Con sus enormes salarios, limusinas a disposición y extravagantes mansiones se podría pensar que tienen una vida fácil. Pero que las apariencias no engañen. La vida de una estrella de Hollywood es una de las más difíciles del planeta. Sólo hay que ver cuántas de ellas estuvieron al borde del colapso en los últimos meses, y fueron salvadas de la ruina total por el mejor amigo de las estrellas en decadencia: la institución de rehabilitación de lujo.
La lista incluye a Mel Gibson, quien ingresó a una de ellas después de que realizara comentarios antisemitas tras ser detenido conduciendo ebrio, lo que le valió la primera plana de los diarios en todo el mundo.
Y sigue con Keith Urban, cuya afición por el alcohol y las drogas aparentemente no era tan conocida por su nueva esposa Nicole Kidman. Además está el actor Michael Richards, famoso por su papel de Kramer en la serie televisiva Seinfeld, quien se refugió en la rehabilitación después de lanzar una catarata de insultos raciales desde el escenario de un club de comedia.
Más recientemente, Isaiah Washington, protagonista de la serie de televisión Grey's Anatomy, siguió una dirección similar esta semana después de llamar "maricón" a su compañero de elenco gay y negarlo en varias ocasiones. "Comencé terapia", dijo Washington. "Creo que esto es un paso necesario para entender por qué hice lo que hice y asegurarme que no pase de nuevo".
Por supuesto que la lista incluye también a la fiestera más conocida, Lindsay Lohan, quien ingresó la semana pasada en la clínica de rehabilitación de moda Wonderland, en las colinas de Hollywood. Meses de abuso del alcohol han convertido a la joven de 20 años en la favorita de los dueños de los clubes de Los Angeles, pero en el castigo de los ejecutivos cinematográficos, quienes nunca saben en qué estado aparecerá en el set.
Aparentemente el mes pasado, menos de 24 horas después de que le sacaran el apéndice, estaba nuevamente de fiesta. Pero Lohan alcanzó su punto más bajo en enero, cuando después de los premios Golden Globe se embarcó en una noche de parranda que sólo terminó cuando se desmayó al amanecer en el corredor de un hotel de lujo de Beverly Hills.
De todas formas Lohan tiene una competidora por los servicios de los especialistas en rehabilitación más mimados por Hollywood: Britney Spears. La ex estrella adolescente está tan ansiosa por recuperar el tiempo de fiesta perdido como joven madre y esposa que se ha divertido en todos los clubes de moda en Los Angeles y Las Vegas.
Su trago favorito parece ser el champagne con coca-cola. Su estilo salvaje ha provocado que su marido Kevin Federline, del que está separada, la instara a ingresar en una clínica de rehabilitación antes de arruinar su vida, o él se la arruinará a través de un divorcio y desagradable juicio por la custodia de sus hijos.
¿La clínica de rehabilitación será la respuesta para las celebridades en decadencia? Como la miss Estados Unidos Tara Conner, de 20 años, quien pudo mantener su corona después de registrarse en una clínica para que la ayudaran a refrenar su hábito de emborracharse y salir de parranda por los mejores bares de Nueva York.
Pero el canal ABC News preguntaba: ¿¨Todas estas personas necesitan rehabilitación o sólo la utilizan como una excusa para su mal comportamiento?". Algunos expertos consideran que en ciertos casos la rehabilitación se convierte en otra herramienta para que las estrellas ególatras no asuman la responsabilidad por sus debilidades.
"Tradicionalmente la rehabilitación ha sido un lugar para la gente que tiene serias adicciones. Pero ahora las celebridades están ingresando (a las clínicas) para mejorar su imagen", dijo la corresponsal de CBS Health Stephanie Stahl. "Comenzar un tratamiento es una buena opción para las personas que necesitan ayuda, pero hacerlo cuando se busca sólo para sacarse de encima la culpa y evitar las consecuencias no es algo bueno", señaló William Moyers, experto en tratamiento de adicciones.
Moyers destacó que la rehabilitación ha salvado millones de vida, pero cuestiona si puede salvar a las estrellas de sí mismas. "La adicción es una explicación, no una excusa", aseguró. "El tratamiento es una manera de encontrar ayuda. No debería ser una forma de evadir las consecuencias". Lo que sin duda no se debería seguir es el programa descrito por la revista online Salon.com: "El primer paso es admitir que se tiene un problema, y el segundo es volver a la parranda".