ESPECTACULOS
ALEJANDRO ROMAY (1927-2015)

El adiós al zar que revolucionó la TV

Icono de la cultura popular en la industria del entretenimiento, cambió la forma de comunicar en televisión. Sufrió atentados en dos de sus salas de teatro, sobrevivió a la dictadura viviendo en Puerto Rico y recuperó Canal 9 con la democracia.

Un Zar sin corona. Alejandro Romay marcó un espíritu de época. Vivió en una Argentina que ya no es. Dejó su sello en todo lo que tocó.
|

Murió Alejandro Romay. Nacido el 20 de enero de 1927 como Alejandro Argentino Saúl, casado con Leonor Rosio y padre de cuatro hijos, Omar, Mirta, Viviana y Diego, el más longevo paradigma de la televisión argentina falleció el último jueves a los 88 años, dejando su sello en cada una de las producciones que encaró en la pantalla chica y el teatro. Icono de la cultura popular argentina, el “zar” de niñez pobre y ambición enorme supo ascender desde su Tucumán natal hasta lo más alto de la industria del entretenimiento. Se despidió de “su” Canal 9 cuando lo vendió a fines de 1997 y anticipó: “La TV será de los grandes monopolios internacionales. Todo se hará a través de computadoras, a través del marketing. No a partir de la intuición o los sueños”.

Todo lo hizo a su manera. A los 14 años fue con unos amigos a LV7 Radio Tucumán a hacer el casting para ser el locutor de la emisora. Mientras unos hablaron tres minutos, Romay recitó el diario La Gaceta casi de memoria, dando una prueba diez veces más larga. Post servicio militar, su histrionismo lo llevó a Buenos Aires, a trabajar en radio El Mundo y a presentar durante cuatro años la orquesta de Aníbal Troilo en el viejo cabaret Marabú. Codearse con el espectáculo lo impulsó a cambiar de locutor a productor, y la radio por las tablas y la televisión. En 1961 se quedó con el teatro El Nacional y luego el Argentino, destruido en 1973 por una bomba cuando se iba a estrenar Jesucristo Superstar. En Madrid fue propietario del Nuevo Teatro Alcalá.

Cuando en 1963 se transformó en director de Canal 9, señal a la que imprimió su sello popular y audacia, se animó a ofrecerle a Mirtha Legrand un programa de almuerzos diarios.
“A Chiquita se le iluminó la cara: le pareció fantástico. Daniel empezó a poner excusas: que todos los días no, que era muy cansador, que quiénes irían al programa y otras cosas. Finalmente lo convencí, con el apoyo de Mirtha, que estuvo más que entusiasmada desde el primer momento…”, contó en su autobiografía. Su primera etapa dorada en el canal duró hasta que en 1974 el gobierno de María Estela Martínez de Perón revocó las licencias y, según palabras del propio Romay, debió entregar el canal a punta de pistola y emigrar a Puerto Rico, país donde permaneció hasta el fin de la dictadura.

Cuando en la vuelta de la democracia se hizo el llamado a licitación para reprivatizar los canales, Romay recuperó el control de Canal 9 asociado con José Scioli (padre de Daniel), con la misma idea que tenía antes del exilio: si algo era un éxito popular, tenía que estar en sus manos. Basado en el principio de que la televisión pública debía ser cultural y la privada entretener, se llevó a Susana Giménez de Canal 7 en 1988. Un año después produjo junto a su hijo Omar La extraña dama, con un elenco enorme encabezado por Luisa Kuliok y Jorge Martínez, y un presupuesto millonario para la televisión de entonces y ratings que podían tocar los 50 puntos. El ciclo salía simultáneamente en Italia, y para muchos fue el primer paso local hacia una tevé con mayores pretensiones.

Su personalismo lo hizo participar en los proyectos exitosos del canal. También lo hacía capaz de entregar un premio (el 9 de Oro) a sus producciones y de conducir el noticiero en épocas eleccionarias o de conflicto social. En una de sus intervenciones en el periodismo amarillo de Nuevediario, Romay hizo poner a toda su redacción para ovacionar a Carlos Menem, post triunfo de 1989. El manejo de la señal duró hasta 1997, cuando cumplió 70 años con la promesa que le había hecho a su esposa de dejar la televisión.

En el año 2000 consiguió junto a su hijo Diego reabrir El Nacional, después de 18 años y un incendio que consumió todo (aparentemente, a raíz de un atentado del gobierno militar en respuesta al sketch “Vivan las autopistas” en la revista Sexitante, que protagonizaba Susana Giménez). Para el evento se repuso Mi bella dama, obra que abrió en la primera época la etapa de musicales, esta vez protagonizada por Paola Krum y Víctor Laplace, y en la que el empresario habría invertido unos dos millones de dólares. El teatro hoy está de luto. La historia de la televisión argentina, también.

 

Algunos programas emblemáticos

Grandes valores del tango (1963): El ciclo de tango emblema del canal tuvo al frente a Hugo del Carril, Juan Carlos Thorry y Silvio Soldán.
Cuatro hombres para Eva (1966): Telenovela protagonizada por Rodolfo Bebán, Jorge Barreiro, José María Langlais y Eduardo Rudy.
Simplemente María (1967): Telenovela protagonizada por Irma Roy, Alberto Argibay y Rodolfo Salerno.
Almorzando con Mirtha Legrand (1968): Según Chiquita, el programa que le cambió su vida profesional.
El hombre que volvió de la muerte (1969): Incursión en el terror y el suspenso, con Narciso Ibáñez Menta
Alta comedia (dos ciclos: 1970 y 1990): Unitarios basados en clásicos del teatro, dirigidos por María Herminia Avellaneda y Alejandro Doria, entre otros.
Feliz domingo (1970): Programa ómnibus conducido por Orlando Marconi, Silvio Soldán y Jorge Rossi, entre otros.
Música en Libertad (1970): Primer programa musical-juvenil, conducido por Leonardo Simons.
Amo y señor (1984): Telenovela protagonizada por Arnaldo André y Luisa Kuliok, que saltó a la fama por su mistura de escenas violentas y algo más jugadas que las que se veían hasta entonces.
La extraña dama (1989): La telenovela protagonizada por Luisa Kuliok y Jorge Martínez fue la primera en narrar la historia de una monja enamorada y se transmitió en simultáneo con Italia.
Más allá del horizonte (1993): Telenovela ambientada en el siglo XIX que protagonizaba Grecia Colmenares y que lanzó a la fama a Osvaldo Laport.