Hay actores que superan su profesión. Con sólo un metro setenta de estatura, Al Pacino es, hoy, un gigante. Eso lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que él solo carga sobre sus espaldas la película 88 minutos, de Jon Avnet, que se estrena el próximo jueves.
Allí, el actor compone a Jack Gramm, un psiquiatra forense cuyo testimonio resulta fundamental para que se condene a muerte a un asesino serial, Jon Forster. Gramm recibe un llamado que le informa que le restan sólo ochenta y ocho minutos de vida, y la película narra en tiempo real la odisea del psiquiatra no sólo por sobrevivir sino también por detener la ola de asesinatos que desencadena un imitador de Forster.
El film se estrenó en Estados Unidos el 18 de abril último. Un detalle: se había terminado de filmar en 2005 y, previamente a su estreno en EE.UU., ya había sido lanzada en Brasil, Francia, Japón y otros países. Esta producción de unos treinta millones de dólares –poco para un film hollywoodense– recaudó, hasta ahora en su país de origen, sólo 16 millones. Sin embargo, y pese a las críticas dispares, algo resalta, descomunal: Pacino.
Orígenes. Alfredo James Pacino nació el 25 de abril de 1940 en el Bronx. Salvatore y Rose, sus padres, se divorciaron cuando él era aún un niño, y Sonny –así lo llamaban de chico– debió mudarse junto a su madre a la casa de sus abuelos, quienes eran oriundos de Corleone, Sicilia, casualmente el mismo pueblo de donde sería originario el personaje de su padre en la película El Padrino.
—En Estados Unidos –explicó acerca de su árbol genealógico–, casi todos los que dicen ser italianos son, en verdad, mitad italianos. Excepto yo. Desciendo fundamentalmente de sicilianos, y tengo una pequeña parte de napolitano. Soy bien italiano.
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