“Son cuatro historias de amor loco filmadas al estilo del cine negro del Hollywood de los cincuenta” y trata de “el destino, el misterio de la creación, la culpa, el poder inescrupuloso y la eterna búsqueda de los padres por sus hijos y de los hijos por sus padres”, adelantó. La mayor parte del rodaje se hará en Madrid y estará ambientada en dos épocas: los años 90 y la actualidad “con el mundo de los negocios y del cine como telón de fondo. La película no habla ni sobre el cine ni sobre los negocios sino sobre lo que les ocurre a ellos. Tendrá cerca de una hora de aquel cine negro americano. No va a ser una comedia, aunque el humor estará presente”. Es que, según confiesa, en los últimos años se propuso no hacer más comedias. La explicación que encuentra a eso, de lo cual no se siente –dice– orgulloso, es que hoy en el mundo hay mucho menos humor. Y que el humor sólo se lo puede encontrar dentro de algunos personajes.
“Voy a mostrar a un nuevo tipo de Penélope que nadie ha visto en el cine. Va a salir con una imagen muy distinta a la que nos tiene acostumbrados”. Sí. Para protagonizar Los abrazos rotos ha vuelto a elegir a Penélope Cruz (“uno de los escotes más espectaculares del cine mundial”). También estarán Blanca Portillo (“mi último gran descubrimiento”) y Luis Homar, con quien ya había trabajado en La mala educación, película que le resultó “un infierno” rodar, aunque después descubrió que los resultados no eran tan malos como creía: “Allí aprendí que nunca hay que tirar la toalla”. También volverá a contar con el músico Alberto Iglesias aunque, como hace siempre, habrá una “banda sonora paralela” que reparte sólo entre los integrantes del equipo: se trata de las canciones que ha ido escuchando mientras escribía el guión, sirviéndole de inspiración. Así trabaja.
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