Está notablemente más delgada. “Bajé seis kilos y medio en apenas unos meses”, afirma Carmen Barbieri con indisimulado orgullo. A pesar de tener aún el corazón partido por su reciente separación de Santiago Bal, luego de 25 años de convivencia, y la descarnada pelea mediática provocada por la aparición de una tercera en discordia –la bailarina Ayelén Paleo–, la actriz, vedette, conductora y jurado de Bailando por un sueño no deja pasar la oportunidad para aportarle a esta circunstancia un toque de ironía: “¡Adelgacé siguiendo la dieta Santiago Bal!”, exclama sin vueltas.
—¿Eso es tristeza...?
—No, pero desde que me separé de Santiago ya no cocino más. Yo hago el pan en mi casa, amaso los ñoquis... Con él yo hacía una vida muy ordenada. En casa se cenaba, se tomaba el té, nos reuníamos en familia. Era muy linda nuestra pareja, y habíamos formado una familia ejemplo. Nunca tuvimos una discusión ni un grito pero, bueno, las cosas se terminan. No importa que lo haya cuidado durante los diez años de su enfermedad en los que ni siquiera podíamos tener sexo.
—¿Durante todo ese proceso jamás le fuiste infiel?
—¡No, cómo voy a engañar a mi amor, a mi hombre! Y encima, enfermo. Estuve a su lado y cuando una mujer tiene tantos problemas, no siente necesidad. Jamás miré a otro hombre.
—¿Veinticinco años de pareja y diez de abstinencia?
—No, en realidad fueron interrumpidos, porque en diez años le hicieron dieciocho operaciones de cáncer, muy graves, pero en ese lapso tuvo recuperaciones de seis meses y hasta tuvo suerte de un año, pero salía y entraba. Y nunca le fui infiel. Soy una mujer... Era (se corrige) una mujer enamorada, y fui educada de una manera en la que esa posibilidad no existe. Sí tuve grandes amigas y amigos que me han ayudado enormemente haciéndome el aguante en aquellos momentos en los que lloraba en sus brazos.
—Siendo una familia tan unida, ¿qué creés que lo llevó a serte infiel?
—La muerte de Rolo Puente le hizo ver a Santiago que tiene 75 años, una realidad muy cruda, y me dijo: “Yo quiero vivir mi vida en los últimos años que me quedan, vivir en paz y tirar para adelante”, y seguramente van a ser muchos, es lo que espero, porque fue el hombre de mi vida, tengo un hijo con él y le deseo
lo mejor.
—Pero podría haber hecho eso a tu lado.
—Cuando uno deja de querer, dice un poema, no sabe cuándo deja de querer, pero deja de querer.
—De toda la situación, ¿qué es lo que más te dolió?
—La mentira. Me mintió durante nueve meses. Un día decía que había ido al cine a ver una película de Woody Allen, y cuando le preguntaba de qué trataba la historia, me inventaba el argumento. Tiene que haber sufrido mucho Santiago tratando de ocultar.
—¿Qué sentiste al descubrir todo?
—Hoy estoy más tranquila, pero en aquel momento me sentí vieja, abandonada, decepcionada, traicionada; me sentí sin futuro porque aposté y entregué todo a la familia, hasta mi juventud. Hoy tengo 56 años y por eso digo: nunca más un hombre a mi lado, nunca más una pareja.
—Eso lo decís porque todo es aún muy fresco...
—No, no está en mí. Además eso ya lo decía cuando él estaba enfermo: si se muere Santiago –porque muchas veces estuvo frente a la muerte–, no voy a formar otra relación. No tengo deseo sexual. Mi vida terminó aquí. Esta es mi última pareja. Yo le deseo a Santiago que sea muy feliz si encuentra a otra mujer, y lo digo de verdad, porque él es un hombre que no puede vivir solo.
—¿Y qué te pasa cuando ves a los bailarines de tu elenco, con los abdominales marcados?
—Son divinos, pero los veo como hijos. El hombre de mi vida fue Santiago; el decidió tener otra mujer, se enamoró, porque así dicen sus mails dirigidos a esta persona, quien además cuenta que él le confesó estar enamorado. Lo que
admiro de Santiago es la capacidad que tiene de amar.
—¿Qué extrañás de él?
—Extraño su compañía... Nosotros no estábamos mal como están contando. No estábamos en crisis ni distanciados. Sí estábamos distantes porque yo tenía mucho trabajo y nos veíamos en la cena. La libido la ponía en mi trabajo y él dice que se sintió solo hasta que encontró a una persona que pudo darle lo que necesitaba... Por eso el engaño, las mentiras.
—A pesar del enojo de tu padre (el genial Alfredo Barbieri), fuiste pareja de Jorge Porcel. ¿Qué significó Porcel en tu vida?
—Fue un gran amor, el hombre que me marcó en la vida. Y después Santiago. Mi papá no quería saber nada. Yo tenía 19 años y él fue mi primer hombre.
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