Inés Estévez vuelve al teatro. Pero vuelve con una propuesta de José María Muscari, alguien que parece tener una mirada quirúrgica a la hora de llevar a escenarios temas más bien tapados. Ahí está su saga Sex, que paso y sobrevivió incluso en las redes sociales, y ahí está también su nueva apuesta, junto a Inés Estévez: Redes, viví tu experiencia. La misma implica el vínculo de Estévez con nombres relaciones a las redes sociales, al universo influencer, y otras forma de, dirá Estévez, “hipercomunicación”. Entre los mismos se encuentran Connie Isla, Bimbo Godoy, Nati Jota, y muchos más. La obra se estrena el 13 de abril en el Paseo La Plaza.
Dirá Estévez: “Yo siento que José María tiene una gran singularidad, que no se parece a nadie. En lo que él hace, es único. Tiene una osadía en la exploración. Ha logrado unir aquí dos mundos: el teatral, el netatemente teatral, tan ligado a los artístico, y le ha incluido una cualidad de efecto similar al que produciría la televisión. Creo que esa característica está siendo reproducida de manera muy clara en el elenco que armó. Yo represento en la obra un poco el teatro neto, el teatro de texto, y el resto del elenco son personas con un gran talento”. Y suma: “Hay gente que hace música, hay activistas veganos, hay activistas por la diversidad. Todos tienen su talento. Hay gente que hace cosas diversas y con talento. Con mucho talento, y esto es importante decirlo. Hay sustancia y contenido. Pero viene de una extracción más vinculada con la hipercomunicación. Lo interesante en esa dinámica es el intercambio, que es muy fluido. Si bien representamos dos mundos en la ficción, hay algo muy fluido que también muy natural”.
—¿Qué pensas hay de provocador en ese cruce?
—En cuanto a ese cruce, claro, te hablaba de la fluidez. Yo no veo una gran diferencia.Yo me veo identificada en estos chicos. Me veo yo en mis comienzos, solo que ellos son más exitosos que yo. Cuando empecé no existía esta hiperdifusión tan a la mano. Uno hoy puede diagramar y administrar personalmente esa difusión. Veo gente con capacidades, con sustancia, con búsqueda, con talentos, que no se diferencia en nada de cualquier rumbo artístico que uno encare de manera excluyente
—El último año fue particularmente complicado para el arte y la cultura en Argentina, con actores con grandes problemas económicos. ¿Cómo podría el Estado ayudar a que la cultura no quede tan huérfana en un posible nuevo escenario al del 2020?
—Lo que siempre sostengo es que un país es su cultura. Y erróneamente, históricamente, se ha confundido el arte y la cultura con un pasatiempo superfluo, cuando en realidad es constitutivo. Eso es histórico. Son pocos los países que tienen la cualidad de priorizar eso, y en general son países del primer mundo, con una economía fuerte. Yo creo que a la cultura y al arte, en general, le ha hecho bastante daño el concepto norteamericano de entretenimiento. Si bien es un elemento, digamos, de esparcimiento, el arte y la cultura son una gran herramienta de comunicación. Son un arma importantísima. Son un elemento de cambio. No me siento autorizada a decir que haría falta para que la cultura y el arte en nuestro caso particular se vean más apoyadas o sostenidas. Depende mucho de la gestión de turno. Han gestiones que no los han aniquilado, porque no se puede aniquilar al arte. Hay gestiones que han favorecido mucho ese aspecto.
—La obra juega con la idea de baja y alta cultura, o al menos ese parece uno de sus puntos de partida. ¿Cómo viviste siempre esa división?
