Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, Julián Weich no es un tipo que derroche simpatía. Tampoco es que sea malhumorado, simplemente se maneja de manera cordial hasta los límites políticamente correctos. “ No tengo por qué estar siempre de buen humor. Mi función es entretener. A veces la gente cree que soy un personaje y yo soy un ser humano común. Si mi vida fuera ese programa de televisión, entonces yo sería un esquizofrénico”, dice en defensa propia. Con discreta camisa negra y abultada cabellera que se empecina en crecer hacia arriba, el conductor sonríe sólo para las fotos. Desde que el actor de Clave de sol se animó a conducir El agujerito sin fin (¿se acuerdan? Nancy Dupláa todavía no había descubierto su vocación de actriz), su carrera como showman dio un vuelco inesperado. Sorpresa y media, Expedición Robinson, Trato hecho y Buena fortuna lo posicionaron dentro de la pantalla del entretenimiento y los juegos telefónicos. Ahora vuelve con otro programa que promete cumplir el sueño de muchos. X el resto de tu vida es el ciclo que Telefe programó para hoy a las 21. El premio no es otro que cobrar un sueldo por dos, tres meses, quince años o durante toda la vida del participante ganador.
—¿Alguna vez fantaseaste con la idea de no trabajar más por el resto de tu vida?
—Sí, pero sé que es una fantasía. Porque uno trabaja porque necesita trabajar, porque le gusta, porque lo mantiene a uno activo, socialmente relacionado y porque es imposible no hacerlo. Hay que ser una persona muy especial para no trabajar. Me imagino tal vez un escritor, o tal vez algún músico, que diga: “Necesito crear”. No existe no trabajar.
—¿Lo decís por Argentina?
—Sí... Me cuesta pensar en un ser humano que no sea argentino. No conozco la idiosincrasia de un peruano pero me parece que el argentino es de trabajar. Generalmente la gente que se jubila se deprime, no se pone contenta. Por ahí lo que a uno le gustaría sería trabajar de forma más descansada, o sin presión, sin búsqueda de resultado. Pero dejar de trabajar me parece que es poco saludable.
—¿Educás a tus hijos dándoles un piso cómodo o esperás que se ganen el peso?
—Yo pienso en el piso cómodo de mis hijos pero mientras yo estoy. No mientras no estoy, eso de dejarles la herencia “algún día”, no. Porque no hay peor cosa para los hijos que darles de más. No hay nada más valorado que lo comprado con el propio dinero. Eso lo viví en carne propia. Y eso lo puede decir cualquier persona. No hay nada mejor que lo comprado con tu propio esfuerzo, con tu trabajo, que te costó y lo lograste. Eso no tiene precio. Es el mejor sabor que puede tener una cosa. Entonces, no los educo pensando en dejarles una herencia. De hecho, me parece que sería una mala herencia dejarles toda mi herencia.
—¿Cuesta entretener a la gente?
—Lo que cuesta es encontrar la manera de entretenerla pero con algo diferente. En mi caso, no me gusta mantener un programa tanto tiempo, me aburro, quiero cambiar, quiero hacer otra cosa, siento que la gente se va a cansar y no quiero que lo haga antes que yo.
—¿Extrañás la actuación?
—No, porque no es algo que dejé. De alguna manera sigo actuando. Mi manera de conducir no es la manera de conductor formal de un noticiero. Mi manera es libre en cuanto a la creación y de hacer lo que se me ocurre dentro de un contexto. Desafío es lograr que la gente te vea, que le interese lo que estás haciendo.
—¿Y cuál es tu recurso para mantenerlos despiertos?
—Mi recurso es estar al mando del programa. Estar a cargo del programa y no que el programa esté a cargo mío. De yo poder manejar el programa, que es conducirlo. Todos los programas que conduzco los siento como propios. Cuando me dijeron que iba a ser los domingos a la noche, yo estuve de acuerdo. Ahora, si me hubiesen propuesto hacerlo los domingos a la mañana, y... lo más probable es que la gente no lo mire, no le guste.
—¿Qué tanto te preocupa el rating?
—Yo siempre digo que el rating quiero que sea lo más alto posible porque es lo que en definitiva garantiza la continuidad de mi programa, y lo que me gusta de tener mucho rating es saber que mucha gente lo está viendo. Cuanta más gente me vea, se supone, mejor el producto.
—¿Te atrapó el fenómeno “Gran hermano”?
—Yo veo televisión pero no la analizo. No soy un espectador común porque soy una persona que trabaja en el medio. No soy referente y por eso no opino. No soy público.
A pesar de que desde hacía más de diez años que Julián Weich no se tomaba un respiro, el 2006 lo mantuvo fuera de juego. “ En realidad, trabajé en otros dos proyectos: ensayamos, hicimos pruebas piloto pero quedaron en un cajón. Ni a Telefe, ni a Promofilm, ni a mí nos cerraba. Tampoco nos peleábamos por hacerlo.”
—¿Vos no aceptás un proyecto si no estás ciento por ciento entusiasmado?
—No. No me desespero por estar en televisión. Por el hecho de dejar mi lugar vacío. Me desespero por encontrar un buen proyecto para hacer un buen programa. Después, el resultado... Dios dirá. Porque si uno lo hace sólo por hacer, lo más probable es que la pifie.
—¿Qué es lo que más te atrae de la conducción?
—A mí lo que me causa placer es saber que estoy entreteniendo a la gente. Si yo no lograra transmitir un solo sentimiento, entonces no estaría haciendo bien mi trabajo. Al menos no me gustaría hacerlo así. Me gusta hacer reír. Es lo que más me gusta provocar. Si me dieras a elegir una ficción, probablemente no haría un drama, porque me aburriría. Lo que me seduce y me tienta es hacer reír. Es lo más natural que tengo. En cambio, el drama no me divierte.