Cuando empecé a dirigir, no había muchas directoras mujeres de teatro. Nunca siento que un trabajo está realizado, siempre se puede enriquecer, un espectáculo puede hacerse muchos años y continuar creciendo y transformándose. Trabajé dos veces sobre la obra de Fernando Pessoa con una distancia de diez años entre sí. Y fueron espectáculos muy distintos, habían pasado diez años de experiencia y conocimiento, mi embeleso por Pessoa no tenía límites.
El teatro puede tener desde las energías más bajas hasta las más elevadas, te puede volver furioso, impotente, te puede hacer pensar y entrar en conexión espiritual, te puede hacer reír, también hay muchos teatros donde la gente duerme.
En el trabajo con los actores suele haber algunos obstáculos, por la diferente mirada ante los conflictos, también sucede que los actores se aferran a sus armas de trabajo. La tarea del director es ayudarlo a vencer esos obstáculos y miedos. Casi siempre el origen de esos obstáculos es el miedo a lo desconocido. Hay que proteger al actor, explicarle y darle confianza.
Mi forma de trabajo es a partir del buen trato y la confianza, creer en el otro.
Los ensayos en el teatro son muy importantes, como regla impongo no intelectualizar y no formular teorías, sino trabajar y tener un acercamiento sencillo a la situación, así... lentamente, día a día van apareciendo los sentimientos, enriqueciéndose las acciones y surgiendo los personajes. Es una etapa creativa, apasionante.
La estética que se elige tiene que ver con un tema económico: si hay o no producción. En general mis proyectos teatrales son autogestión, cooperativas de trabajo. Trabajamos mucho la imaginación, pedimos prestado y dependemos de la bondad de amigos y parientes. Cada uno va con su valija con rueditas, traslada su vestuario, su plancha y sus zapatos, sus objetos personales.
Y cuando hay una gran producción, como puede ser un productor privado como el señor Patalano o un teatro nacional como pueden ser el Cervantes o el Teatro San Martín, donde dirigí en Mayo de 2014 El jardín de los cerezos con la escenografía y vestuario de Zanetti, hay otras posibilidades, escenografía, vestuario, talleres para confeccionar, depósitos, etc.
Para comenzar a dirigir en cine necesité años de paciencia, miles de películas de los maestros: Fellini, Bergman, Sokurov, Orson Welles, Nikita Mijalkov, Eisenstein y nuestros queridos Hugo del Carril, Mario Soffici, Lucas Demare, Leonardo Favio, que me enseñaron y guiaron, y un equipo por el que me sintiera protegida: cámara, producción y sonido. Es muy importante tener fuerza física y un cuerpo sano, nervios templados. Una de las imágenes que aparecieron al comenzar a dirigir Angelita, la doctora y que me acompañaron durante toda la película fue un cuadro de Berni llamado Paisaje de suburbio en el que se ve una calle de tierra desolada, un tanque enorme de agua, un barrio de casitas obreras. Respeto y admiro enormemente a Antonio Berni porque tenía un amor casi religioso por los desposeídos, por nuestro suburbio, nuestros trabajadores, por los niños, los viejos, nuestra gente, todo era producto de su amor por la gente. También, por nombrar otra imagen que utilicé como punto de partida, en un espectáculo teatral que estoy haciendo llamado La condesa sangrienta sobre Alejandra Pizarnik, el protagonista es un mendigo que vi en la vereda de una iglesia en la calle Toledo de Madrid, tenía sus manos maquilladas con formas geométricas en pintura negra.
La diferencia entre el cine y el teatro es abismal, el teatro es un trabajo íntimo, a los ojos, la energía de la persona está delante del espectador y en cine se depende de un gran equipo técnico para lograr cada toma, locaciones, luces, equipos, generadores, maquinaria.
En cine no hay mucho tiempo para ensayar, tuve reuniones y ensayos previos dos semanas antes de filmar, enriqueció mucho el guión. En teatro son otros los tiempos, se dispone de meses de ensayo.
Hoy para mí el cine es... un cielo inalcanzable... El teatro lo transité muchísimos años, y conozco medianamente sus secretos, sus sorpresas, empecé a dirigir cuando no había muchas directoras mujeres de teatro. Inda Ledesma fue una gran maestra para mí y me dio muchos consejos sabios, uno de los más importantes es “no confrontar, no ir al choque”. El teatro para mí es como un pariente, a veces me peleo.
*Directora. Los sábados presenta Gritos en el universo en el Teatro Payró.