Será la tercera vez que se presente el musical Cabaret en Buenos Aires. Sus protagonistas ahora son: Florencia Peña en la piel de la célebre Sally Bowles y Mike Amigorena como Emcee, el maestro de ceremonia. La dirección tendrá dos miradas complementarias, Claudio Tolcachir para actores (en su segunda responsabilidad en musicales) y Alberto Negrín en su debut nacional en la dirección artística.
“Siempre me pongo nerviosa” confesará Peña mientras que Amigorena ante la cercanía que tendrá con los espectadores afirma: “prefiero la distancia, pero acepto el desafío”. El Teatro Liceo es el ámbito elegido y transformado en cabaret alemán de la década del 20. El debut está previsto para el 4 de abril con precios que irán desde $ 2 mil hasta $ 400, pero aseguran que existirán descuentos del 50% con varias tarjetas.
—Este será tu primer musical aunque muchos aún recuerdan tu grupo y presentaciones con Ambulancia...
AMIGORENA:Nada que ver, aquella era una banda y éste es mi primer musical y nada menos que con Cabaret y en este papel, el del maestro de ceremonia. Me siento muy afín con el personaje, que tiene algo de Ambulancia y también con lo clásico de este musical. Volver al escenario de la mano de Tolcachir, Negrín, Gustavo Wons (coreografías) y Renata (Schussheim, en vestuario) es una selección y un placer.
—¿Te pesa la interpretación de Liza Minnelli?
PEÑA: ¡Sí! Pero hice muchas obras con grandes actrices anteriores. Liza actuó en otra época y en un contexto distinto al nuestro. Vivimos en el fin del mundo, no se puede comparar. No es un tema de talento, sino geográfico. Siempre dejo de lado lo anterior. Quiero sorprender al que se sienta a verme. ¡Vengan despojados de cualquier visión!
—¿Vieron la película y alguna puesta?
P: Había visto la versión en el 2007 con Karina K, pero ésta será muy distinta. En Broadway la vi en dos oportunidades diferentes. Cabaret es un clásico que se ha hecho de muchas maneras. Hay muchas Sally, todo depende de quién la interprete, más cantante, más actriz o más fría. A mí me tocó siempre hacer personajes que ya se habían estrenado. Lo que Mike está haciendo no lo vi en ningún lugar del mundo, es muy, pero muy distinto e interesante.
A: Vi esa misma versión (2007) y la película, pero nada más. La primera en 1988 estaba en Mendoza. Es un regalo de la vida. Mi personaje está y no está, es el dueño del cabaret y al mismo tiempo el narrador de aquellos años nefastos después de la Primera Guerra Mundial y la aparición del nazismo. Habla de nuestra sociedad, de la civilización y es muy vigente con los prejuicios, la toma del poder y la pérdida de valores. La gente verá un espectáculo impresionante.
—¿Por qué estuviste ausente de los teatros y de la televisión?
A: Me dediqué a hacer una obra mía en gira. Hace bastante que no hago teatro comercial, porque en realidad puedo vivir de la quietud. De a poco estoy pensando qué haré después del estreno de Cabaret. Negrín me llamó y fue un honor, por parte de alguien que la puso en otras partes del mundo. Después de Ambulancia, que terminé en el 2010, formé Mox, otra banda y más cercano Jubilandia, donde iba a los geriátricos. Y hace un tiempo ya que estoy como solista preparando mi segundo disco, después de Amántico que fue el primero. Me ofrecieron algunos programas de televisión y dije que no. Quizás, el medio tampoco me tiene en cuenta, pero tengo la necesidad de no hacer nada para luego hacer.
—La obra muestra los inicios del nazismo cuando hoy en el mundo hay un resurgimiento de esta ideología…
P: Hoy el mundo está girando hacia la derecha y el capitalismo, por eso lo que vemos en Cabaret nos puede resultar como contemporáneo. Estamos frente al musical del año. Hay una gran inversión y un espacio impresionante para contarlo.
—¿Cómo aparece el sexo en esta versión?
A: En el espectáculo hay erotismo. Lo prohibido que se lleva a cabo, pero a partir de sugerir. Es sexy, aunque siempre querible. No es impúdico, al contrario se insinúa, de manera muy delicada. No hay pornografía.
