbitrariedad de quienes deciden qué es noticia internacional.
La academia. Existe una abundante literatura académica que investiga y analiza el contenido de las secciones internacionales de distintos medios impresos y audiovisuales de Europa y el mundo anglosajón. El estudio de los valores que condicionan y determinan la selección de las noticias internacionales ha sido y es una de las áreas más productivas sobre la naturaleza y la estructura de la información internacional.
De manera muy resumida, se puede decir que existe una serie de factores que motivan la selección de hechos internacionales:
u el lugar que ocupa el país en el concierto de las naciones, es decir, la prominencia de la nación en la jerarquía de los países, dado por la dimensión geográfica del país, su cantidad de población, su desarrollo económico y militar y grado de soberanía. Los países extensos, poderosos, como Estados Unidos, China o Rusia, tienen más posibilidades de ser noticia que los pequeños o menos desarrollados, como Mali o Moldavia, según algunos trabajos realizados;
* la afinidad cultural con otras naciones: lengua en común, lazos históricos, corrientes migratorias, etc.,
* sus relaciones comerciales con otros países o socios, teniendo en cuenta el volumen de los intercambios comerciales, la ayuda dada o recibida y el monto de inversiones que realiza con otros Estados;
* el grado de anormalidad o desviación del hecho, de ahí que los conflictos, las crisis o los desastres naturales sean siempre noticia;
* la relevancia para el propio país, es decir, en qué medida se vincula o se constituye en una amenaza para sus intereses nacionales.
Es decir, los anteriores son criterios que tienen incorporados, en mayor o en menor medida, y con algunas diferencias, los editores de cualquier medio internacional.
Es una realidad que quienes deben decir qué es y no es noticia no pueden otorgar la misma cobertura a todas las naciones del mundo. Limitaciones de tiempo y de espacio, entre otras muchas cuestiones, definen que algunas naciones sean más noticiables que otras. Necesariamente se produce un desequilibrio en el flujo informativo y en la cobertura de los hechos mundiales. Hay discrepancias entre el “mundo real” y el “mundo de las noticias”. En este sentido, se argumenta que la desigualdad entre el intercambio informativo va de la mano de las relaciones de poder entre las naciones que se ubican en el centro y las que están en la periferia o semiperiferia del sistema internacional. Es decir, el sistema comunicativo e informativo global es reflejo y parte esencial del sistema global, el cual está estructurado sobre un sistema político, económico y cultural mundial en el que las naciones occidentales industrializadas constituyen el centro (o core) que actúa como filtro a través del cual las noticias internacionales deben pasar para ser seleccionadas (o descartadas) según los criterios de los países centrales.
Representación. Sin embargo, hay una cuestión que no se puede soslayar a la hora de decidir qué se cuenta (y qué se deja de contar …) de todo lo que sucede en el mundo a los lectores o a la audiencia. Es que la mayoría de las personas nos enteramos de lo que sucede en el mundo a través de los medios. La representación de “el mundo” que se hacen los lectores es un producto cultural que se constituye primordialmente a través de los medios y, en menor medida, a partir de la observación o de la experiencia directa. Es más, está demostrado que la exposición a las noticias internacionales influye no sólo en el conocimiento que podamos adquirir de ciertos países sino también en la percepción que nos formemos de ellos. Al hacer visibles y conocidos los países y los hechos que ocurren en otros lugares, en tanto que algo distante y desconocido se convierte en familiar, los medios cuentan con un gran poder para influir en la opinión que el público se forme de ciertos países. Así como también contribuyen a forjar estereotipos o reforzar prejuicios de ciertos países y sus habitantes (no todos los musulmanes son terroristas ni todos los refugiados sirios que quieren entrar a Europa lo hacen para formar parte de grupos terroristas, por poner sólo dos ejemplos bien exagerados).
Asimismo, está comprobado que, a más cobertura sobre un país determinado, la audiencia percibe que es más importante para los intereses nacionales. Por el contrario, una cobertura negativa resulta en una percepción negativa sobre dicho país. Es decir, el alcance y la naturaleza de la cobertura de las noticias internacionales pueden impactar en el conocimiento y en la percepción que los ciudadanos nos hacemos de los países y, en definitiva, inciden en la imagen que nos hacemos del mundo.
Quizá ya es tiempo de romper con los criterios clásicos y adecuar la cobertura de lo que sucede en el mundo a un contexto global que exige que no se naturalice ni deshumanice el conflicto y la violencia. Es el momento de una cobertura menos etnocéntrica y más abierta a lo que sucede en el mundo, que no se limite sólo a informar sobre aquello que interesa o afecta directamente a los países centrales. Que se interese, en definitiva, por las historias de vida de los otros, sin importar su país de origen y tratando de establecer unos criterios menos arbitrarios y más en sintonía con el mundo globalizado que nos toca vivir.
*Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral).