Cuando uno quiere pensar un real quién es quién de la comedia contemporánea (al menos la que apuntala certezas y dudas en lo que llega –o se baja ilegalmente– de Estados Unidos), quizás uno de los poco nombres que surgen es Will Forte. Pero su presencia en el especial 40 aniversario de Saturday Night Live sólo deja en claro una cosa: Forte es parte fundamental de la comedia contemporánea. Ahora Forte (desde el 2 de junio en FX, mejor dicho) entró a lo que él llama “la edad dorada de la comedia en televisión” con The Last Man on Earth, una sitcom que lo tiene desde el minuto uno como, precisamente, el último ser humano en la Tierra. El show, que ya posee segunda temporada confirmada en Estados Unidos, fue “una creación de Phil Lord y Chris Miller, los directores de La gran aventura Lego, y Lluvia de hamburguesas, junto a mí. Somos amigos desde hace veinte años y no dudé a la hora de trabajar juntos”.
—¿Cómo surge la idea de una comedia que comienza con un solo habitante en Estados Unidos recorriendo el país y volviendo a su Tucson natal?
—Nos sentamos con Phil y Chris durante días a pensar qué podíamos vender. Y de repente apareció la idea de un sujeto, no muy bueno pero tampoco muy malo, que podía hacer lo que quería en un mundo sin nadie, pero eso no implica la superación de sus muy presentes miserias. Al comienzo solo iba a escribirlo y me enamoró el personaje de Phil Miller.
—Apenas comienza el primer capítulo, se puede ver a Phil y su colección de objetos, que van desde la camiseta de Michael Jordan hasta la alfombra del Salón Oval. Es algo distinto a los típicos “ya no queda nadie aquí”.
—Nos parecía divertido, y en un punto estúpidamente realista, que eso sería lo que alguien haría: iría y llenaría su nuevo departamento de lujo con ese tipo de cosas. Muchas de las cosas tontas que el personaje hace en el piloto serían las cosas que yo haría. Nada muy elaborado porque soy un poco vago, entonces tiraría cosas desde alturas, usaría un carrito para mover cosas por el lugar.
—Cuando se decidieron por esta idea, ¿cuál fue el primer show en que pensaron?
—Era difícil, por la dinámica del show, no pensar en La isla de Gilligan. Amo Gilligan, es uno de esos shows clásicos en todo el mundo. Pero ya fue hecho y no queríamos repetir la fórmula. Lo que hicimos fue durante tres días ver cómo desarrollaríamos ese concepto de la última persona en el planeta.
—Es un momento donde las series acerca del fin del mundo están de moda, ¿querían prenderse en ese tren?
—Creo que ninguno de nosotros lo pensó de esa manera. Es cierto que hay muchos shows apocalípticos en este momento. Por ejemplo, amo The Walking Dead y claro que hay similitudes a nivel general. Pero nunca pensamos: “¡Oh, no!, ya hicieron The Walking Dead”. Son dos cosas muy distintas y siempre lo sentimos así. Lo nuestro es el absurdo.