Año 2010: mi abuela atraviesa un cáncer durísimo. Nos la pasamos en el hospital. Mi abuela es mi abuela Lila: viví toda mi vida con ella y tiene en mí la misma importancia que mi padre o mi madre. Lila nació en el límite entre Uruguay y Brasil, y su lenguaje mestizo me ha marcado para toda la vida, como autor y persona. Pero ahora es el 2010 y mi abuela agoniza. En su cruel desenlace, una última enseñanza: ella nos dejó cuidarla con una paciencia y una dignidad que todavía me conmueve. Ese año mismo año yo estrené mi primera obra de teatro, titulada Montevideo es mi futuro eterno. Era un homenaje a ella. Pero Lila no la llegó a ver.
Año 2011: desde la muerte de mi abuela, descubro que me hacen bien las ficciones sobre la muerte. Miro muchas películas de gente que se muere y además me hago fanático de una suerte de subgénero literario, novelas que tienen como tema la muerte del Padre. La ficción me hace sentir acompañado.
Año 2012: es noviembre y yo estoy en un avión yendo a México, a un festival de teatro. De pronto, en pleno vuelo, enterita, me viene una idea para una obra: una mujer que tiene una enfermedad terminal y decide –como última voluntad– filmar una película pornográfica.
Escribo, durante casi todo el 2013, esa obra. Una obra que en su versión original tiene casi 200 páginas. Una obra que ganó en 2015 el Premio Rozenmacher a la Nueva Dramaturgia. Una obra que nos llevó casi cuatro años poder conseguir el apoyo para estrenarla (milagros de Carolina Castro, productora de la Compañía Teatro Futuro que integro), y que luego tuvimos que montar en cuatro meses, y que fue posible solamente por tener un elenco de actores fantásticos y muy comprometidos (Lorena Vega, Maruja Bustamante, Andrea Nussembaum, Juana Rozas, Bruno Giganti y Agustín Rittano). La obra se estrenó el 6 de octubre de 2017.
Todo tendría sentido si no existiera la muerte se sitúa en el final de los años 80 y narra la historia de María, una maestra de pueblo del interior de Buenos Aires. Dos hechos cambiarán radicalmente su vida: primero, la amistad con Liliana, la extravagante dueña del videoclub del pueblo, que la acercará a una nueva pasión: las películas pornográficas feministas; y segundo, enterarse que sufre una enfermedad terminal y le quedan pocos meses de vida. En ese momento decidirá realizar un gesto insensato y ridículo: como última voluntad, ella desea filmar su propia película pornográfica. Liliana y su hermana Nora la acompañarán en la aventura, coronada con la contratación de un actor pornográfico que ellas admiran, llamado Gino Potente. Todo tendría sentido si no existiera la muerte no es una obra autobiográfica, no es escritura del yo, autoficción, ni ninguna de esas variantes. Todo tendría sentido si no existiera la muerte es una obra de teatro. Ficción pura. Nada de lo que me pasó a mí está directamente en la obra. Seguramente haya una energía, un dolor que yo haya decidido transformar en otra cosa. Pero todo lo que sucede en la obra es ficción, imaginación, lenguaje. Sin embargo, hay algo que me interesa destacar de la obra, y que es el centro de lo que quiero expresar acá: no se trata de cómo la realidad modifica la ficción, sino de cómo la ficción modifica la realidad. Yo no encontré consuelo para la muerte de mi abuela sino leyendo y, luego, escribiendo. María, que se está muriendo, encuentra en la ficción, en las películas, la salvación; diría, incluso, la eternidad.
¿Cuál es el poder de las ficciones? La ficción, la buena ficción, además de conmovernos o entretenernos, lo que hace es fundar su propia hipótesis de lectura: en el mundo que crea esta obra, la cosa funciona así, la cosa se lee así. La ficción inventa modos de leer. Y en ese movimiento, fundando una nueva forma de leer, lo que hace la ficción es inventar una nueva forma de ver el mundo. No hace falta haber leído toda la obra de Kafka para entender qué está sucediendo cuando uno realiza un trámite administrativo. La obra de Kafka organizó una porción de la realidad, que ahora entendemos de otro modo.
Dice Wilde “la neblina en Londres no existía hasta que la pintaron los impresionistas”. Esto es: la ficción modifica el modo en que vemos la realidad. Acaso sean el sexo y la muerte las dos cosas sobre las que no se puede decir nada. Quizás, pienso ahora, hice lo único que se puede hacer ante la muerte: ficción. Eso es lo que verdaderamente me interesa. Hacer ficción para cambiar la realidad. Ojalá mi abuela Lila pudiera venir a ver la obra.
*Dramaturgo, director de teatro, integra la compañía Futuro.
Entre sus obras figuran La fiera, Las lágrimas y Todo tendría sentido si no existiera la muerte.
Va los viernes, sábado y domingo a las 20 en el Cultural San Martín hasta el 12 de noviembre. Viernes y sábado a las 20 en la Comedia de la Provincia (La Plata), hasta el 9 de diciembre.