Casos como el de Edward Snowden, un empleado del gobierno estadounidense que decidió contarle al mundo cómo su empleador espiaba a los ciudadanos a través del diario británico The Guardian, son una muestra del valor del respeto a las fuentes periodísticas y también de que el espionaje es una realidad, que también en la Argentina sucede. El Proyecto X, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el que periodistas, miembros del Poder Judicial y hasta familiares (como en el caso del fiscal Nisman) fueron espiados, es prueba de ello.
El caso Snowden impactó no sólo en la sociedad, sino también es un modelo de cómo el periodismo independiente y de calidad sirve para sacar a la luz aquello que hasta uno de los gobiernos más poderosos del mundo no quiere que se sepa.
Por esta serie de entrevistas, que se desplegaron desde Hong Kong a Moscú, el periodista escocés Ewen MacAskill, editor de The Guardian resultó ganador del Premio Pulitzer.
De visita en la Argentina, junto con David Blishen, nacido en Hong Kong y que trabajó los últimos 16 años en sistemas editoriales en un departamento técnico que es parte del The Guardian, estuvieron en Buenos Aires invitados por la empresa tecnológica Baufest y hablaron con PERFIL.
Big Brother, pero real. Cuando en diciembre de 2012 Glen Greenwald, periodista de The Guardian recibió correos de un anónimo que les filtraba información sobre el accionar de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA por sus siglas en inglés), el diario británico puso en marcha un andamiaje que implicó a MacAskill en mayo de 2013. “Yo estaba en las oficinas de Nueva York y mi editor me pidió que viajara a Hong Kong al día siguiente”, recuerda MacAskill. Su misión: confirmar que lo que Snowden decía era real. “Cuando vi cuán joven era Snowden, que tenía 29 años, analicé la historia de cómo había escapado. Quería creerle, la historia que nos contaba parecía loca, pero le creímos”, agrega MacAskill. “El era muy calmado. Parecía que vivía como en un cuento. La información era una gran motivación y tenía miedo de que el gobierno estadounidense tomara acción antes de que nos diera la información. El esperaba que la CIA tocara a la puerta, o que aparecieran gángsters contratados por la CIA o la policía de Hong Kong. Todas las mañanas en Hong Kong pensaba que alguien iba a aparecer”.
Especialista en informática como era, fue el mismo Snowden quien planteó temas de seguridad. “Lo primero que me dijo, cuando lo conocí, fue que dejara el teléfono, que dejar el iPhone porque tenía un micrófono, nos hizo ponerlos en la heladera”, cuenta MacAskill.
Esto fue el principio del desenmascaramiento de cómo la NSA llevaba a cabo una vigilancia de todos los ciudadanos estadounidenses, algo que era ilegal y por lo que decidió fugarse.
La historia completa quedó plasmada en el documental Citizen Four y más allá de esa suerte de road movie que incluyó medidas de seguridad extremas, huidas y finalmente que Snowden se asilara en Moscú, logró que globalmente temas como el derecho a la privacidad y el accionar de los gobiernos en monitorear a los ciudadanos formen parte de la agenda pública.
—The Guardian es una de las compañías de medios más importantes del mundo. ¿Por qué aceptaron el desafío de publicar información que podía afectar no sólo la reputación sino también el negocio de la empresa y, en cierta manera, la libertad de los periodistas?
MACASKILL: The Guardian es un medio realmente antiestablishment. Hablamos de los políticos, los abogados. El emporio de Rupert Murdoch tiene su historia. No era algo fácil, pero se decidió hacerlo.
BLISHEN: Siempre publicamos, pero teníamos que tener todo chequeado para hacerlo. La presión era reportarlo rápido, tanto en Londres como en Nueva York. La compañía tiene una característica única, que es seguir la verdad y publicarla, por eso tuvimos la libertad de hacerlo.
M: El verdadero desafío era no ir presos. No nos gustaba la idea (risas).
—Cuando viajaron a Hong Kong, Berlín, Moscú, ¿sintieron alguna vez el miedo real de ser enjuiciados?
M: Los abogados nos decían que era posible que tuviéramos que enfrentar un grand jury en Estados Unidos.
—Si las agencias de vigilancia y las compañías de internet saben todo, ¿cómo es trabajar de periodista en este entorno?
B: Creo que no es un tema de un software, es una decisión.
