Mariano Peluffo se ha convertido en uno de los rostros más presentes en la pantalla de Net TV. Los mediodías, de lunes a viernes, conduce Como todo, donde por estos días –como siempre– el formato tradicional pasa por la enseñanza y ejecución de recetas (junto a Jimena Monteverde y Paco Almeida, entre otros), y desde el pasado lunes está al frente de Editando tele, que va a las 20 de lunes a viernes por Net TV.
El programa de archivo y compilados, que cuenta con la producción de Kuarzo Entertainment Argentina, es definido por el conductor, que ya lleva 25 años en las pantallas argentinas y que ha sido noticia porque decidió pasar la pandemia alejado de sus hijas a causa de su trabajo: “La intención del humor, aun en estos tiempos, siempre es buena. Reír te hace bien. Y si es en el marco de un respeto bien entendido, y no de la falta de respeto, me parece que está bueno. Consumimos tanta información, masticamos tanta información, que un momento podemos animarnos a procesarla de forma diferente. Y ese es el ejercicio que procesamos, porque creo que nos reímos ‘con’ y no ‘de’. La actualidad tiene que ver con esto. ¿Quién no se ha tentado en la situación que corresponde y que es complicada? A veces el humor te saca del registro fuerte y duro, y creo que eso es hasta algo loable. Nosotros estamos muy contentos”.
—El show consiste en un piso en vivo con vos y tus panelistas generando una dinámica que quizás no estaba en la televisión. ¿Cómo lo ves?
—Creo que sí estaba, eh. Tenés propuestas como Bendita, que van por su temporada 15 y hacen eso. Pero es algo en lo que un canal tiene que estar, que todos los canales tienen que tener. Son caballitos de batalla que un canal nuevo como Net TV tiene que tener. Hablás de actualidad, de colegas, a los que les pegás un poquitito (con humor). Son puntas de lanza de una programación que te marcan un lugarcito en la cancha y que Net TV va a ir teniendo, sobre todo considerano su crecimiento en estos tiempos.
—¿Cómo ves tu profesión, cuando siempre fue acusada de frívola y hoy, por ejemplo, estás lejos de tus hijas para poder ejercerla?
—La primera línea de fuego es el personal sanitario, sin dudas. Y está bien. Es una batalla de la sociedad contra un enemigo silencioso. La gente de la salud es nuestra primera línea. Después viene otro montón de profesiones que se exponen. Y en ese pelotón, después, entramos los que trabajamos en lo audiovisual, que es una de las actividades exceptuadas. Ahí tenemos justificación: el que va a
hacer un noticiero sí, ¿y el que va a hacer un programa para que te rías un rato y no la pases pésimo estando solo ¿no? Ahí entra todo, ¿no? Lo que yo hago es lo que hice en los últimos 25 años de mi vida. Cumplimos un rol al mediodía con las recetas y a la noche
también pasa lo mismo. Si solo fuera noticia, ¿qué hacemos el resto del día? ¿Hacemos barra todo el día?
—Veinticinco años de conducir en Argentina no es poco. ¿Cómo vivís ese vínculo con tu profesión, considerando tus cambios?
—Nunca la planifiqué, siempre fueron abriéndose puertas y cerrándose otras, como en todas las profesiones. Estoy contento en el lugar en el que estoy ahora. Estar todavía vigente, considerando que el año que viene cumplo 50 años. Estoy contento con este
lugar. Ahora estoy en Net, que es un canal que crece, empuja, que no la tiene fácil, pero que igual la sigue. Y confían en mí. Uno cree que el mundo empieza y termina en Telefe. Hacer menos tele me abrió la posibilidad de hacer radio todos los días, ahora estoy en La 100 de lunes a viernes, a las 14, en el espacio que se llama Sarasa. La radio está primera, y cuando miro para atrás pienso en qué contento estoy.
Las hijas como público
—¿Qué creés que es importante a la hora de ser un buen conductor?
—El condimento que no le puede faltar a la fórmula esa, secreta, que si la supiéramos la aplicaríamos todos, en mi caso es la empatía. Intentar ponerte en el lugar del otro todo el tiempo. Todo el tiempo estoy pensando si lo que digo es divertido, si va a caer pesado, si el del otro lado no se va a enojar, si se va a entender. ¿Me estoy riendo solo?
—¿Cómo llevás a cabo ese ejercicio?
—El parámetro es siempre el mismo: mis hijas. Pienso que ellas están del otro lado, la de 18, la de 14 y la de 10. Entonces empiezo a jugar con un humor que sé que a la de 18 la va a hacer reír, la de 10 va a preguntar de qué se ríen, y todos le van a decir que no importa, que después le explican, y ahí le encuentro el tono y la frescura. Pienso que está mi vieja sola en la casa mirando el programa, que me puede llamar diciendo que puede quedar un poco grosera. El lunes hicimos un informe sobre sexo virtual, y me dice mi hija más grande “nos reímos mucho, aunque hay unas cosas que explicarle a Clarita, pero dice mamá que ella se ocupa”. Ahí encuentro el ancla, el rumbo. Si hago algo que no pueden ver mis hijas, ya no fluye, ya se me notaría en la cara.