Ah –susurra. La piel de la zona enrojece con el roce, palidece bajo la presión de los dedos. “Sos feliz”, le pregunto. “Sí¨”, me dice, cierra los ojos y se deja caer hacia atrás con otro suspiro de placer. Su delicada nuca contra el apoyacabezas del asiento trasero de su coche. Está en éxtasis. Desde el asiento delantero, la eminente agente de prensa Anita Tomaselli vuelve a presionar sobre la planta de sus pies y Emilia Attías vuelve a susurrar:
—Ah.
Y yo le repito:
—Empieza el reportaje con la pregunta que hoy por la mañana Oscar González Oro (en un rapto de ingenio) le hizo a Susana Giménez: “¿Sos feliz?”.
Y Emilia Attías contesta:
—Si, soy feliz, muy feliz.
—¿Con la primera respuesta ya una mentira? ¿Cómo se hace para ser “muy” feliz?
—Hay momentos en que uno es feliz, muy feliz, y otros en que uno es feliz...poco. En realidad, es una mentira porque uno cree que es más de lo que...
—Utilicemos una palabra menos impúdica que felicidad. ¿En qué consiste su dicha?
—En que estoy en un momento de mi vida y no puedo evitar pensar en la edad que tengo. Y tengo un estado de éxito para mi edad...tengo diecinueve años, casi veinte. Siento que tuve logros lindos, escalones que fueron ascendiendo, y eso es superimportante en una carrera. Y ahora tengo una propuesta tan grande, que tal vez sea universal, si Dios quiere.
—¿Estás trabajando para una Iglesia?
—No, usé mal la palabra. En realidad, es una propuesta que trasciende los límites locales, es el primer proyecto fuerte que tengo y que excede la Argentina. No es lo mismo que me pase esto a los treinta años que a los diecinueve. Un proyecto que abarca la televisión, el teatro, un disco, giras...El proyecto es la tira diaria de televisión, Casi Ángeles, y ya grabamos el disco. Supongo que se llamará Casi Ángeles volumen 1. Cantamos Nico Vázquez, yo, los chicos que participan en la tira.
—¿Tu nivel de canto es el de Iliana Calabró, mejor, peor?
—No, normal. No soy Whitney Houston pero tengo una entonación normal.
—¿Por qué cree que la eligieron para el papel protagónico, junto a Nico Vázquez?
—El papel es de una chica que la abandonó el padre, en realidad los padres murieron...
—...una manera definitiva de abandonar a alguien.
—Claro. Cuando yo, ella tenía diez años primero se murió el papá, después la mamá, y al quedarse huérfana su sufrimiento fue tal que perdió la memoria. Además estaba desnutrida, en condiciones deplorables. Después la encontró, sola y sin conciencia, una pareja que eran dueños de un circo y se quedaron con ella, y la criaron, y le pusieron de nombre Cielo Mágico, Mágico porque la hicieron acróbata del circo. En acrobacia me entrené, baile y canto también. Y bueno, la formaron, y a los dieciocho años, los viejitos que la criaron mueren en un accidente de auto, y el circo quedó en manos de otra gente y todos los integrantes tuvieron que hacer otra cosa. Así es como ella empieza su búsqueda de diferentes trabajos, amor, y consecuencias.
— Perdoname, ¿tu personaje es mufa? Primero se le mueren los padres, después los viejitos...¿no será menemista?
—No, pobre, a ella le pasan desgracias pero es muy optimista. Tiene alegría, magia. Va para adelante como una tromba.
—Me llama la atención que una persona de diecinueve años como vos, ya piense en la construcción de una carrera.
—Es una cuestión de destino.
—¿Está destinada al triunfo?
—Yo no soy de declararme exitosa o fracasada. Simplemente no es lo mismo que me pasen las cosas a los diecinueve que a los treinta.
— ¿A los treinta qué pasa? ¿Es el fin de la vida?
—No. Si hasta los treinta no hubiese hecho nada, y todo me hubiese pasado a partir de los veintiocho...ya no tendría tanta proyección.
—¿Cómo se dieron tus pasos en términos de carrera? ¿Qué decidiste? ¿Qué se te dio por casualidad?
