De repente, encontrar a Silvia Pérez se vuelve casi una misión imposible. Entrevistas radiales, visitas a programas de televisión y tapa de los suplementos de espectáculos ubican a la ex chica Olmedo de nuevo en los medios. Encarnación , la película que dirigió Anahí Berneri junto a Pérez, es el motivo para que hablar con ella sea toda una aventura.
Es que Silvia Pérez dejó a un lado el cola less y la brillantina de los años ochenta para asumir su primer gran papel dramático en cine. Después de tanto tiempo de estar alejada de los medios –hace más de quince años–, la protagonista de No toca botón ya tiene en claro que la fama es sólo pasajera.
“ Esta locura va a durar dos semanas. Después volveré a mi jardín, mis clases de pilates y mi próxima obra de teatro”, adelanta (ver recuadro). En la película, ella interpreta a Encarnación, una vedette venida a menos a quien la popularidad abandonó hace rato. “ Cuando Anahí me contó el argumento de la película, me puse a llorar por la cercanía que tenía el personaje con mi vida. Era una sensación rara, de alguna manera era verme a mí misma. Eso fue lo que más me descolocó.”
—¿En qué puntos te viste reflejada?
—En el hecho de haber tenido popularidad y no haber sido valorada después. En la incomodidad que genera estar entre la gente del ambiente y que no te reconozcan como te reconocieron en un momento dado. Encarnación es una mujer que también se sintió marginada por su familia. Yo eso lo viví. Nunca he tenido un reconocimiento de mi trabajo por parte de mi familia. Ahora sí. El día de la avant première, mi madre me mandó un ramo de flores y le dije que era la primera vez que me sentía respaldada por ella.
—¿Cómo fue vivir ese personaje?
—Fue solitario y con mucha angustia. No logré despegarme de Encarnación hasta el último día de rodaje. Cuando terminé me sentí con tantas ganas de vivir... Fue casi un trabajo terapéutico. En parte pude hacer la peli por haber trabajado el año pasado como actriz. Eso me habilitó a que pudiera exponerme de la manera que me expuse en la película. Me animé a representar a una mujer que está deteriorada, que está sola, que está triste... Si yo no me hubiera sentido bien con la vida, no sé si hubiera podido hacerlo.
—¿Qué fue lo que te mantuvo al margen del ambiente artístico?
—En realidad, yo inconscientemente era marca registrada. Iba a que me hicieran un casting, hablaba con productores, trataba de conseguir trabajo. Y cada vez que me presentaba, los productores me decían: “ Te veo llegar y veo al Negro Olmedo. Vos sos una marca registrada”. Eso me hacía mucho daño. Lo que me llevó a darme cuenta de que tenía que pelear para volver a trabajar de esto; fue darme cuenta de que yo no era feliz si no trabajaba como actriz.
—¿Sentís que la película te abre puertas nuevamente?
—Mmm... Puede ser. Por el momento trato de disfrutar lo que tengo hoy. Para mí todo esto es un bonus que me está dando la vida, es como una recompensa inesperada. Tener un protagónico a los 52 años no es fácil. Es mucho mejor que cualquiera de mis sueños... porque nunca soñé una
cosa así.
Jardines de paz. El año pasado Silvia Pérez volvió a las tablas con la obra dirigida por Rubén Pires El último pasaje . Después de haber filmado la película de Anahí Berneri, la actriz se prepara para Réquiem para una sinfonía , bajo la dirección de Tina Serrano. “ Tengo ganas de volver. La falta de continuidad laboral te debilita. Por suerte, yo logré correrme de la angustia y el resentimiento que eso me provocaba y me aboqué más a escribir libros, trabajar en videos de gimnasia y otras cosas conectadas con el arte.”
Con más de veinte años de yoga, Silvia Pérez viajó 11 veces a la India siguiendo los caminos del Sai Baba. “ La meditación es lo único que me mantiene en calma, es lo que me alienta en la vida y me ayuda a mantener un eje a pesar de las excitaciones y las depresiones.”