Convocado por varias organizaciones de la sociedad civil, nucleadas en Iniciativa Ciudadana para el Control de los Servicios de Inteligencia (Iccsi), que integra ADC, Edward Snowden, ex experto en seguridad informática de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), mantuvo una conversación vía Skype sobre el funcionamiento de los servicios de inteligencia a nivel mundial. Reflexionó respecto de la viabilidad de combatir con eficacia el terrorismo, de las recurrentes violaciones a la privacidad de las personas (transgredida con la excusa de garantizar el resguardo de la “seguridad de Estado”) y, finalmente, de las posibilidades de construir democracias seguras y, a la vez, respetuosas de las libertades individuales, particularmente, las de expresión. La entrevista permitió evaluar el grado de vulnerabilidad que padecemos todos los ciudadanos en cuanto al conocimiento de nuestros datos personales por parte de terceros.
Snowden fue muy claro en afirmar que la guerra contra el terrorismo debe encararse con sistemas policiales activos y no sólo con los servicios de inteligencia. Por sobre todo, destacó que los gobiernos deben preocuparse por recuperar la credibilidad social que han perdido para que la población acepte y reconozca que eventuales afectaciones e intromisiones a sus libertades individuales pueden ser justificadas.
Es aquello que los abogados denominamos “principio de proporcionalidad”: cuando hay dos derechos que se contraponen, en este caso, el de gozar de una sociedad segura y el de contar con individuos libres, todo lo que atente o afecte a estos últimos debe ser sopesado en base a este principio a fin de garantizar la seguridad ciudadana. El hecho de que todas las personas de un país se encuentren bajo examen de un gobierno no podría cumplir con tal principio bajo ninguna
circunstancia. Estos modos de proceder, sostiene Snowden, se toleran a partir de los sucesos de las Torres Gemelas pero, según él afirma, no es cierto que existan más atentados desde esa fecha hasta nuestros días que desde los 70 hasta 2001.
Es indudable que la sociedad ha aceptado pasivamente que los gobiernos junten toda la información posible de sus ciudadanos, creyendo que de ese modo sus vidas serían más seguras y que la posibilidad de atentados terroristas se reduciría drásticamente. Pero, ¿cuánto de verdad hay en ello? ¿Se miden las consecuencias invasivas de esas medidas? ¿Se fijan los límites que nos permitan asegurar que éste no sea el comienzo de un 1984? George Orwel escribió, en el período de posguerra y comienzos de Guerra
Fría, un texto premonitorio sobre una sociedad donde el gobierno sabe todo sobre todos y que, de considerarlo necesario, no duda en distorsionar esa información, indiferente a los derechos vulnerados. ¿Está Snowden planteando una realidad similar? Tal vez no con tanta crudeza, pero él marca claramente que las personas debemos controlar los ultrajes en los que muchas veces caen nuestros gobiernos; que nuestra privacidad y nuestra libertad son valores a resguardar con ahínco; y que, finalmente, nuestro país, con tan sólo 33 años de democracia, debe tomar los mayores recaudos para no reincidir en el oscuro pasado de las dictaduras.
Varias medidas de este gobierno constituyeron graves retrocesos al resguardo de las libertades individuales: una Agencia Federal de Inteligencia conducida por gente con nula capacidad para conducirla, la Jefatura de Gabinete recibiendo toda la información del Anses bajo pretexto de poder mejorar la comunicación ciudadana, o la reciente resolución conjunta entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Comunicaciones para hacer nominativos, mediante registro especial, todos los celulares, son graves retrocesos al resguardo de esas libertades. Ante este panorama, la Asociación por los Derechos Civiles viene alertando sobre la gravedad de estas decisiones, y aboga firmemente por que el gobierno dé marcha atrás y se abstenga de proseguir en una línea que nos pueda conducir a los años más tristes y oscuros de nuestra historia.
*Director ejecutivo de ADC.