Es policía y maneja una 4x4 que –según afirma– su esposa ganó en un sorteo. Tiene un hijo gordito, del cual no se siente orgulloso, una mujer a la que no valora y una amante que sirve café en el bar de la comisaría. Serrano, el comisario corrupto de Hermanos ydetectives (ahora, en su tercer cambio horario, los viernes a las 22) es uno de los personajes más ricos y divertidos del unitario de Damián Szifrón. Muy diferente al papel que interpreta en la ficción, Carlos Moreno se muestra como un hombre sin muchas vueltas: juega con sus cuatro gatos, disfruta de su departamento porque puede “escuchar los pajaritos del jardín”, ama la cocina y, cada cinco frases, nombra a su hijo, el cineasta Rodrigo Moreno, en la conversación privada.
—¿Cómo fue el proceso de composición de un personaje que, si bien corrupto y chanta, también cae simpático?
—La verdad es que no nos propusimos hacer algo gracioso, pero a medida que empezamos a grabar nos dimos cuenta de que todos se morían de la risa cuando yo actuaba. Pero no es mi intención. Lo que yo pretendo en cada escena está muy lejos de hacerme el divertido. Creamos un código muy piola, un absurdo que coloca al personaje en situaciones muy límites que no tienen nada que ver con él.
— Usted ya había encarnado a un policía en El descanso, el film que dirigió su hijo. ¿Tomó elementos de ese papel para darle vida a Serrano?
—No, porque ése era un chanta de pueblo, un bruto que escribía a máquina con dos dedos. Serrano en cambio es un prototipo del menemismo: es el típico policía que no quiere cambiar nada, que ostenta, juega al golf, pero que sigue siendo un “pichi”. Por ejemplo, si Serrano tuviese que investigar el caso de Jorge Julio López, diría que es un viejo pelotudo que se perdió. Nunca se le cruzaría por la cabeza la posibilidad de un secuestro.
—¿Es su intención poner en evidencia la ineficacia y la corrupción que hay en las instituciones policiales en la realidad?
—Ni a mí ni a Damián nos interesa mostrar a la Policía como nada en particular. No creo que Serrano sea el típico corrupto, pero sí es un claro exponente del menemismo. Es un personaje cargado de matices, no es ni bueno ni malo. Y eso es lo que diferencia a Hermanos y detectives del resto de los programas de la televisión argentina.
—¿En qué sentido lo dice?
—Lo importante de este programa de Szifrón es que hay vínculos, algo que en la tevé ya se perdió.
A Szifrón lo aman o lo odian
Los que alguna vez trabajaron con Szifrón comprenderán en carne propia las palabras de Carlos Moreno. “A Damián lo amamos y lo odiamos. Es muy meticuloso y a la vez maravilloso. Es detallista hasta el hartazgo, pero sabe muy bien lo que quiere”, asegura. Luego de diez meses de rodaje para diez capítulos, la semana pasada finalmente terminaron de grabar Hermanos y detectives: “Fue una fiesta. Se formó un grupo de gente muy linda, con cero divismo. No perdimos la buena onda ni siquiera en los momentos más duros; por ejemplo, cuando tuvimos que grabar en los bosques de Ezeiza a las cuatro de la mañana con seis grados bajo cero”, recuerda el actor que, hasta el momento, tiene un futuro incierto en televisión. Si bien comenzará a dirigir dos obras de teatro, Moreno aún no se anima a involucrarse en un nuevo proyecto para tevé. “Lo que pasa es que después de hacer Hermanos... quiero elegir muy bien. Habiendo laburado en algo así, no quiero hacer cualquier porquería. Damián me mal acostumbró”, confiesa.