Es para reír y emocionarse”, dice Roly Serrano sobre Rotos de amor, obra escrita y dirigida por Rafael Bruza que se estrenó en el Teatro Lido de Mar del Plata (irá de martes a domingos con entradas a 2.200 pesos). Se trata de historias de amores y desamores, de encuentros y desencuentros de cuatro veteranos que intentan rearmar su vida luego de diferentes rupturas amorosas. Sostiene Serrano, de 66 años: “Son tipos que intentan desesperadamente solucionar el problema del dolor que provoca la pérdida. El del amor es un tema eterno, se sabe. Este trabajo me llegó en un momento muy especial porque el personaje que hago yo, antes lo hacía Pepe Soriano. Eso es para mí un gran honor. Y encima tengo estos tres compañeros, que son unos monstruos de la actuación”. Los elogios de Roly son para Osvaldo Laport, Antonio Grimau y Víctor Laplace, sus compañeros en el escenario, profesionales con mucho recorrido y con los que alguna vez compartió algún proyecto, pero con los que todavía no había tenido un contacto tan directo: Cuenta: “Me crucé con ellos en televisión y en cine, pero nunca habíamos ni siquiera compartido una escena. Y la verdad es que es un enorme placer. Encima me tocó un personaje que tiene muchos puntos de contacto con mi propia historia, entonces pongo todo: el alma y el corazón. Laburar con estos tres actores te levanta la vara, te impulsa. Son compañeros muy generosos, y lo remarco porque no siempre te tocan colegas así. Es muy bueno trabajar con gente con tanta experiencia. Ojo, también me gusta trabajar con jóvenes porque te tratan como un maestro y uno sabe que los maestros en realidad pueden ser ellos, que vienen con cosas nuevas, con un estilo renovado que te contagia y hace que rejuvenezcas, que no te quedes congelado en el tiempo”.
Actor de larga trayectoria -trabaja desde mediados de los 80 y ha recibido elogios y premios por sus interpretaciones (el más cercano: un Martín Fierro por su papel en El marginal 2), Serrano cita como referentes ineludibles a Alfredo Alcón y a Miguel Ángel Solá: “Miguel Ángel me enseñó a hacer cine, me fue guiando, más que muchos directores incluso. Es un tipo talentoso y muy generoso. A mí me gustan los actores que rompen, que progresan, que no se quedan con lo que ya saben hacer. Hay actores que ya saben que rinden de una manera y se quedan ahí, no experimentan. Yo prefiero a los que juegan, crean y se animan a arriesgar. Esa es para mí la verdadera función del actor”.
Pero a Roly no le gusta hablar de “carrera”, prefiere, para su caso personal, “oficio” o “profesión”. Lo explica de esta manera: “Yo escucho la palabra carrera y siento que hay que ganarle a alguien. En la actuación se trata de superarte día a día, como en el golf. Yo empecé a actuar de grande y creo que lo mejor es pensarlo de ese modo”.
Todavía recuerda cuando era un niño y se entusiasmaba con los westerns que pasaban en una plaza de Salta donde jugaba con sus amigos: “Venía un carromato y pasaban películas de cowboys. Y obviamente después nosotros nos transformábamos por un rato en cowboys. Era maravilloso. Con el paso de los años, me fui desvinculando del arte y me mudé a Córdoba para estudiar abogacía. Cantaba y hacía un poco de humor en una peña para sobrevivir. Un humor bien salteño. Y un día vino un grupo de actores al lugar para festejar un cumpleaños. Hicieron un quilombo tremendo, y cuando vos estás haciendo un espectáculo eso te jode, es algo que preferís que no pase. Pero después me invitaron a su mesa, me pidieron disculpas y ahí me di cuenta de que en realidad era un tipo de grupo humano al que yo quería pertenecer.
Quería ser parte de esa familia. Después el teatro después me fue buscando a mí. Y me encontró, por suerte”.
Un rato junto a Michael Caine y Jane Fonda
Una de las grandes experiencias de Roly Serrano se dio en 2015, cuando el prestigioso director italiano Paolo Sorrentino lo convocó para su película Youth. Además de tener a compañeros de elenco de la talla de Michael Caine, Harvey Keitel, Paul Dano, Rachel Weisz y Jane Fonda, Roly tuvo que encarnar a un personaje muy singular: Diego Armando Maradona. Serrano: “Es algo inolvidable. Estar ahí con todas esas estrellas de la actuación y que te traten como uno más. Estábamos en un lugar espectacular en Suiza, yo tenía una asistente que era un sol y hablaba ¡nueve idiomas! Y me sentí todo el tiempo parte del equipo. No me trataron como un sudaca que estaba de casualidad en una superproducción. Podía haber pasado eso y no pasó. Nunca me sentí sapo de otro pozo. Estar en esa película también me sirvió para comprobar que es más fácil lograr un alto nivel de calidad cuando hay un presupuesto de esa magnitud. Con el costo de esa película (Sorrentino, del que se acaba de estrenar en Argentina Fue la mano de Dios, otro film donde la figura de Maradona ocupa un lugar destacado, tuvo a su disposición aquella vez 14 millones de dólares), acá en Argentina hacemos cuatro”.