M: En cuanto a la vigilancia en cosas triviales, en Inglaterra con las organizaciones terroristas hay mucha vigilancia. Los periodistas tenemos que encontrar las fuentes y no es trivial. En Estados Unidos, Associated Press escribe una historia sobre Al Qaeda y tenían todos los documentos de esto. Cientos de periodistas trabajaron durante seis meses con una historia porque tenía que ver con la seguridad nacional. Privacidad es el tema.
—Aquí en la Argentina, políticos, periodistas, familiares de periodistas y jueces han sido espiados. ¿Somos todos espiados, es como un “Big Brother”?
M: Es real eso. Estamos todos así.
—¿Creen que presentar estas historias hace que el mundo sea mejor?
M: Es un servicio público. Estamos contentos de hacer estas cosas. Una de las razones es que las revelaciones de Snowden pusieron el foco en temas importantes.
Pulitzer a la investigación.
—Y usted ganó el Pulitzer...
M: Todos los premios tienen el sentido de reivindicar una historia.
—La muerte del fiscal Nisman generó un debate sobre privacidad, ¿usar estas herramientas ayuda a la seguridad de la gente para encontrar la verdad?
B: La seguridad es muy importante, nos gusta usar herramientas, pero todos estamos vigilados sin consentimiento y eso está mal.
—El periodismo de datos es una tendencia, pero no todas las compañías periodísticas están listas para seguirla.
B: The Guardian tiene una estructura grande en cuanto a tecnología. Siempre buscando que todo sea seguro, cloud computing es una opción. Producir para publicar es generar muchos datos. Tenemos las computadoras en la red, muy protegidas, tenemos una habitación para probar tecnología, es un gran tema. Los periodistas debemos seguir protegiendo las fuentes.
—Los periodistas jóvenes tienen una cultura Google, con la información disponible a un clic. ¿Cómo evalúa esto?
M: Cuando empecé, usaba una máquina de escribir y sigo usando cuadernos. El periodismo antes eran los diarios. El conocimiento era importante. Hoy hay que combinar. Es más democrático ahora encontrar información. Es loco pensar que
The Guardian hace veinte años tenía las fotos en blanco y negro y ahora el material es interactivo en línea. Una de las buenas cosas del caso Snowden fue el equipo interactivo, tratando 25 personas de hacer periodismo, con todos disponibles.
B: Hasta destruimos computadoras sólo para preservar los datos que ya estaban en otro lugar. Proteger a la gente y la información.
—¿Creen que el caso Snowden, de alguna manera, favoreció al periodismo?
M: Creo que fue bueno para todos. Quizás en parte nos hizo ser más cuidadosos con los dispositivos, con el correo, y nos hizo preocuparnos más por proteger nuestras fuentes, para contar historias sobre corrupción de
gobiernos. Muchos en el mundo están en riesgo por esto, pero creo que Snowden vino para pedir ayuda y estar seguro, pero también estuvo satisfecho luego con nuestro trabajo, porque contamos la historia honestamente. No lo comparo con el Watergate porque Snowden nos dio la información, nosotros unimos las piezas de la historia.
Un gringo escondido en Rusia
“Me encontré con Snowden en Moscú dos veces. Está en Twitter, sigue comunicándose. Su vida en Rusia no es terrible, está online, con su computadora. En Hong Kong, donde sí tenía miedo de ir a la cárcel, no tener una computadora era lo que le daba temor. La vida en Rusia no es fácil, dejó su vida en América. Su padre ha ido a visitarlo, su novia también”, relata MacAskill. “Estar en una cárcel de máxima seguridad sería peor que estar en Rusia, pero espera un día poder volver a su país”, cuenta el periodista escocés.
Desde la cuenta @Snowden, él continúa publicando textos y noticias, no ya de filtraciones de la NSA sino sobre temas como monitoreo y vigilancia online. “Trabajaba para el gobierno. Ahora trabajo para la gente”, dice como declaración de principios.
Además, dirige la Freedom of the Press Foundation, una ONG dedicada a ayudar a soportar y defender el interés público del periodismo con el foco en exponer la corrupción y el desapego a la ley de los gobiernos. “La fundación está construida en el reconocimiento de que la transparencia en el periodismo, desde la publicación de papers del Pentágono y el Watergate hasta descubrir el programa de la NSA o las prisiones secretas de la CIA, no sucede solo. Requiere de un trabajo profundo de los periodistas y, usualmente, el coraje de denunciantes que defiendan el derecho a saber”, proclama en el sitio.