Embarazada de seis meses, del que será su tercer hijo –en este caso, una niña, luego de Noah (4) y Elías (1)–, Luisana Lopilato presenta Perdida, un thriller de Alejandro Montiel, estrenado el jueves y de inmediato encabezó la taquilla. A partir de la novela Cornelia, de Florencia Etcheves, y con guion de Jorge Maestro, el propio Montiel y Mili Roque Pitt, se trata de revelar el misterio de una muchacha que ha desaparecido en 2003 y que en 2017 quizás pueda ser reencontrada. El protagónico de Lopilato, que es la policía que investiga, es acompañado por la actriz española Amaia Salamanca (Velvet y Gran hotel), el uruguayo Nicolás Furtado, el peruano Carlos Alcántara, y elenco local: Rafael Spregelburd, Oriana Sabatini, Julián Serrano, María Onetto.
—Esta película implica una mirada sobre la trata de personas. Para componer tu personaje, ¿te involucraste con asociaciones de madres, familias y víctimas de este delito?
—No me vinculé con ellas directamente, pero leo, me interesa… Desde que me entregaron el libro [de Perdida], no hay un segundo en que haya dejado de pensar en esas familias y en esas madres. Yo soy mamá y… no quiero ni pensar, no me puedo poner en el lugar de esas familias. Sí, hablamos con un psicólogo que trabaja con chicas de trata de personas, con familiares, por su búsqueda de poder hablar, de contar sus experiencias. [Para componer el personaje, también], tuvimos ensayos en la policía, en el Tiro Federal.
—Filmaste entre octubre y noviembre del año pasado. ¿Cómo te organizaste para combinar tus tiempos de actriz y de madre?
—Uno se prepara, se organiza. Me encanta filmar, me encanta estar en un set. Amo mi trabajo, me encanta venir a la Argentina. Ya sabés que son seis semanas. Después yo soy mamá, soy una mamá re presente, y con mi marido nos organizamos bien para que [los hijos] nunca estén solos. Si no estoy yo en la casa, él está en la casa. Si no está él en la casa, estoy yo en la casa. Es todo organización. Con tiempo y calma se puede organizar.
—¿Y cómo te sentiste físicamente durante el proceso de filmación?
—Rebien. Estaba filmando y no sabía que estaba embarazada. Lo último que se filmó en España son algunas escenas en que estaba embarazada y no lo sabía.
—¿Cómo te llega este tercer hijo?
—Imaginate: rebien. Siempre soñé con la familia grande, me encantan los hijos, me encantan mis hijos. Tengo recuerdos de mi infancia: las mesas largas, los primos… Soy muy familiera. Todo el mundo lo sabe, lo digo, lo proclamo. Me gusta que mis hijos tengan el día de mañana, con sus primos, la mesa larga y gritos, y que nunca se pueda tener una conversación muy tranquila.
—¿Ya hay posibles nombres para la bebé? ¿Los hermanitos participan en la decisión?
—Nada. Hay una lista, pero es la primera vez que no sé… Ellos no pueden intervenir porque son tan chiquitos. Le dicen “caca” hasta el día de hoy. El más grande, que tiene 4, me dice: “El bebé”, “princesa” y me cuida mucho. Eso es como instinto medio de hombre. Estoy bajando la escalera, y me dice: “Mamá, vení, yo te ayudo. No, no lleves el celular, que pesa”. O me dice: “Mamá, ¿te abro la puerta del auto? Es pesada”, o “Mamá: ¿te llevo la cartera?”. Son chiquitos, pero copian de los adultos. Antes se pensaba que la embarazada no podía hacer nada. Yo disfruto igual y me aprovecho.
—¿Cómo se ha ido sucediendo tu evolución como actriz, hacia personajes más complejos, como en “Los que aman odian”, o aquí en “Perdida”?
—Se va dando solo, a medida que te llegan las películas y los libros. Venía de Los que aman odian, donde hacía una mujer sensual, sexual, que se fija en todo lo femenino. Ahora Pipa es una mujer que deja todo ese costado, porque creo que una mujer policía, trabajando en un departamento con hombres, todo el tiempo… un poco vas adquiriendo esas cosas de hombre. Una mujer policía tiene que tener esa fuerza, defensa personal, para poder enfrentarse en la vida, en los casos. Al trabajar con hombres, vas adquiriendo esas cosas. Pasa en todos los ámbitos de trabajo.