—Nunca me moví por la plata ni por la ambición de plata y fama. Sí, había ciertas necesidades que cubrir.
—Pero incluso antes de la necesidad, puede aparecer el deseo...
—El deseo estuvo siempre. Desde chica dije: quiero cantar, bailar. Desde que tengo uso de razón. De hecho, bailaba por los rincones de mi casa. Me sentía Paloma Herrera. Veía televisión y copiaba coreografías...Está en mi sangre. No me veo haciendo otra cosa. Disfruto tanto de trabajar de esto! Me apasiona todo lo que sea artístico. Empecé a los trece haciendo comerciales de televisión, algunas gráficas, desfiles...Era bastante anónima. Vendía al producto, no a mí. El tema de empezar a venderme a mí empezó a los diecisiete, cuando salí en la tapa de Gente. Fue una tapa revolucionaria para mi carrera.
—¿Frente o espalda?
—Frente. Me llamaron para hacer No hay dos sin tres. Con eso empecé a laburar..Y a partir de entonces me llamó Cerutti, hice Bailando por un sueño...
—Y ahora vas a competir con Tinelli, uno de tus descubridores!
—Yo soy muy agradecida pero también quiero pensar que es una consecuencia. Creo que ni Marcelo ni yo pensamos que iba a llegar hasta la final...
—No tendrías por qué estar tan agradecida. Después de todo te hizo perder con Florencia de la V.
—¡No! Con Flor tengo la mejor y no me molestó perder. Además, yo sentí que ahí mi ganancia fue otra. A veces hay que saber el sentido de ganar o perder. Ganar, en ese programa, para mí no era lo más importante.
— En términos de difusión de tu figura, no hay duda. Ahora, ¿ creés que Florencia de la V baila mejor que vos?
—Creo que la gente la elige porque es más popular. Por algo es lo que es.
—¿Cómo fue ponerte las plumas de vedette? En la segunda tapa de Gente, dijiste que querías ser una nueva Susana.
—Eso fue un juego. No es que persigo a un ídolo. Era un homenaje a una persona que me parece admirable.
—¿Por qué?
–No sé. Por algo es Susana.Tiene carisma y llegó a ser estrella número uno. Es admirable por eso. Y es muy inteligente.
—Hay un punto donde se ven notables diferencias. A Susana Giménez le gustan hombres menores, y a vos, bastante mayores. ¡Vos no podrías salir con alguien veinte años menor!
—Cierto. Mi novio (el “Turco” Naim) tiene cuarenta años.
—¡Qué generosidad! La mayoría de las chicas de veinte jamás saldrían con un hombre de cuarenta. ¿Hasta qué edad se extiende tu amplitud de miras?
—No me fijo en eso. Lo que me importa es el amor, el respeto y el cuidado.
—O sea que podrías amar a un cincuentón excedido de peso y con el colesterol alto...
—Si lo quiero...
—Lo voy a pensar, entonces... ¿Es cierto que el contrato que firmaste es uno de los más importantes de la TV argentina?
—Mirá vos, yo creía que no. Miro la televisión y veo unas figuras que...No creo que gane lo mismo que Echarri...El debe cobrar mucho más! O Susana Giménez.
—En cinco años bien podría estar ganando más que Susana.
—¡Dios te oiga!
—Volviendo a un tema anterior, el cambio de imagen. ¿Çómo sentís que es posible pasar de cuasi vedette a protagonizar una comedia blanca y de carácter familiar como la producida por Cris Morena?
—Mi imagen como vedette...Yo no tenía el estilo del escándalo mediático.. Y siempre supe que esa no era mi carrera.
—¿No se peleaba con ellas para no parecer cabaretera ni conventillera?
—No me peleaba porque no me nacía pelearme. Yo soy de hacer mi trabajo y volverme a descansar. Claro que ahora, viajo bastante porque todos los fines de semana voy a ver a mi novio.
—¿Dónde está? ¿Preso?
—No. Está haciendo una obra, una revista en Carlos Paz.
—¿Y cómo te va actuando con Nicolás Vázquez?
—Bien. Es divino. Tenemos una química superfuerte.
—¿Sos de las que encarna el rol? ¿Ahora estás enamorada de él?
—No. Cada actual extraña a su ser querido.