P: No es lascivo, ni perverso. No habrá nada que pueda incomodar si venís con tus hijos. El planteo te va a importunar como espectador, es lo que debe hacer el teatro, atravesar al ser. Te vas a llevar algo después de verla. El cabaret en el mundo es así, te invita a pensar, reflexionar y criticar al poder de turno.
A: Es como un cambalache. La homosexualidad que aparece no está ridiculizada, ni expuesta, se la muestra de manera delicada.
—¿Son conscientes que son privilegiados en este gremio de actores donde predomina la desocupación?
A: ¡Sí! Desde agosto del 2018 que me llamaron y acepté lo sentí, sobre todo teniendo en cuenta lo difícil que es este año… Lo agradezco y me duele que no sea más repartido.
P: Hace bastante que tenemos pocas ficciones. Los turcos producen para el mundo, lo palpé cuando estuve con Marley en Turquía. Nosotros quedamos atrás y no es por falta de talento. Somos conscientes del momento y por eso agradecemos al productor que apuesta a tanta gente.
—¿Para estar en “Cabaret” a qué le dijeron que “no”?
P: Básicamente a la televisión, necesitaba no hacer ficción. Es muy agotador emocional y físicamente. Este es un desafío que lo merece. Voy a estar lunes y martes como jurado en Bailando por un sueño.
A: Dije que no a la televisión, y una vez que estrenemos empezaré a moverme para editar mi segundo disco. No tengo necesidad de hacer varios trabajos.
—¿Por qué tus únicos días de descanso volvés como jurado del “Bailando”?
P: Cuando hay trabajo, no me puedo negar… tengo tres hijos… Al principio la pasé fatal, pero como soy yo…me gusta el rock and roll. Necesito sentir que algo aporto. Y el último mes comprendí que tengo una mirada que me dieron los años de profesión. Empecé a divertirme y transmitir lo que tengo. Hay que ocupar los espacios, no dejarlos. Ese lugar tiene todo: fama, diversión y hostilidad. Hay programas que cambiaron la mirada hacia la mujer y el Bailando es uno de ellos. Hice muchas propuestas machistas, en esa época naturalizábamos hechos que hoy no. Además, al tener Cabaret tengo qué mostrar.
Cabaret, un clásico Internacional
La primera vez que se presentó en Buenos Aires Cabaret fue en 1988 con Andrea Tenuta y Carlos Perciavalle dirigidos por Mario Morgan, hubo que esperar hasta mayo del 2007 para que con la puesta de Ariel Del Mastro rotaran Alejandra Radano y luego Karina K, siempre acompañadas por Alejandro Paker.
Será el debut en Argentina del escenógrafo Alberto Negrín como director de arte, algo que ya asumió con esta misma obra –Cabaret– en distintos salas europeas como la mítica Folies Bergère de París (2007), antes en Amsterdam (2006) y Madrid (2003).
“Somos actores que cantamos y bailamos, pero no venimos “del musical” –subrayará Mike Amigorena– estamos más rotos, menos técnicos y esto le dará un realismo distinto”. “Estamos haciendo Cabaret –agrega Florencia Peña– con actores que cantan y bailan, no se eligieron cantantes o bailarines que actúen. En todas partes del mundo hay diferencia entre el que hace solo musicales y el que transita el teatro de texto. Esto tiene que ver con la mirada no contaminada de Tolcachir y de Negrín, ninguno “es” de musical. Siento que con este equipo más el productor no podemos fallar, éste es una espada de Damocles sobre nuestros hombros”.
“Estoy aprendiendo a ser una mamá actriz (confiesa Florencia Peña) con un hijo –Juan– que quiere actuar. Debo acompañarlo sin presionarlo con lo que yo quiero. El mayor – Tomás– con 16 años en plena adolescencia no sabe qué va a hacer. El más pequeño –Felipe– está con chupete y pañales. Es un volver a empezar cuando podría ser abuela con mis 45 años. Me hacen la vida muy divertida, es la que elijo tener, aún cuando tuve ciertas cuestiones. Mis experiencias me ayudan a crecer. Estoy donde quiero estar y nadie me obliga a nada”.
“Lucho contra el personaje de Moni hace 12 años. –Finaliza Peña–. Hay una generación entera que cree que lo único que hice es eso. Fueron solo dos temporadas, pero aún hoy muchos me ven solo como esa protagonista. Juego con que algún día la voy a matar. Fui parte de una comedia que quedó en el recuerdo de muchos, pero mi búsqueda es otra”.