La película infinita es un film creado a partir de escenas de otras películas argentinas que nunca fueron finalizadas. Terminar una película es un proceso frágil y complejo, y muchas veces los proyectos no logran superar los numerosos obstáculos que se presentan. La idea del film se origina en la creencia de que esos fragmentos, materiales descartados y considerados de nula importancia son valiosos por muchas razones. Nos hablan de cómo se filmaba en determinados momentos, cuáles eran los intereses y qué historias se contaban. Además de que todas presentan un atractivo visual único. La idea de “infinito” surge del concepto de lo no finito, de que ninguna de esas historias está cerrada, clausurada. Y, al mismo tiempo, la búsqueda que iniciamos de material continúa, por lo que permamente estamos encontrando y recibiendo más material. Es una película que podría no terminarse nunca, siempre en constante creación.
Comencé a trabajar con archivos fílmicos de manera casi accidental a través de mi pasión por el cine y por mi trabajo como proyectorista, hace ya casi veinte años. Fue sin saber mucho y a partir de la necesidad de recuperar una colección muy grande de películas argentinas de uno de los laboratorios más importantes del país. Había que sacar cientos de latas de un lugar húmedo, herrumbradas, desordenadas y con agua en el piso.
Para esta película realizamos un trabajo enorme que duró alrededor de siete años, ya que no había una fuente única y fidedigna en la cual basarse, por lo que tuvimos que buscar y hablar con muchas personas. Comencé con una lista de títulos, pero con pocas certezas, y a partir de ahí empezamos a sumar nombres, tachar otros, y recolectar todo lo que podría ser de utilidad: guiones, storyboards, fotografías y material fílmico. Finalmente decidimos en un momento que solo incluiríamos imágenes en movimiento. Por lo que también surgió el proyecto de llevar a un libro todo aquel otro material que logramos reunir, pero que quedó fuera de la película, como relatos de primera fuente de directores que ensayaron, escribieron y filmaron, fotos y entrevistas. El trabajo de investigación nos sirvió para tener suficiente material como para poder trabajar con libertad en la edición, seleccionando lo que nos parecía más atractivo y útil. El montaje (a cargo de Felipe Guerrero) se articuló con el diseño sonoro (otro gran trabajo de Roberta Ainstein) para avanzar de forma conjunta en un lado y en el otro. Ideas de sonido se probaban en la edición, y estructuras y climas se pasaban al sonido. Así avanzamos al comienzo y también luego, ya con una idea clara y precisa de cuál era el destino. Llegamos a obtener una gran cantidad de datos, fotos, respuestas de técnicos y actores que nos acercaron sus relatos y materiales de las películas que planearon. Pero también estaban los materiales concretos que aparecían en las latas que fuimos identificando en depósitos, volquetes, sótanos. Materiales muy diversos, en blanco y negro y en color, con participaciones de actores y actrices tan disímiles como Rosario Bléfari, Angel Magaña, Ana Katz, Charo López, Romualdo Quiroga y Pepe Soriano, entre otros.
Mi trabajo en el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires influyó directamente ya que me dio la posibilidad de visualizar horas y horas de material en 16 mm y 35 mm para poder determinar qué era lo que nos interesaba para utilizar y entonces digitalizarlo. Además, se trabajó con muchos materiales que estaban en condiciones precarias y se los limpió y arregló.
La película tuvo su estreno mundial en el Festival de Rotterdam y luego en el Bafici en la Competencia Argentina. Se puede ver todos los domingos de mayo en el Malba a las 18.
*Director de cine y a cargo de la Coordinación Técnica de Conservación y Restauración del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken.
