Más allá de los valores estéticos (por no decirles “gustos”), los Oscar, que se entregan el próximo 12 de marzo, siguen marcando al menos un núcleo, un lugar donde se generan varias discusiones, disfrazadas de un sentido hooligan o inentendible por tal o cual película. De nuestro lado, del “segundo, Francia”, Argentina, 1985 compite como Mejor Película Argentina. Lo interesante de la película que hoy se puede ver por Prime Video y dirigida por Santiago Mitre es su recorrido: como desde Venecia fue construyendo un camino que la ha llevado a ganar el Golden Globe, estar nominada en los Bafta y ser parte de esta entrega conducida por Jimmy Kimmel. Ese camino es una estrategia -todas las películas que aquí llegaron la tienen- y en el caso de Argentina, 1985 lo destacable es su forma de estreno, porque habla de cómo los grandes cines trataron al film. Una actitud por un lado entendible, porque los grandes cines requerían una ventana más grande de exclusividad, y otra por un lado mezquina, un clásico de las grandes corporaciones que, seguro, son las que corren riesgo pero al mismo tiempo, hoy, son las salas que no dieron una película argentina que llegó a ser nominadas a los Oscar, y que llegó gracias a sus instintos populares, de cine industrial bien hecho. Hay ahí algo que recordar y medir: si el cine el un negocio, que es algo que todos entendemos ¿qué dice de la presencia de las grandes exhibidores que no se haya podido generar una comunión entre un proyecto, el Argentina, 1985, y la pelea por la exclusividad (otra vez, entendible, pero también un horizonte que no tendrá tanta vida en el corto plazo)?
Hogar dulce hogar. Entonces, de la misma forma que ver el recorrido de Argentina, 1985 y su camino local dice algo de la distribución y su crisis en movimiento, habla de la crisis de identidad de Hollywood, desesperado por sacudirse todo eso que ha sido durante décadas a la hora de la diversidad y determinados abusos de poder. Y, claro, el eterno problema del rating, que subió, literalmente, gracias al cachetazo de Will Smith y a como todos salieron corriendo a ver la TV después del suceso (pero, históricamente, el Oscar viene bajando y bajando en rating). Entonces, el premio que nació, y sigue siendo, una excusa para no solo celebrar si no para generar más visionados, más vida, menos extinción (si eso fuera posible) a los modos gigantes de la industria. Por eso, la celebración de la película más nominada, y posible ganadora, Todo todo el tiempo en todas partes y sus 11 ternas implican algo que no sucedió casi nunca: la llegada de un hit independiente a la “cima”, con nominaciones para sus directores, actores y hasta como Mejor Película. ¿Implica una revolución, un cambio de paradigma, o nada de nada? Ahí es donde aparecen las preguntas, y se mezclan. Y mucho. Por un lado, Sin novedad en el frente, una película que tuvo una presencia grande en Netflix a nivel global, logrando una permanencia larga entre las más vistas en todo el mundo, tiene nominación a 9 premios (incluyendo el estúpido combo Mejor Película + Mejor Película Extranjera, que muchos creen que sirve en bandeja la terna de Argentina, 1985). Pero en sus modos correctos, industriales, es más fácil asociar al film alemán bélico a viejos modos del Oscar, que ahí siguen, y ¿es eso del todo malo? ¿Es la “Oscar movie” un tic que debería ya partir? Ahí aparece la disyuntiva otra vez, pero también pensando en términos de exhibición y repercusión.
Por ejemplo, Todos en todos lados en todas partes impresiona por su presencia más por ser “una de patadas” que otra cosa. Por supuesto es más, y también es eso (que es un montón). Pero hay algo de la plenitud del género, del divertimento masivo que todavía sigue apelando a la oscuridad, a la densidad mal procesada cuando en los Oscar. Hay quejas por la ausencia de Nope, el experimento sentido y salvaje de Jordan Peele, y también por la presencia de films populares como Avatar - El camino del agua o, mismo, el film alemán. Incluso Top Gun: Maverick llega celebrada pero sin chances, pero ¿no es una película que une universos desde la creencia en el cine físico y la idea de una estrella que todo lo puede? Por supuesto el cine puede ser muchas cosas, o todas, y por eso es un lugar como pocos. Es notable la ausencia del terror, por ejemplo, considerando que es el género realmente más independiente y feroz del momento (en guarangadas y en obras maestras por cantidad de estrenos). Los Oscar 2023 siguen siendo más de lo mismo: algo que adoramos odiar y amar, pero nos hacen hablar de cine.
Todo lo que hay que saber
Los Oscar se entregan el próximo 12 de marzo. Lejos del año pasado, en el que Apple TV + ganó su primer premio a Mejor Película y Netflix consiguió 27 nominaciones cruciales, este año Todo en todas partes al mismo tiempo, de A24, se alzó con la máxima cantidad de nominaciones: 11 en total, y eso incluye a Michelle Yeoh, Ke Huy Quan y a la película como Mejor Film. Es un caso extraño: se estrenó en marzo, mucho tiempo antes de la “Oscar season”, y ha logrado en su camino, por ejemplo, que Yeoh sea la primera actriz asiática nominada como Mejor Actriz. En un año donde solo las grandes películas, aquí nominadas, Avatar y Top Gun rankean en lo más visto (todo lo otro ha sufrido y muchísimo y poco nada le ha generado las nominaciones a otros premios), películas como Elvis, con 8 nominaciones, o The Banshees of Inisherin, apenas han logrando la atención de la audiencia. Pero lo cierto es que es una de las entregas de premios más diversas hasta la fecha: hay que considerar que la academia tiene 10.000 integrantes, y que ha sido parte del problema a la hora de la diversidad, cuyo máximo exponente fue el desastre que se dio en una institución como los Golden Globe. La edición número 95 busca ser la más actual, la que le sabe hablar a su público (que desconoce).