Acaba de terminar un ensayo de El aire del río, la nueva obra de Carlos Gorostiza.
— La obra es divina –reflexiona Alejandro Awada, uno de sus protagonistas, mientras estiramos la sobremesa–. Desde un punto de vista humanista se mete de alguna manera en la Historia, así, con mayúscula. Narra una historia de amor que, de algún modo, también relata nuestra historia. Arranca en 1800, continúa cien años después y termina en los comienzos de 2001. Un relato amoroso, te repito, por los argentinos. Por la Argentina.
Y con la alegría de quien disfruta realmente del momento, añade Awada:
— Es una obra muy bien escrita, muy bien estructurada y, además, tengo el honor de estar trabajando tan a mi gusto con algo que pertenece a uno de los grandes dramaturgos de la historia del teatro en nuestro país. Gorostiza viene a los ensayos y eso me encanta. Disfruto escuchándolo y la verdad es que estoy muy feliz con él, con su obra, con la dirección de Ledvadni y con mis compañeros de elenco: Ingrid Pellicori y Pompeyo Audivert.