En esta temporada se conocerá una nueva faceta de Nicolás Cabré. Debutó como director con la comedia Tom, Dick y Harry escrita por Ray Cooney y su hijo Michael y estrenada en Londres en 1993. Ahora en el escenario de Multiteatro estarán Mariano Martínez, “Bicho” Gómez, Yayo Guridi, Mercedes Oviedo, Gabriela Sari, Rodrigo Raffetto, Jorge Noya y la participación especial de María Valenzuela. Irán de miércoles a domingos, con dos funciones los sábados.
En este diálogo se descubre a dos galanes –Cabré y Martínez- de una edad puntual de la TV y del prime time que hoy son padres. Como afirmará Cabré: “Hoy siendo más grandes, somos más conscientes”.
—¿Cómo te transformaste en director?
NICOLAS CABRE: Siempre fui un poco metido. Cuando me tocaba actuar preguntaba, proponía y tuve la suerte de estar con directores que me lo han permitido. Sabía que en algún momento iba a decantar mi inquietud por dirigir. Esto se dio de manera muy natural. Mariano (Martínez) quería hacer una obra de teatro conmigo, pero yo estoy actuando en Me duele una mujer y le di esta obra pensando que él podía interpretarla y yo dirigirla. No sabía quién tenía los derechos, le propuse que los buscara para trabajar juntos. Se reunió con Tomás (Rottemberg) y con Juan Manuel (Caballé) y resultó que Juan tenía los derechos. Pasó casi un año.
—¿Qué te interesó de esta obra como para volver a subir al escenario?
MARIANO MARTINEZ: Me encantó en cuanto la leí. Te das cuenta cómo te lleva. Me reía e incluso se la leí a mi hija mayor (Olivia, 13 años), quien también se divertía con la lectura que le hacía. A ella le encanta la actuación y me ayudó a pasar letra. Además pesó la insistencia de Nico (Cabré) que me decía que tenía que hacerla.
—¿Es éste el momento para hacer comedias? ¿El público las necesita?
C: Hoy la gente no está para dramas. Me parece que necesita la risa, aunque sea por un ratito. Sacarse de encima los problemas y reírse se agradece. Este es un momento en el país en que la risa cotiza y entra en la bolsa. Cuando nosotros hicimos diferentes programas televisivos, como Son amores, el público se nos acercaba por la calle para agradecer. Era el 2001 y subrayaban que durante esa hora se reían.
M: Hoy compartimos desde las redes algunos de esos momentos de aquellos ciclos de hace más de veinte años atrás y la gente se sigue divirtiendo y agradeciendo aquello que hicimos. Se siguen acordando y eso no pasa con todos los géneros.
—A veces se desvaloriza al actor que hace humor…
C: Es un género complicado, no es simple. No se hacen dos o tres payasadas y la gente se ríe. Son otros tiempos, no sé si la tragedia es más o menos complicada, la comedia tiene su ritmo.
—¿Qué características tiene Cabré como director?
M: Para mí es mi ideal estar siendo dirigido por Nico e integrar este elenco, con estos compañeros. Hoy estoy como en Disney, como en un cumpleaños, muy feliz. Tengo mucha confianza y le veo el talento que tiene como director. La tranquilidad que demuestra para transmitirnos lo que quiere. Sabe llevar al grupo adelante. En todas estas semanas de ensayos la pasamos muy bien y eso que somos ocho actores sobre el escenario. Lo digo en privado y en público: es brillante.
—Dicen que los directores son un poco psicólogos y también padres…
M: Y un poco sí, tiene paciencia porque nos lleva adelante con nuestras inseguridades. A veces unos comprenden antes que otros lo que hay que hacer. Sabe expresarse bien y consigue que nadie se sienta mal. Para poder dirigir hay que tener cierto don para hacerlo.
—¿Por qué estrenar en verano en Buenos Aires?
C: Me parecía fundamental empezar el recorrido aquí, si nos va bien podremos ir a Mar del Plata después. Pensé que era bueno arrancar y apostar por Buenos Aires, donde también nos pueden ver espectadores de otras provincias. Tengo la suerte de sentirme muy acompañado, desde los productores hasta el elenco. Está todo pensado para la contención. Buscamos entre todos, desde el minuto uno, que la obra pueda vivir como la soñamos. Una comedia trabajada por actores de peso.
—Fue estrenada hace varios años en Londres y en Francia se la considera un vodevil: ¿coincidís?
