ESPECTACULOS
El prIncipe

El amor negro

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Celebrada. La ópera prima del chileno Sebastián “Mirlo” Muñoz ganó en la última edición del Festival de Venecia el premio Queer Lion Award. Es una adaptación de la novela corta de Mario Cruz. | Gza. Denise Salvador

El deseo llega a mi cabeza y a mis venas y se transforma en la propia metamorfosis de ser un director de arte en cine a querer ser el director.

A mis manos llega una novela, El príncipe, la leo e inmediatamente el erotismo y la crudeza del relato me cautivan y no me dejan dormir hasta hoy, nueve años después. Enfrentarme por primera vez a la dirección de un largometraje sigue siendo lo más valiente que he hecho en mi vida: poner a hombres encerrados, desnudos, a trabajar el deseo como el primer instinto de mis personajes. Sé que estos cuerpos se transformarán en otro dolor de cabeza, para un territorio encabezado por conservadores: Chile, una nación que despertó, así como yo desperté con mi película.

Siempre fui al teatro y al cine, desde los diez años, en los  80 de mi dictadura, por eso fue tan fácil encontrar a mi elenco, y que ellos quisieran arriesgarse conmigo. A todos los conozco a través del cine y del teatro. La mayoría son amigos desde antes, otros amigos ahora (después de haber filmado en una cárcel real); fue precisamente éste el obstáculo más difícil de superar, ya que en una sociedad conservadora ningún director de Gendarmería quería abrir sus rejas para contar una historia así… ¿Le tendrán miedo a la verdad?

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El príncipe es un relato de la vida cotidiana de las cárceles del mundo. Claro que la de este relato está en Chile. Un Chile conservador. Caminar por una cárcel real y sentirme atrapado energéticamente es una experiencia dolorosa. Se respiraba el llanto y el miedo de los que algún día estuvieron ahí y fueron trasladados por el terremoto del 2010. Todos los días que filmamos en la cárcel llegábamos en un bus con todo el equipo. Durante el viaje de casi una hora me sentaba con Daniel, mi asistente de dirección, y le mostraba todas las puestas en escena que filmaríamos cada día. Luego lo mismo con Enrique, mi director de fotografía, que fue el pilar más importante en este proceso ya que no solo construimos el imaginario de la cárcel juntos, sino que también construimos una confianza y una amistad hasta el día de hoy. Mientras el equipo tomaba el desayuno, yo me iba solo a recorrer la cárcel y quemaba un sahumerio hecho por Diego, mi marido, para limpiar energéticamente el espacio y pedirle a las presencias del lugar que nos dejaran filmar libremente.

El amor negro es el amor en la oscuridad, en la noche, sin luz, solo siluetas que se mezclan en silencio, sin emitir ningún tipo de quejido o agitada respiración, pues ningún machito quiere que al otro día se le tilde de maricón. Pero el cuerpo tira y una parte de nosotros es un animal salvaje, que se mueve únicamente al son de los instintos y las pasiones.

El proceso de filmación fue de mucha confianza, como digo siempre: un grupo de amigos que se reunió a hacer cine, que confió en mí, en mi cabeza y en mi alma. Es tan importante para mí poner el cuerpo del hombre desnudo y frontal y salirme del lugar común y lo violento que ha sido el cine con el cuerpo femenino. Es la primera vez en Chile que una película pone el erotismo y la sexualidad masculina en primera persona. Eso me seduce, ya que parte importante de mi discurso en la película es la libertad de los cuerpos. En la película se da la libertad de los cuerpos y el no tenerle miedo a la sexualidad: a eso mis actores se entregaron por completo, literalmente y no hubo miedo ya que se construyó un mundo carcelario desde una paleta de color muy acotada (azul, café y verde) y una atmósfera inspirada en las pinturas de Caravaggio que sumergió a los actores en un naturalismo estético cotidiano lleno de espejos –reflejos que apuntaban a destacar el narcisismo de nuestro protagonista Jaime–.

Hacer cine no es solo contar una historia. Ahora lo entiendo como un discurso social y político, necesario para el Chile que queremos construir, y que todo artista debería atreverse a vivirlo, o tú que me estás leyendo ahora en este diario. Hablar de hombres encerrados, que buscan afecto más allá del género y que finalmente, se traduce en la necesidad más básica del ser humano, que es amar y ser amado también.

*Director de El príncipe, film actualmente en cartel.