ESPECTACULOS
piel de lava

El regreso de una obra de vanguardia

Después de un 2019 donde Petróleo se convirtió en un fenómeno como pocos, Piel de lava vuelve a las tablas y a la pieza que las llevó al teatro comercial. Hablan Pilar Gamboa, Valeria Correa, Elisa Carricajo y Laura Paredes.

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Agrupación. Las actrices, directores y autoras han generado una realización expansiva y en varios medios. | Carlos Furman

Petróleo significa mucho para las cuatro integrantes de Piel de lava: la creación consolidó el trabajo de investigación de este grupo teatral integrado por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes que viene llevando a cabo desde su creación, en 2003, a través de una obra que se convirtió en un suceso y les permitió saltar del circuito alternativo a la calle Corrientes. Ese pasaje se dio inmediatamente después de una retrospectiva que Vivi Tellas organizó en el Teatro Sarmiento con un gran sentido de la oportunidad: evidentemente, las Piel de lava habían llegado en 2018 al punto de maduración necesario para conseguir capturar la atención del público masivo. Y el desembarco en el teatro comercial después de aquel notable ejercicio de revisión fue una prueba contundente: más de 50 mil espectadores las aplaudieron con mucho entusiasmo en las 150 funciones que realizaron en el Metropolitan Sura.

Antes de que termine este extraño 2020, los que ya vieron este gran espectáculo en el que cuatro actrices formidables interpretan roles masculinos tendrán la posibilidad de revivirlo, y los que aún no hicieron la experiencia podrán encontrarse con la carga de humor, drama, adrenalina y vuelo poético con la que Petróleo sorprende, seduce y enamora. Serán apenas dos funciones en streaming filmadas en el Metropolitan Sura, los días 12 y 19 de diciembre a las 21. Para producirlas, trabajaron con un equipo que ellas mismas piden expresamente destacar como parte fundamental de un proceso tan virtuoso: Andrés Molina (asesoramiento artístico y entrenamiento corporal), Matías Sendón (iluminación), Zypce (música y diseño de sonido), Gabriela A. Fernandez (vestuario), Rodrigo González Garillo (escenografía) y Laura Fernández (dirección y dramaturgia –en colaboración con Piel de lava–).

Piel de lava está cerca de llegar a los veinte años de trabajo conjunto. En todo ese tiempo, lógicamente hubo –más allá de una visible evolución artística– muchos cambios personales ¿Cómo influyeron en la dinámica interna del grupo? Lo responden ellas mismas:

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LAURA PAREDES: Con el paso del tiempo, empezás a tener menos filtro entre los cambios de tu vida y la actuación. Los años de oficio te permiten entender que lo que te pasa se tiene que filtrar en el escenario. La ejecución de eso que estás actuando no puede estar por fuera de las cosas que te van pasando a vos en la vida cotidiana. Durante un tiempo pensé que tener oficio era estar más al servicio de la técnica, o de cierta disciplina actoral, pero los años empiezan a demostrarte otra cosa. Como dice Ricardo Bartís, el actor, o la actriz, no ejecutan, sino que se ejecutan en escena, viven ese vértigo de no pilotear nada, de revelar con total honestidad las cosas que les están pasando. Si estuviste sin dormir porque sos mamá o estás preocupada por algo, eso tiene un efecto en la actuación. Actuar no es estar dentro de una burbuja. Todo lo contrario: es estar pendiente de mis compañeras en escena, o de que por ahí alguien miró el programa en la primera fila. Una actriz trabaja con todo eso, con el presente puro de la sala. Si hay un ruido del aire acondicionado, influye. Siempre tratás de incorporar esos estímulos a favor de la actuación.  

VALERIA CORREA: Con el paso del tiempo y la acumulación de trabajo, hay lugares que vas ganando. Cuando volvimos a ensayar después de que fui mamá, me di cuenta muy pronto de que ya tenía entrenado lo lúdico. Lo estaba entrenando en el living de casa, de hecho. Venía de poner el cuerpo a favor del juego todos los días. Empezar a ensayar esa vez fue como continuar con todo eso. Y fue un gran descubrimiento, una sorpresa, habilitó algo muy lindo... La otra cosa que aprendí con el paso de los años fue que ya no quiero pasarla mal. Me explico: cuando empecé a actuar muchas veces naturalizaba que pasarla mal era parte del proceso de las obras. Hacer una obra implicaba que haya una posibilidad de que la pasara mal. Ya no acepto eso. Obvio que me puede pasar, pero en todo caso me correré de ese lugar. Antes me parecía que era parte del juego de la actuación, que había que bancárselo.

