ESPECTACULOS
‘GRANIZO’

“Acá hay un prejuicio con los sentimientos”

La dupla de Corazón de león, el actor Guillermo Francella y el director Marcos Carnevale, vuelve en una de las primeras producciones cinematográficas originales de Netflix bajo la marca “Hecho en Argentina”. Ambos hablan de la fama, de la cancelación, de las redes sociales y de su amor por contar en pantalla.

20220403_guillermo_francella_marcos_carnevale_gzanetflix_g
Unidos. Guillermo Francella y Marcos Carnevale ahora trabajan una película que mezcla la comedia, la emoción y un acercamiento local al cine catástrofe. | gza. netflix

Granizo se hizo famosa antes de su estreno por ser una película que mostraba algo que bueno, a la hora de cine catástrofe, no se vio nunca en nuestra pantalla. Pero la película de la dupla Marcos Carnevale y Guillermo Francella, estrenada en Netflix, es mucho más que eso. De hecho, el mismo Francella lo dice: “Hablabamos con Marcos de ese tema. En vez de hablar de géneros sentimos que hay cosas puntuales que fue muy linda mostrarlas. Es más, las preguntas que nos hacemos el corazón: ¿qué es el éxito? ¿Cuánta verdad hay en el cariño de la gente hacía quien tiene éxito? Hay una frase de su hija, del protagonista, donde le dice: “¿sabés que la gente no te quiere? ya te lo han demostrado”. El director de Elsa & Fred y Corazón de León sostiene: “Es una película que habla mucho del proceso de cancelación. Es muy contemporánea, muy actual al respecto. Es lo que estamos transitando hoy por hoy y vivimos ahí, expuestos, sobre todo los que hacemos cosas que se atomizan, que salen a mucha gente. Inmediatamente estas expuesto a la opinión: a me gusta, no me gusta, sos un genio, sos un desastre. Creo que eso es muy rescatable en la película, y ese es el tema de la película. ¿Cómo no creerte el personaje que genera el éxito? Porque hay muchos que se comen el personaje y después un día te dejan de saludar en la calle y te queres matar”.  

—Ustedes que han sido y son personas famosas ¿cuál creen que es ese lado oscuro del éxito? 

MARCOS CARNEVALE: No perder el sentido de la realidad. Yo por ejemplo en mi caso, y creo que Guillermo también. En mi caso el placer me lo produce filmar una película, no ser un director de cine que puede ir a comer a lo de Mirtha Legrand. Eso no me sucede. Siempre le pregunto a los chicos que quieren ser actores o directores y quieren estar en este medio: “¿vos queres ser actor o queres ser famoso?” Son dos cosas distintas. Ser famoso es fácil, más ahora. En las redes haces algún tipo de publicación potente y te van a mirar. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

GUILLERMO FRANCELLA: El año pasado cumplí 40 años de carrera, todo empezó en 1981 con una expresión de deseo, un anhelo, un sueño, de ver que podía pasar. Y siempre lo transité del mismo modo, siempre hablé desde mi trabajo. Después, por elección propia, prefería manejarme de este modo, en forma privada y no exponer. Para mí no está mal exponer, eh. Cada uno que elija su destino. En este momento tan puntual del advenimiento de las redes, del acceso a determinada crueldad que hay en ese mundo, a mi no me gusta mucho entrar. No tengo redes, no comulgo por las mismas. Pero sí me parecen maravillosas para comunicar un trabajo. No para “buen día…”, el chiste. No me interesa contar tanto eso.

—Guillermo, ¿hay algún secreto de un personaje como Miguel que te lo quedaste para vos?

F: Tal vez el hecho de que nunca comulgué mucho con él, con lo abandónico que fue. Él se defiende. Lo defendí desde el personaje, pero con lo papá presente que he sido y sigo siendo a lo largo de toda mi vida, no me podría haber pasado nunca. Yo viví ese éxito con mis niños chicos en mi carrera. Yo viví lo que era no poder caminar por la calle. Pero yo he sido famoso y muy querido. Uno puede ser famoso y no querido. Yo viví cosas hermosas y me iba al acto escolar de mis hijas, que dura tres minutos, dejando el coche en doble fila en la puerta de la escuela. Quiero decir, eso nunca lo perdí.

—Marcos, seguís haciendo un cine popular, de sentimientos, que sigue sin ser una gran apuesta de mucho cine local. ¿Por qué?