C: Tiene mucho de ese ritmo, con sus entradas y salidas. La obra arranca con la presentación de los personajes y van y vienen durante todo el espectáculo. Van a ver a un Mariano (Martínez) distinto, que estará todo el tiempo sobre el escenario, buscando con su personaje –Tom- tapar agujeros. Creo que la gente se va a reír mucho. El espectáculo está pensado para que lo vea toda la familia, desde un niño de ocho años. Estamos atentos a que todos la puedan entender, sin problemas.
—¿Es más difícil este Tom que otros protagonistas que encarnaste?
M: Lo que elijo siento que lo puedo hacer. Tengo en mi vida cinco hermanos, por lo cual conozco muy de cerca estos vínculos familiares. Soy disciplinado y responsable. Tanto en las películas Yo, traidor de Rodrigo Fernández Engler como Humo bajo el agua de Julio Midú fueron ficciones que quise hacer.
—¿Estos personajes son perdedores?
C: Sí, son fantásticos perdedores, los que se creen que son vivos y después descubren que no. Hay algo lindo en el perdedor. Se fue cambiando con los años, antes el protagonista era el que las sabía todas y se ganaba a las mujeres. Hoy el que tiene más dificultades es el que conquista el cariño de la gente. Ahora el público empatiza con el que a todo le sale mal.
—Para un actor que hace comedia: ¿el mayor peligro es tentarse?
C: A veces el tentarse es un recurso que no debería pasar. Por mi parte, lo odio. Aunque generalmente el público recibe bien el que te rías e incluso te aplaude, pero no me gusta. A veces te podés tentar un día, pero para mí es un error buscar esa complicidad.
—¿Se sienten privilegiados como actores?
C: Mi hermano trabaja con el taxi desde los lunes hasta los sábados. Soy un privilegiado de poder hacer lo que hago, lo que me gusta y disfrutarlo, en un país donde casi no existe esta posibilidad, pero no le agrego más valor que esto. Hoy mi prioridad pasa por otro lado. Trato de hacer lo que me dé tiempo para estar con mi hija. Le digo que no a las urgencias. Quiero vivir, no corro más.
M: Soy un privilegiado en poder hacer lo que me gusta. Este proyecto fue algo buscado. Quería hacerlo y fui diciéndole que no a muchas otras propuestas, aunque siempre agradecí que me llamaran, pero no era lo que quería hacer. Le dije que no a los tres Masterchef, ¿Quién es la máscara?, y a los reality de hotel y al que se estrenará con famosos, con la conducción de Marley (The Challenge Argentina: el desafío), también a Sex de Muscari. Hoy poder estar en esta obra es un privilegio, porque es lo que quería hacer. Tengo tres hijos y a veces es difícil decir que no. La gente cree que uno la tiene fácil, pero también me la juego.
Los grandes éxitos de ayer
Imposible no asociarlos con grandes éxitos televisivos como Gasoleros, Son amores o Los únicos, por nombrar sólo tres de tantas. “Fui de la televisión con canales –recuerda Nicolás Cabré- después vinieron las productoras independientes y ahora llegaron las plataformas. Todo era muy distinto. Pienso en la época en que grabábamos en el canal Trece, después llegó Adrián (Suar) y lo cambió. Ahora están las plataformas. Antes los procesos eran diferentes, se tardaba más, hoy cambia con una velocidad absoluta. Lo veo por mi hija Rufina, ella no mira televisión. Cuando aprendo algo que me muestra a los tres días ya fue.” Continúa Mariano Martínez: “Efectivamente están con la tablet y ven lo que quieren, cómo quieren y cuándo quieren. Pero no tengo nostalgia por lo que pasó. No creo que siempre el tiempo pasado fue mejor”.
Ensayaron el espectáculo en tiempos mundialistas y a muy poca distancia del Obelisco, lugar de festejos. Cuando se les pregunta cómo lo vivieron confiesan. Cabré: “Soy muy tranquilo. Me enganché casi al final. Lo viví con tranquilidad. Me encanta que hayan ganado y la alegría de mi hija Rufina festejando. Me parece maravilloso lo que hicieron, pero también los hubiera felicitado si no ganaban. Cambiamos horas de ensayos porque con los gritos de la calle no podíamos seguir”. Dirá Martínez: “Siempre fui muy fanático del fútbol, pero hace un tiempo que no lo soy tanto. Mis hijos estaban pendientes del álbum de figuritas y se apasionaban con cada partido. Cuando perdimos frente a Arabia Saudita creo que fui uno de los pocos que salí a la calle con la camiseta. La alegría colectiva fue espectacular, como en la canción donde están presentes hasta los que lucharon en Malvinas”.