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INCAA Y NETFLIX

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Conflicto. El presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales responde a la polémica generada por el impuesto a Netflix y a otras plataformas de streaming y VOD. | gza. INCAA

Mi intención es, o era, escribir este artículo a título personal, pero me acuerdo de un párrafo del informe de gestión que escribí como presidente del Incaa en el que hablaba de “un impuesto razonable, simple y justo, destinado a fomentar la actividad en el mediano plazo”. Concluyendo: “No coincidimos con que este sea el momento para impulsar la idea”.

Eso pensaba. El motivo más evidente, para mí, era lo inoportuno de imaginar la cultura, y el futuro, en la emergencia. Como si fuera una falta de respeto. Y sumado al pudor, el instinto de no mostrar las cartas. Pero más allá de exponer sentimientos, quiero decir que este no es, no debe ser, un impuesto de coyuntura. No solamente. 

La cuestión es que el tema está sobre la mesa. Terminó de instalarlo una operación mediática. Un zócalo denunciando “impuestos por todos lados” y un periodista de apellido Wiñazki brindando información falsa, citando algunas fuentes que ya lo desmintieron. 

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Pero vayamos al tema. Nadie ignora los cambios tecnológicos ni la transformación de los hábitos sociales con la aparición del streaming. El antiguo televisor es una pantalla más, después de las del celular, la tableta o la computadora. Sin embargo, hay una clara asimetría entre la exhibición de contenidos a través de Netflix y otras plataformas y la producción local de dichos contenidos. 

Este es un tema que se trató durante la reciente visita del director ejecutivo de Netflix, Reed Hastings, al presidente Fernández. Los equipos del Ministerio de Cultura y del Incaa conversamos con los suyos. Tuve la oportunidad, en mi cargo, de darles a conocer una idea que venimos madurando desde bastante antes de ser convocados a cumplir una función pública. 

Desde los años 50, gracias a nuestros mayores en términos cinematográficos, contamos con un Fondo de Fomento nutrido con el 10% que los espectadores pagamos al comprar entradas de cine. Esta tradición se mantuvo hasta hoy a través de décadas. Pero alguna vez hubo que adecuarla a las circunstancias, como en la fenomenal crisis de comienzos de los 90. En esa instancia, a partir del 92, la DAC, el SICA, liderado en aquel entonces por el inolvidable Tato Miller, la Cámara, muchos cineastas, actores y hasta los estudiantes de aquel entonces, luchamos en el Congreso por lo que después se llamó Ley del Cine, promulgada en 1994. 

A los legisladores les parecieron razonables nuestras demandas, entendieron que había nuevas formas de ver cine y ampliaron el alcance de ese 10% que el público ha pagado desde siempre. 

En este punto conviene aclarar una confusión. Habrán escuchado que el 10% sobre el precio de las entradas “sale del IVA”. Esto no es así, sale de la ley. Pero ocurre que ante ciertos reclamos la DGI de entonces decidió reducir su percepción de IVA al 11% para así dejar espacio al 10% destinado al cine. Aplicando este mismo concepto, se nos ocurrió que el 21% de IVA que ya pagan los abonados a las plataformas también podría reducirse al 11%, como ocurre con las entradas de cine. Para así destinar el 10% restante al Fondo de Fomento del Incaa. Ya no “como parte del IVA”, sino como un impuesto similar al percibido según la Ley de Cine y anteriores. Tuve la oportunidad de acercar esta idea a Mercedes Marcó del Pont, titular de la Afip. Considerando que dada la obligación irrenunciable del Incaa de destinar esos fondos a la producción, muchos de cuyos rubros son gravados con IVA, estimamos que el 10% que la Afip resignaría en beneficio de la producción le volvería a ingresar desde la actividad, así que lo recuperaría con creces. 

Nuestra idea es que el Fondo de Fomento Cinematográfico pase a ser un Fondo de Fomento Audiovisual, incluyendo la producción de series argentinas y cumpliendo así, explícitamente, lo que ya estaba implícito en la denominación Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, determinado por la ley del 94. 

Vale la pena insistir en que nadie pagaría un peso más de lo que ya está pagando por los servicios de streaming que contrata. Esta idea es lo que los eufemismos de la jerga económica denominan “win-win”, esos acuerdos en los que todos ganan.       

*Presidente del Incaa. (Versión extendida en Perfil.com)