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Retratos digitales

Valerie López, la soñadora de eternos instantes

Colombiana radicada en Miami, creó la startup Angle, Marketplace en el que se pueden contratar fotógrafos. Advierte que no hay tecnología que pueda reemplazar a la sensibilidad humana.

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Propuesta. Al fotógrafo inscrito en la plataforma Angle el cliente le paga de antemano, sabiendo, al momento de contratarlo, cuánto cobra y con qué criterios. | cedoc

Valerie López Angle enciende la cámara de su móvil justo al tiempo en que se acomoda en la butaca de su coche. 

Pide disculpas por el retraso. pero explica que “aquí en Miami todo va tarde, así que todavía no terminaban de exponer en el evento, pero me salí porque habíamos cuadrado para la entrevista”.

Su startup se llama Angle. Es un Marketplace en el que uno puede contratar fotógrafos encarando la tarea de múltiples formas: por tipo de profesional (al ver su perfil y portafolios, además de la propia categorización de la plataforma, es fácil saber si tiene experiencia en aquello que le será requerido); por zona geográfica, por valor de hora, y varios etcéteras. 

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Angle nació de su pasión por la fotografía, que se le despertó a Valerie a los 15, en su Cali natal. “Me acuerdo que me compré una cámara con una plata que me había dejado mi abuela. Mi hermana mayor me dijo ¡sos una loca, cómo vas a invertir tu plata en eso! Pero yo ya sabía que quería ser fotógrafa”. 

El primer gran logro de Valerie con la fotografía es haber podido pagarse la carrera universitaria aquí en Miami. 

Pero a poco de andar descubrió que el mercado estaba atestado de profesionales –y no tanto– de la fotografía, por lo cual era verdaderamente engorroso contratar a alguien que registrara determinada situación con su cámara.

Así que comenzó a emprender armando un primer sitio web en el que aparecían todos sus colegas de la universidad.

“Es que cuando tú necesitas un fotógrafo no sabes exactamente a quién llamar, porque aparecen por todos lados, pero no hay referencias de valores, no se sabe cuánto tardarán en darte el material, e incluso tú estás hasta el último minuto confiando ciegamente en que el profesional va acudir al evento, pero no tienes certeza de ello”.

Así que Angle es el intermediario que garantiza un seguro que cubre daños y disconformidades, y hasta sale a resolver urgencias, si acaso un profesional contratado por la plataforma sufre un imponderable de último momento.

Al contener una base de datos robusta respecto de los fotógrafos de Miami, Angle garantiza la presencia del profesional. Pero si el problema es tan complejo que no dan los tiempos para encontrar reemplazante “pues, toca devolver el dinero, y lo hacemos sin inconvenientes”. 

Claro, porque al fotógrafo inscrito en Angle el cliente le paga de antemano, sabiendo, al momento de contratarlo, cuánto cobra y con qué criterio –incluyendo, desde luego, viáticos y otros detalles.

Hasta aquí, las bondades de la economía de plataformas, aplicadas al mercado de la fotografía profesional.

Valerie, mamá de un niño de dos años, emprendedora con apenas más de treinta, sonríe y no ahorra pasión al contar su proyecto. 

Pero entonces, así como así, mientras las luces de otros vehículos le cambian de color el rostro, y ella se acomoda el pelo en sobrehumano esfuerzo por concentrarse en la charla –vale aclarar que no conduce, su auto está estacionado en pleno Design District– aparece el Santo Grial de la charla.

“Hace poco mi mamá, en Colombia, me trae una caja con fotos de toda mi niñez, y me cuenta que mi padre, que murió mientras yo estaba en la panza de ella, solía contratar fotógrafos para retratar diferentes situaciones. Obviamente la coincidencia me movilizó y confirmé que había una razón muy profunda para llevar adelante este emprendimiento.

Aún pixelada, la imagen de Valerie muestra un semblante que ahora refleja con destellos la luz de afuera del auto por algunas lágrimas que se juntan en sus párpados. Toma un trago de agua tras otro, busca aire, dirige la mirada hacia el cielo, por la ventanilla.

“Yo pude conocer su vida, y casi vivirla, gracias a las fotografías que él dejó (...) Mi padre era un emprendedor, tenía negocios como discotecas, por ejemplo, entonces llevaba artistas a esos lugares y les tomaba fotos. Pero también iba donde los fotógrafos cuando viajaba con mi madre y mis hermanos mayores, antes de que yo naciera, y entonces ahora tú ves esas fotos hermosas con la estampa de la casa de fotografía del lado de atrás”.

Valerie está convencida de que las experiencias que la vida trae consigo se inmortalizan en esos registros visuales. El valor que las fotos tienen, para ella, es casi infinito, porque “uno se olvida de las cosas que ha vivido, y las fotos son lo que queda de esos momentos”.

Hoy Angle está explorando sumar videógrafos a la plataforma, dado el crecimiento de demanda de filmación para eventos empresariales y sociales. Para dentro de pocos años, Valerie prevé que puedan cubrir todo Estados Unidos con una cartera de profesionales que resuelva el problema de contratar al fotógrafo indicado al mejor precio, con las condiciones claras de entrada.

Las reflexiones finales de la charla giran alrededor de la Inteligencia Artificial (IA) y las tecnologías en general, y su capacidad de reemplazar el trabajo humano.

Valerie se encoge de hombros y reflexiona “dime cómo, ahorita mismo, una IA va a registrar todo este evento. O sea, aquí lo que vale es la sensibilidad, tuya y mía, con la que vemos las cosas, y se las contamos a los demás. Ninguna tecnología podrá reemplazar eso nunca”.

Bienvenida la puesta en valor de lo más humano que tenemos, que es, precisamente, nuestra sensibilidad para crear y conectarnos entre nosotros gracias a nuestras creaciones. 

Después de todo, la foto es un instante de un hecho que estamos narrando. Es hora de entender que ese combustible es nuestra esencia, que alimenta la inteligencia. 

Así, lo de las máquinas apenas tiene sentido; y quienes capturan, sagaces, detalles imperceptibles o hechos cruciales en la Historia de la Humanidad, –especialmente si lo hacen sin descuidar la belleza– tendrán siempre un lugar en la sociedad y la cultura.

*A la memoria de Gabriel Palumbo.