Chicago – La Academia de Hollywood ya dio el puntapié inicial para los preparativos de lo que será la entrega de los máximos premios del séptimo arte: los Oscar tendrán su ceremonia el próximo 25 de febrero y las estatuillas aún son una promesa.
En una descuidada fábrica de Chicago, los empleados ultiman los detalles de cada uno de los galardones, que luego disfrutarán las grandes celebridades premiadas. Forjadas en calderos burbujeantes, los metales –muy similares al peltre– se enfrían rápidamente.
La fabricación de las piezas, a manos del artesano Anacleto Medina desde hace 24 años, conlleva una labor de seis a ocho semanas y pasaran la mayor parte del tiempo encerrados en una caja fuerte que tiene como fin que se enfríen y sequen antes de ser entregados a sus destinatarios.
Así, los Oscar tomarán al menos unas cuarenta horas de trabajo, con sus 3,9 kilos de peso, que serán encerados, pulidos y sumergidos en cubos de cofre fundido, níquel, plata y oro de 24 quilates, para luego ser laqueados hasta lograr un brillo digno de Hollywood.
Más tarde, la figura será atornillada a un soporte, sin que ninguno de los empleados de la fábrica ponga sus manos en el premio durante el proceso. De hecho, de encontrarse un defecto, la pieza se volverá a fundir.
La firma, que realizó también los premios y trofeos de los Emmys o los MTV Awards, sigue de cerca el derrotero de sus piezas, sobretodo desde que fueran robadas de un muelle de embarque en 2000.
Las estrellas pueden quedarse con el Oscar hasta por lo menos un mes antes de enviarlo de nuevo para que la Academia lo grabe. Ese trabajo, que recae sobre Louise White –una mujer de 52 años– tiene como tarea recibir la lista de los ganadores y grabar las placas de oro después de la ceremonia de entrega.
“El más grande honor fue el premio honorífico a Peter O'Toole porque tuve que grabarlo antes de ir, y pude verlo recibiéndolo”, afirmó White acerca de la estatuilla que mejor recuerda, con relación al premio honorífico que le entregaron al actor en 2003.
Fuente: AFP