ESPECTACULOS
FLORENCIA RAGGI

El desafío de aceptar el lado imperfecto de la vida

Acaba de estrenar 7 años en el Teatro Picadero y es parte de la serie de Monzón, en la que interpreta a la abogada defensora del femicida. La actriz habla de su edad sin complejos (46) y de cómo encara su oficio.

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Transición. Florencia Raggi supo dejar atrás el mundo del modelaje, que le permitió comprar su primer departamento, para convertirse en actriz. | Marcelo Aballay

Un dilema complicado. Eso plantea 7 años, la obra teatral dirigida por Nelson Valente (el mismo de la exitosa El loco y la camisa) en el Teatro Picadero que tiene como protagonistas a Florencia Raggi, Miguel Angel Rodríguez, Nicolás Scarpino, Martín Slipak y Walter Quiroz. Para Raggi es la oportunidad de seguir consolidándose en un ámbito donde ha pisado en firme con sus trabajos en Cuerpos perfectos (donde tuvo como compañeras a Soledad Silveyra, Laura Oliva y Andrea Frigerio) y la versión de La casa de Bernarda Alba dirigida por José María Muscari. “Me pone muy contenta trabajar en el Picadero. Me encanta este teatro, por su tamaño, por dónde está ubicado (en el pasaje Santos Discépolo 1857, a pasitos de Corrientes y Callao) y por lo que tiene programado”, dice ella.

Con funciones los viernes, sábados y domingos, 7 años está basada en la primera película de producción española producida por Netflix, dirigida por Roger Gual y con música de un argentino, Federico Jusid. Se estrenó en la popular plataforma de streaming en 190 países el 28 de octubre del año pasado. Y pronto apareció una versión teatral que es un éxito en España.

El dilema que presenta la historia es el que pone en aprietos a cuatro socios de una empresa, que acuden a un mediador para decidir quién de todos ellos asume el castigo de siete años de cárcel por estafar al fisco.

 Cuatro socios, tres hombres y una mujer (Walter Quiroz, Florencia Raggi, Nicolás Scarpino y Martín Slipak), necesitarán la ayuda de un mediador (Miguel Angel Rodríguez) para decidir quién de ellos asume el castigo de siete años de cárcel por estafar al fisco. “En una situación tan apremiante siempre aflora el instinto de supervivencia –opina Raggi–. Te ponés más egoísta, más centrado en vos mismo. Y aparece una contradicción: tenés que resolver si salvar a un amigo o salvarte vos. Yo lo viví alguna vez. Salí corriendo en situación de peligro y pronto me di cuenta de que no tenía sentido reaccionar así, que en realidad estaba dejando abandonado algo que para mí era esencial. Pero todos podemos titubear en situaciones límite, es natural que suceda. Juzgar desde afuera es muy fácil”.

Raggi cuenta que cuando vio la película española en Netflix pensó de inmediato que tenía todo para ser llevada al teatro: “Se desarrolla en una sola locación y tiene un texto muy potente, dos características que facilitan la tarea de adaptación. Y la verdad es que también me imaginé haciéndola, me vi en ese papel. Cuando Sebastián Blutrach, el productor de la obra, me convocó se cerró un círculo perfecto”. También asegura que es extremadamente exigente consigo misma: “No puedo evitarlo, soy muy dura conmigo misma y a veces también con los demás. Estoy tratando de trabajar eso porque no es positivo para nadie, ni para mí ni para los que me rodean. Tengo que tratar de aceptar un poco más lo imperfecto de la vida”.

A Raggi también se la puede ver en Monzón, la serie del canal Space que tiene como tema central el femicidio de Alicia Muñiz por el que el famoso boxeador fue condenado a prisión. Allí interpreta a la abogada defensora del deportista santafesino. “Fue fantástico hacer ese papel –sostiene–. Trabajar en una producción tan importante estuvo muy bien. Y también hacer un personaje tan difícil. Si soy la defensora de alguien, el camino más indicado es no juzgarlo, así que intenté encarar al personaje desde esa premisa. Me encontré con la abogada defensora del caso y eso me ayudó mucho. Creo que yo no podría defender a un femicida en la vida real, pero esta es una ficción, es mi trabajo. La calidad de la serie que hicimos no tiene nada que envidiarles a las que se hacen en el exterior. Es atractiva, respetuosa y creo que va a generar polémica”.

Antes de dedicarse de lleno a la actuación, Raggi trabajó como modelo, una actividad de la que dice haberse desvinculado por completo. “Fue hace muchísimos años, no sé nada del ambiente de la moda actual. Creo que hay muchas fantasías sobre ese mundo, que es tan machista como lo es la sociedad en general, para decirlo corto. Para mí fue algo coyuntural. Se me presentó muy servido en bandeja, se dio muy fácil. Y era una oportunidad de viajar y tener dinero siendo muy jovencita. A los 18 me pude comprar un departamento. Es un trabajo que demanda mucho esfuerzo y tiene contraindicaciones, pero yo sabía que no iba a hacerlo por mucho tiempo”.

 

Sin botox y a favor de la legalizacion del aborto

“Vivimos sujetos a las apariencias y a las formas, pero yo trato de traspasar eso, de mirarme más adentro. Ese es para mí un trabajo diario. Me gusta verme bien y estar en forma, estar lúcida, ágil. Pero no estoy para nada pendiente de eso. Tengo 46 años y nunca pensé en el bótox”. Las palabras de Florencia Raggi revelan sus convicciones en términos de la importancia que una actriz debe darle a la imagen. Hoy en día, la obsesión por lucir siempre joven es moneda corriente, basta con observar lo que pasa en la influyente industria de Hollywood. “Acepto los cambios y el paso del tiempo, hago todo un trabajo para eso –agrega Raggi–. No quiero poner las manos en el fuego por nada ni decir nunca voy a hacer tal cosa, pero hasta hoy no pensé en cirugías. Si pierdo un trabajo porque se me ven las arrugas, la verdad es que no me importa”.

Raggi también tiene opinión firme sobre otro tema de mucha actualidad, el de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo: “Estoy a favor de la legalización. Una ley tiene que ampararlo. Cada uno tiene que ser dueño de decidir si traer o no un hijo al mundo. Y queda claro que no estoy diciendo que hay que matar a un bebé”.