ELISA CARRICAJO: Hay algo que me vino bien del paso del tiempo y de este momento de la vida. Es que hay algo tan desbordado y de locura entre la maternidad y el trabajo que no entendés cómo hacés las cosas, cómo podés hacerlas en medio de ese caos. Eso, de alguna manera, me hizo salir del lugar de control. Cuando tenés un hijo experimentás esa pérdida de control de una manera muy directa, y eso le viene muy bien a la actuación. Por más que vos confíes mucho en la técnica, creo que está bueno estar ahí con toda la carga que traés encima, sin intentar separar las cosas. Tenés que encontrar la manera de que eso con lo que viniste tome su propia forma. No hablo de una pérdida de control desaforada, sino de algo más emocional, algo que te vuelve vulnerable, frágil, que te permite soltar. Y ningún proceso teatral debería hacerte mal ¿Para qué? Hay que tener una relación feliz con los materiales, aunque sean ásperos. Actuar es encarnar, que es una palabra que cada vez me gusta más para definir lo que hago. Es capturar lo que está ahí en el texto y hacerlo cuerpo. No tiene sentido escindirte de lo que te rodea. La actuación implica una fluidez con el entorno y la conciencia de no tener los límites de tu cuerpo tan claros, algo que también provoca la maternidad. Con la actuación y la maternidad nunca sabés dónde empezás ni dónde terminás.

PILAR GAMBOA: Está claro que hay algo de la adultez que es muy difícil de escindir de nuestro trabajo. Cuando uno es más joven, para interpretar un personaje trata de buscar afuera porque no ha vivido tanto. Entonces actuás lo que creés que pasa cuando te rompen el corazón porque quizás todavía no lo viviste. Pero llegás a los 40 y te das cuenta de que actuar puede ser solamente empezar a hablar, porque lo que tenés que hacer son cosas que ya viviste. A mí todo eso de la adultez, la vida y la actuación me resulta tranquilizador. Hoy sé que actuar es simplemente estar blando, porque lo que estás transmitiendo es la poética de tu cuerpo. Entonces es mejor trabajar con eso que con el control. Es un error tratar de que no se note lo que te pasa. Se trata sobre todo de estar en el presente. Ahora no tengo que salir a buscar el estallido porque ya está adentro mío.

Su propio lenguaje

En todo este tiempo de trabajo colectivo, Piel de lava produjo un cuerpo de obra muy sólido que tiene su culminación, al menos en términos de popularidad, en Petróleo ¿Qué significa para las cuatro integrantes del grupo esta obra que desembarcó con tanto éxito en la calle Corrientes, previo paso por el teatro público? “No necesariamente es la mejor obra que hicimos –dice Laura Paredes–. Encarnamos claramente algo que estaba en el aire, en nosotras y en un público que conectó con lo que proponemos. Creo que también llegamos a una comprensión cabal de nuestro propio lenguaje y que Petróleo es una especie de manifiesto del grupo Piel de lava”. Para Valeria Correa fue muy importante la convocatoria del Sarmiento: “Tuvimos los recursos para hacer todo lo que necesitábamos, algo con lo que nunca habíamos contado antes, entonces pudimos relajarnos y explorar otras zonas de la dramaturgia y la actuación”. Pilar Gamboa coincide con Paredes en cuanto a la valoración: “No sé si es la mejor, pero sí es la más colectiva y al mismo tiempo la menos endogámica. Tuvimos que adaptarnos a las exigencias del teatro público: fecha inamovible para entregar la escenografía, trabajo codo a codo con distintos colaboradores... Petróleo es el resultado de muchas cabezas trabajando juntas desde el primer ensayo”. Elisa Carricajo, por su parte, opina que “toda esa red de contención operó muy a favor del grupo y permitió que la obra creciera hasta habilitar la apertura de un diálogo con la calle Corrientes que para nosotros antes era impensable”.