—Esta película tiene varias productoras involucradas. ¿Qué importancia tiene la coproducción para una película? ¿Hasta dónde imaginás que se proyecte “Perdida”?
—La coproducción te abre puertas como actriz. Es otra experiencia trabajar con actores de otros países, ir a presentar la película a otros países, donde descubrías que hay cine muy importante, con tan buenas producciones como en Perú o España. Ojalá que Perdida llegue a todos lados. En mi familia, quieren verla, y dicen: “Y Netflix?”. Y ojalá que llegue a Netflix.
—La pareja de Luisana Lopilato y Michel Bublé aparece como un modelo, armónico, feliz. ¿Cuál es el secreto?
—No hay un secreto. Tal como lo ven a él de afuera, no lo veo yo adentro. Para mí es mi familia, y siempre va a ser así. Es una familia normal, donde te peleás, te arreglás, te querés, te enojás; te levantás a la mañana y tenés un buen día, un mal día… Siempre hay que seguir adelante. Los dos tenemos los mismos valores: la familia, los hijos… Creo que él me admira mucho, y yo lo admiro a él: eso no se me perdió, ni se me va a perder, porque lo admiro como persona, como papá, como amigo, hasta en su profesión.
—Vivís gran parte del tiempo en Canadá. ¿Qué te aportó, de bueno y de malo, esta residencia fuera del país?
—La experiencia te aporta madurez. Madurás como mujer, como persona… Estar lejos también es estar lejos de tu familia, de tus afectos, de las cosas, del día a día: eso se pierde. Y ganás otras cosas, como diferentes formas de pensar, diferentes maneras de disfrutar la vida. [Pero] yo soy muy pegada a mi familia, así que todos me acompañan: mi mamá, mi papá, mis hermanos, todos. Tratamos de estar siempre juntos, y aunque sea a ellos tenerlos cerquita.
—¿Cómo ves a la Argentina desde el exterior?
—Amo mi país, soy reargentina. Adonde voy, llevo a mi Argentina, a todos lados. Me pueden sacar de la Argentina, pero no me pueden borrar a la Argentina. Creo que los argentinos tenemos eso: que nos amamos mucho…
—¿Y qué sentís cuando llegan malas noticias locales?
—Te ponés triste. En todos lados pasa eso. A mi marido también le pasa con su país.
Dos actrices, dos amigas
En Perdida, hay dos personajes centrales. Luisana Lopilato encarna a Manuela “Pipa” Pelari, una policía que, en medio de sus obligaciones profesionales, se aboca a descubrir el misterio que rodea la desaparición de Cornelia Villalba, su amiga durante la adolescencia, a cargo de la actriz española Amaia Salamanca. Catorce años después del viaje de estudios en el que Cornelia fue vista por última vez, Manuela decide reiniciar la abandonada investigación. De lo que descubra no pueden darse detalles sin generar un spoiler. Sin embargo, Salamanca da algunas pistas sobre Cornelia: “Cuando leí el guion, me gustó mucho el personaje, porque tiene un proceso desde el principio hasta el final. Todas las cosas que ha sufrido en su vida le hacen ser como es en la actualidad. Es un personaje muy duro. Me dieron ganas de interpretarlo, al pensar que puedan existir personas así, que han pasado por esas cosas en su vida. El tema de la prostitución [que es clave en el film] está presente en todo el mundo, hasta en los sitios que menos te lo esperas. La película puede hacer ver que no es [solo] un libro, sino la realidad. Es un horror, una pena. A lo mejor con películas como estas, podemos dar un poco de visibilidad a esa cosa tan atroz”.
Por su parte, Lopilato presenta a Manuela: “Es una mujer luchadora, perseverante, que busca justicia, que se mete en la policía no de casualidad, sino porque perdió una amiga, y en el fondo tiene esa esperanza de poder encontrarla en algún momento”.
Y Salamanca cuenta cómo fue trabajar con Lopilato y el proceso de filmación: “Nos vimos en Madrid, en los Premios Platino [2017], cuando ya sabíamos que íbamos a hacer la película. Ella fue encantadora y yo tenía muchas ganas de venir acá a Argentina. Yo filmé en el centro de Buenos Aires; me hubiera gustado, pero no me tocó filmar en el sur [San Martín de los Andes], así que aproveché aquí para ir al teatro porque el teatro argentino está muy bien considerado; y pasear por Puerto Madero, comer un asado, estar en el Centro Cultural Kirchner, muy bonito”.