C: Hay un prejuicio, y yo no lo tengo. En Italia, nadie dice que Paolo Sorrentino está pasado de sentimientos. ¿Quién le va a decir a Tornatore que se pasó 35 pueblos con emoción con Cinema Paradiso? Acá hay un prejuicio con los sentimientos, al cual no pienso nunca abonar, porque me parece un error gravísimo, porque el cine queda para siempre. Nunca me prendí en esa, ni cuando estaba de moda el minimalismo. Me tocan actores que tampoco abonan a eso, eh. Fue algo más de los críticos y de cierta élite cinematográfica que del pueblo. Yo trabajo para la gente.

F: Eso es así desde que la vida es vida. Ves un actor que sube a recibir un premio y se lo dedica a la abuela, es cursi. Ahora, si habla de lo que pasa en Ucrania dicen “mira que interesante lo que dice, que comprometido”. Hay un cuento detrás de esto. Yo he visto a compañeros míos subiendo y diciendo cada cosa arriba del escenario. Cuando bajan los espero. “¿Vamos a morfar, Guille?” “¿Adónde vamos a morfar? Ahora seguila, seguí con la lanza”. Hay un cuento detrás de que vale la pena ser así.

C: Me sentiría mal si no lo hiciera, nunca trabajé para premios, ni para la “buena” crítica.

F: Yo por ejemplo Elsa & Fred recorrió el mundo, Corazón de león tiene 13 remakes, e hice Anita, que es el atentado de la Amia desde una chica con síndrome de Down, que más emoción que eso no hay: nunca me dijeron afuera del país algo así como sensiblero. Es un mambo que nosotros tenemos. No hay que prestarle atención. Hay que hacer cosas lindas. 

—¿Qué descubrieron de su vínculo en la cuarentena?

F: Que debería haberse declarado esencial. Fundamentalmente porque el entretenimiento fue vital en época de pandemia. No hubo persona que no estuviera sentada frente al televisor viendo una serie o película para hacer más corto su día, para pasarla mejor. Era absolutamente necesario. Una actividad que tiene que ser declarada de ese modo. Lo que se genera con propuestas de este tener, como la película que viste, lo que provoca en la gente es algo muy importante.

—¿Qué los enamora de contar, de que su oficio sea contar?

F: Para mi es el guión. si puede ser acompañado por escenografía, un director y otras cosas, bien. Eso siento con Granizo. Te pone el texto palabras en la boca que tienen verosimilitud, y que sentis identifican al espectador, sea por la crisis del personaje o sus sentimientos. Me gusta explorar desde lo interpretativo. 

C: A mi el tema…no me gustan las historias por las historias en sí mismas. No me gusta las cosas porque son efectistas, porque van a generar algo obvio y llamar la atención. Me gusta el tema. No me gusta el género, si bien tocó mis cuerdas mejor en algunos géneros que otros como le pasa a todos los directores, mi pregunta siempre es: ¿de qué esta película? ¿De qué me vas a hablar? Si no hablan de algo en particular, no sé si me interesa. Eso me es importante. Ahora hablamos del proceso de cancelación y como en el éxito no te perdés en vos mismo, y te  perdés en la selva mediática, ignorando a tu familia, tu vida, tus amigos.

 

La sorpresa que no esperaba la ciudad de Buenos Aires

Hay un instante, que mejor no revelarse si uno no vió el film, pero que si lo vió es un poco inolvidable: implica efectos especiales como nunca antes en un film argentino. Explica Marcos Carnevale: “El guión lo proponía al momento y su épica de alguna manera, ya hablaba de pelotas de hielo, del tamaño de pelotas de fútbol. Entonces cuando uno leía el guión, la literatura misma te invitaba a ese mundo. Después estaba la idea de hacerlo, porque una cosa es leerlo y otra cosa es hacerlo. Pero si lo pensas, es lo mismo que cuando fui a Guille y le dije “Vamos a hacer la historia de León Godoy que es un enano y con nuestros medios y con nuestros presupuestos…”.  Y lo hicimos. Este año contamos con presupuesto, y con Alejandro Valente, que estaba a cargo de nuestros efectos especiales, y me garantizó que podíamos hacer y que no podíamos hacer también. La propuesta era romper una Buenos Aires conocida. Ya tenemos el ojo acostumbrado a ver Estados Unidos romperse, a ver lo imposible. Pero hay cosas que no vimos: Buenos Aires romperse es una de ellas. Romper el Obelisco, romper el Congreso, romper lo que ves con el taxi, es algo muy impresionante. Tuvo mucho estudio la película. La pandemia la detuvó. Se siguió pensando”. Agrega Francella: “Pudimos filmar en la Avenida Corrientes, en nuestro Times Square. Algo hermoso, de identificación. Se pueden hacer en Argentina este tipo de cosas. Todo me sedujo mucho de esta película y esto fue realmente algo genial de poder hacer”.