—Yo estoy cada vez más cerca del desprejuicio. El desprejuicio es algo que siempre cultivé. Solo que por un tema de estrategia, mientras diseñaba mi carrera, iba a haciendo caso de la mirada parcializada, sesgada y caprichosa que tenía el medio en ese momento en torno adonde correspondía posicionarse si querías hacer una carrera seria. A medida que me fui afirmando, me fui permitiendo explorar diversos flancos. Uno puede percibir belleza y puede sacar ganancia, y salir reflexionando de cualquier manifestación cultural. Mi relación, para cerrar, con la cultura siempre ha sido muy amplia. No encuentro fisuras. No me parece en esta era, en la cual todo se entremezcla y todo compone una gran trama, está bueno ser flexible. Cuanto más flexible sos, más creces, la rigidez nunca es buena para la evolución.
—¿Dónde está tu vínculo con la música hoy, considerado tus discos y tus shows más cercanos al jazz?
—La música: siempre habitó mi vida, y siempre estuve conectada con ella. Mis primeros premios fueron por musicales. Por ese prejuicio del medio me quede más en la actuación. Cuando se destapó todo lo vinculado al jazz, vinculado a mi padre y su cultura musical, se cerró un poco un círculo. Estamos gestando con mi banda ciertas transformaciones.
—Viviste un episodio molesto donde se sacaron de contexto tus declaraciones sobre tu situación ¿qué sentís respecto de esa superficialidad de la frivolidad?
—La frivolidad de la superficialidad no me molesta. Creo es parte de la existencia, y a veces está bueno conectarse con estos flancos, con la manipulación y la tergiversación de ciertas palabras que uno puede llegar a emitir. Malintencionadas. No solo en el caso de la prensa, si no en cualquier caso, me parece un síntoma de maldad. Lo que se está haciendo es mentir, faltar a la verdad. Se está ejerciendo un poder pernicioso sobre las mentes y la recepción de los lectores. Básicamente son situaciones que ni me molestan, que no me alteran o duelen, sino que me ponen en la obligación ética de desenmascarar esas acciones cobardes.
—¿Qué le dirías a alguien que quiere ser parte del mundo del arte hoy?
—Yo creo que me gusta más la denomación de expresión creativa, y me parece es una pulsión vital, que creo nos habita a todos desde que nacemos, hasta que ingresamos en la educación formal, donde aparece el juicio crítico, la calificación. Ahí la creatividad se ve sofocada, y se suprime la singularidad. Los seres humanos dejan de percibirse con libertad, y empiezan a adherirse a normas y uniformidades. Para contactarse con la expresión creativa, lo más recomendable es recuperar una confianza en la propia singularidad. Redescubrirnos. Para eso hace falta ir en contra del sistema educativo que nos hace señalar nuestras falencias en lugar de marcarnos o hacernos ver nuestras facilidades para poder afirmarnos en ellas y salir desde ahí a buscar todo aquello que queramos conquistar.
Romper las viejas normas
—¿Qué relatos sentís que te gustarían contar a futuro?
—En general me gusta estar del lado de las ideas, y lo que me gustaría desarrollar es lo que tiene que ver con la literatura, donde tuve la oportunidad de publicar un solo libro hasta ahora, como con la dramaturgia. Me enfocaría siempre en el sentido constructivo, en materiales que colaboren con un crecimiento de conciencia, que puedan sumarle constructividad e integridad a los receptores.
—¿Qué dirías te define hoy como artista?
—Quizás puedo decir que lo que me define como artista es la diversificación, algo que cuando empecé era impensable, porque había mucho prejuicio en torno a la diversificación. Parecía como que si no te enfocabas en una sola disciplina, tu camino no revestía la suficiente seriedad. A medida que fui logrando plasmar las diversas instancias expresivo creativas me empecé a sentir mucho más plena. No estoy segura que no hubiera descubierto si no hacía esto, siento que mi esencia me mostraba lo que fui constatando a través de mi actividad artística.
—¿Dónde vas con tu música hoy ya que hablas de transformaciones?
—Estamos gestando con mi banda un recorrido nuevo, más vinculado a la exploración. ¿Por qué deberíamos definirnos por un estilo y no crear un disco y ver cual es el color del mismo y como se da el proceso creativo y que aparece? Estoy probando con cantar boleros, con la música en español. Estoy buscando mi sonido, incluso estoy componiendo.